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Ciudad perdida

Cargada del INE contra el Presidente // Los métodos de la derecha // Harfuch, en la sombra

E

l INE decidió romper hostilidades en contra de la Presidencia de la República y se lanzó con todo recurso jurídico al alcance para evitar que el llamado plan B se convierta en ley. Esa fue la orden del jefe del grupo que mantiene en sus manos al Instituto Nacional Electoral y que no está de acuerdo con los cambios que propone la administración de López Obrador.

Ese mismo grupo, o lo que sea, prefiere poner en riesgo –según sus amenazas– el proceso electoral antes que cumplir con lo que dice la Constitución en cuanto a los salarios que deben recibir todos los que laboran como servidores públicos, ordenanza legal contra la que se ampararon para no perder ni un quinto, aunque se sacrifiquen los comicios.

En pocas palabras, para esos funcionarios la democracia vive en sus chequeras. Todos tenemos que estar conscientes de que el aparato que construyó para solventar las elecciones en el país es el más caro o uno de los más caros del mundo, y que la economía mexicana debe atender también problemas tan graves como la pobreza y los recursos no son infinitos.

El instituto, tal como está, es el producto de todas las corruptelas que existieron y que aún se dan en los procesos electorales; es lo que resultó del miedo a que algunos de los intereses que intervienen en esa tarea pudieran comprar la voluntad de los funcionarios.

los grandiosos salarios son una vacuna que despertó el apetito de los consejeros que decidieron crear un organismo, una isla lejana a la realidad de lo que sucede en tierra firme, pero convencida de que la democracia sólo se alimenta con carretadas de dinero. Así las cosas, lo que ahora se defiende es una forma de vida, un modus operandi que busca no lastimar a la casta.

El INE no se toca, uno debe pensar lo que quiere decir esa frase porque en la actualidad las manos de la derecha han apergollado al organismo, lo han sojuzgado. Lo que nos quieren decir entonces es que debemos apoyar un aparato atrapado, secuestrado por la derecha que se niega a sacar del mercado a una institución que sólo se debe a la política.

El grupo hegemónico, porque no se trata de un solo hombre, sino de una complicidad compartida, se niega a ceder y prefiere ir a la guerra contra el gobierno antes que dejar a un lado los privilegios que alguien les dijo que merecían porque eran la neta de la vida democrática de México. Las urgencias del país nos hablan de otras cosas, por ejemplo, de ayudar a los más necesitados para que nadie pueda comprar, por hambre, su voluntad, lo que sí altera las elecciones y desgarra la democracia.

En fin, lo que sí ha hecho el INE o sus funcionarios es emitir su voto en contra del gobierno, es decir, hacer campaña a favor de las élites conservadoras que mantienen en sus manos a la institución, así que esta vez esa gente ha iniciado una campaña política, es innegable, en contra de López Obrador y la 4T; lo malo, y ellos lo saben, es que si bien son poderosos, no son la mayoría. Viva la democracia.

De pasadita

Algo pasa con el secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch. El fin de semana pasado, en la visita del Presidente a la sede del gobierno local, se habló profusamente y con entusiasmo de los logros que en seguridad ha tenido la capital. Los datos los dio el secretario de la Defensa, aunque a nuestro parecer no le correspondía. En ese acto, hasta donde logramos saber, no estaba el funcionario.

Luego vino el muy importante informe de la fiscal Ernestina Godoy, y aunque se habló de la cooperación entre las instituciones dedicadas a cuidar la tranquilidad de la población, en donde está involucrada la dependencia que encabeza García Harfuch, él tampoco hizo acto de presencia. Hay quien dice que trabajaba en esos momentos en una investigación acerca de lo que ha pasado en el Metro, pero lo único cierto es que lo sacaron del escenario, ¿por qué?