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Libre intercambio de semillas
N

o podemos pensar en la vida, en la inmensa biodiversidad que existe en el país, en los paisajes de sus diversas geografías, en las múltiples culturas que habitan sus territorios, en los alimentos y las infinitas formas de prepararlos, sin las semillas. Sin embargo, tampoco podemos pensar las variedades de semillas nativas y criollas sin la participación de los pueblos indígenas y campesinos, los cuales, a partir de prácticas tradicionales y comunitarias se han encargado de seleccionarlas, mejorarlas, conservarlas e intercambiarlas para preservarlas durante generaciones.

Para Don Miguel Concha fue sumamente importante defender las semillas como fuente de sobrevivencia y subsistencia para campesinas y campesinos, quienes han producido no sólo sus propios alimentos, sino también los de una gran parte de la población mexicana (https://bit.ly/3nUph3q). Y ante las semillas como fundamentales para la sobrevivencia, Don Miguel Concha acompañó diversas resistencias para frenar los intentos de las corporaciones por despojar a las comunidades campesinas de sus saberes y los resultados de estos intercambios. Los países del sur global, entre los que encontramos a Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Colombia o Costa Rica, y también naciones africanas y asiáticas, han sido objetivos de estas corporaciones trasnacionales, ubicadas principalmente en los mal llamados países desarrollados, y a partir del extractivismo y con la complicidad de muchos de nuestros gobiernos, se han aprovechado de la biodiversidad tan vasta que poseemos quienes habitamos estos territorios.

Frente a estos embates, las comunidades campesinas no han sido entes inmóviles, sino que han resistido los múltiples esfuerzos por despojarlas de sus semillas nativas. Particularmente en México, hemos visto en diversos puntos cómo se han organizado para preservarlas y también sus saberes, y además acercar a las ciudades y a más personas sus formas de vida comunitaria, lo que les ha permitido resistir frente al capitalismo y extractivismo del modelo económico actual. Los pasados 11 y 12 de marzo se llevó a cabo la 25 Feria del Maíz y Otras Semillas Nativas, en la comunidad de Vicente Guerrero, Españita, Tlaxcala. Ahí se hizo un recuento de los esfuerzos que el Grupo Vicente Guerrero de esta comunidad, sumado con campesinas y campesinos de comunidades cercanas –como San Juan Ixtenco, San Felipe Cuauhtenco y más–, han llevado a cabo para proteger las variedades de maíces nativos y otros granos de esta región del país. Mosaicos de colores formados por maíces rojos, rosados, azules, negros, amarillos y blancos, los cuales se fueron mezclando con semillas de frijoles, habas y cacahuates, nos recordaron también que cada variedad de maíz es utilizada para preparar distintos alimentos, como masa para tortillas, pinoles, atoles, tamales, etcétera. Las personas adultas mayores, que son quienes resguardan infinitos saberes y transmiten a partir de la oralidad, estuvieron presentes en esta feria de semillas. Asimismo, las juventudes que desde el Centro Vitoria creemos en la defensa de la soberanía alimentaria como apuesta política ante el sistema económico, juegan un papel muy importante en la preservación de las variedades de maíces nativos. Las voces múltiples que sí representan a las comunidades campesinas y como contraparte de la agroindustria, alzaron la voz para decir NO a los transgénicos, NO a los agrotóxicos, que son venenos y que acaban con los suelos y la naturaleza. Recordar así, que el 26 de marzo de este año también se llevó a cabo el quinto Festival de Semillas Nativas y Criollas en la periferia de Guadalajara, Jalisco, donde además de exponer las semillas nativas y criollas de esta región, se presentaron diversas formas de producción local, agroecológica y orgánica.

También se realizó la Fiesta del Maíz en San Juan Ixtenco, Tlaxcala, del 1º al 3 de abril, donde estuvieron presentes semillas de teocintle, hasta los maíces que se utilizan en la fiesta patronal de esta comunidad, el 24 de junio, para preparar el atole tradicional de esta celebración. Las ferias y fiestas del maíz y más semillas nativas y criollas representan un trabajo necesario para la protección de los maíces nativos, trabajo que tenemos que reconocer a las comunidades campesinas, y más ahora que se busca imponer en nuestra alimentación los maíces transgénicos. Por tanto, el libre intercambio de las semillas para resguardar las diversas variedades de maíces nativos y muchos más granos, es una forma de poner al centro a las comunidades, y nos invitan a sumarnos para dejar atrás las formas agroindustriales de producir alimentos, aquellas que utilizan agrotóxicos y transgénicos, y que tanto daño han hecho a la salud de las personas y del ambiente. En palabras de Ulises Hernández, productor de maíces nativos de San Juan Ixtenco, si en el fondo somos diversidad, en el maíz también.