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Ciudad perdida

Caso grave el de Lía Limón // El sello panista en Álvaro Obregón// Desenmascaran a Sheridan

E

s urgente. Algo tiene que pasar, y con premura, en el muy inútil Congreso de la Ciudad de México. El caso de Lía Limón, la alcaldesa de Álvaro Obregón, no puede quedar en el silencio cómplice de los diputados ni en arreglos precampaña que ya enturbian el trabajo legislativo.

Por graves, Las acusaciones en su contra no pueden obviarse. Quien fuera un trabajador de la demarcación cargó la responsabilidad de su suicidio a la funcionaria panista. Ella lo acosó, le quitó el trabajo y por fin, según el video que grabó el hombre, lo orilló a quitarse la vida.

Y según los hechos, la panista no se conformó con su muerte; además, prohibió y amenazó a los amigos de Darío –el trabajador fallecido– con despedirlos en caso de que asistieran a los actos fúnebres.

Los detalles de lo sucedido han sido publicados en esta sección, pero lo increíble es que la reacción de los legisladores no va más allá de la diatriba, aunque tienen todos los elementos necesarios para obligar a las autoridades a tomar acciones mucho más profundas, que en este caso tampoco dan señales de vida.

Lo hecho por la funcionaria, según los datos exhibidos, pone de manifiesto lo que significa para la población más necesitada un gobierno panista. Eso, la represión, la amenaza, el acoso, son signos inequívocos de las formas de lo que hace el PAN cuando tiene en sus manos el gobierno.

Y todo esto sin olvidar lo que se ha hecho en Miguel Hidalgo y Benito Juárez con el llamado cártel inmobiliario. Son hechos que no nacen de la imaginación ni el odio de nadie, sólo son datos duros que emergen de una realidad de injusticia denunciada en muchas ocasiones.

¿Qué espera el Congreso local? Estamos hablando de responsabilidades y cada uno de los diputados, panistas o no, puede convertirse en cómplices de la alcaldesa, pero además en victimarios de la familia de Darío, que ahora no tiene forma de sobrevivir. Ya es hora de hacer justicia.

De pasadita

Vaya sorpresas. Resulta que Otto Granados Roldán, quien fuera director de comunicación social de Carlos Salinas de Gortari, puso en circulación un libro de su autoría con el nombre Viaje a la memoria, donde descubre un dato que de no ser tan dramático sería de ópera bufa, dirían los clásicos.

Según Granados, en el ya muy lejano 1984, luego de la muerte de Jorge Ibargüengoitia, se dio a la tarea de recopilar el trabajo del escritor publicado en periódicos.

Explica en el libro que Enrique Krauze, después de tener en las manos la recopilación, quiso darla a conocer en la editorial que publicaba la revista Vuelta, aunque el nombre del autor quedaría en el anonimato porque Granados en ese momento era un priísta muy conocido. El trabajo no se publicó, así que no hubo mayor problema con el compilador.

Cuatro años después, el mismo Krauze “me envió, junto con el libro que organizó (las cursivas son de parte de este reportero) Guillermo Sheridan, una afectuosa carta privada en la que dice –Krauze–: Tú fuiste el padre fundador (rescatador) de estos ensayos; ojalá esta edición sea de tu agrado”. Cita el libro.

Sheridan aparentemente firmó, hasta donde explica Viaje a la memoria, el libro que recogía la labor de Ibargüengoitia – Instrucciones para vivir en México– y que alguna vez Granados puso en manos de Krauze.

Como queda claro, Sheridan, aquel que denunció el supuesto o real plagio en la tesis de la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Yasmín Esquivel, firmó, dice Granados Roldán, un trabajo que no escribió.

¿Y entonces?, si lo que dice es verdad, ¿por qué tan riguroso y severo el señor Sheridan?