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Los de abajo

Homenaje a procesado por genocidio

S

i el ex presidente Luis Echeverría Álvarez, acusado de genocidio, no pudo presentarse en las últimas décadas en actos públicos debido al rechazo generalizado por su participación en la masacre de Tlatelolco en 1968, el Halconazo de 1971 y la posterior guerra sucia, periodo oscuro en el que fueron asesinadas, secuestradas y torturadas miles de personas vinculadas a movimientos sociales, hoy ni muerto debería recibir homenajes. Y menos con la participación directa del Ejército. En el presídium estuvo el general José Ángel García Elizalde, en representación del titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval.

Con el pretexto de la presentación de un libro, a un año de su cómoda muerte domiciliaria, Echeverría fue exaltado por políticos de ayer y de hoy. Casi nadie protestó, salvo el Comité 68, colectivo que enfatizó en un comunicado su condena enérgica al evento, pues, advierten, “cualquier homenaje a los perpetradores de crímenes de Estado es un agravio contra toda la sociedad mexicana y un atentado a la justicia. Lejos de ejercer su obligación para continuar con los procesos penales abiertos y restablecer el juicio contra los responsables, se demuestra la intención política de continuar protegiéndolos y dotándolos de facultades ‘heroicas’”.

El 10 de junio del 2021, a unos días de que Echeverría apareciera tan campante vacunándose contra el covid, decenas de activistas de los colectivos Hijos y del propio Comité 68 acudieron a su domicilio en San Jerónimo, donde tiraron piedras y huevos a las ventanas de su casa, pegaron carteles en el portón y pintaron paredes y calles, como parte de la jornada para hacer justicia a domicilio. La justicia vino hasta aquí, dijo entonces Tania Ramírez, de Hijos México.

Febrero se eligió para el homenaje. Y febrero es también el 28 aniversario de la incursión de las tropas del Ejército en las comunidades indígenas zapatistas, iniciada el 9 de febrero en 1995 y continuada hasta hoy. Fue el Ejército del 68, el de la guerra sucia, el de Chiapas, el que hoy rinde homenaje al que fue su jefe supremo de 1970 a 1976, quien, exonerado por un delito que no prescribe, ni muerto cierra su caso.

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