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La estancia es de un año

En albergue de inclusión, oportunidad para dejar atrás la calle

Unas 200 personas reciben capacitación laboral y educativa con la finalidad de reintegrarse a la sociedad

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▲ Diversas historias se cruzan en el albergue San Miguel, ubicado en la alcaldía Iztacalco, donde los usuarios aprenden un oficio o se les apoya para retomar alguna actividad que puedan aprovechar en el campo laboral.Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Sábado 24 de diciembre de 2022, p. 23

Dispuestos a dejar la calle como un espacio de supervivencia, 200 jóvenes y adultos de los albergues de transición del Instituto de Atención a Poblaciones Prioritarias de la Secretaría de Bienestar e Inclusión Social han empezado el camino hacia la vida independiente, donde entran a un proceso de desintoxicación de sustancias sicoactivas, comienzan o regresan a los estudios o se incorporan al campo laboral de manera formal.

En el albergue San Miguel, donde los preparativos para la Nochebuena mantienen ocupados a sus inquilinos con los ensayos de la pastorela y los villancicos, la directora ejecutiva de Atención a Poblaciones Prioritarias, Nadia Troncoso, aseguró que en los pasados cuatro años se logró reducir el número de personas que pernoctan en la calle, e incluso no hay familias con niños, al igual que disminuyó la presencia de adultos mayores.

Cuando llegamos en 2019 había casi 2 mil personas en la calle, 60 por ciento eran adultos mayores e identificamos 45 núcleos familiares con menores de edad, cifra que se ha reducido a 973, quienes permanecen en algunos de los 491 puntos de pernocta como bajopuentes, entradas del Metro, plazas o jardines.

La mayoría, en 90 por ciento de los casos, llegan en una situación de calle por violencia en su entorno familiar, aún en una etapa adulta, como ocurrió con Marco Antonio Aparicio, de 50 años, a quien una disputa por la herencia de su padre lo obligó a abandonar la casa en la que vivía.

Sobreviví unos meses en la calle, pero es muy difícil, te quitan de todos los lugares, pero ahorita se me está dado el apoyo y hasta la motivación para regresar a la universidad. Estoy estudiando leyes en la Facultad de Derecho de la UNAM. He aprendido y valorado más esta etapa de mi vida que ninguna otra.

A otros, como el señor Germán Karnstedt, de 74 años, el infortunio lo acompañó desde que le detectaron un aneurisma en el cerebro. Estuve dos años incapacitado, todo me salió tan caro que vendí mi coche, mi casa, perdí todo mi patrimonio y me quedé en la calle. Con la pandemia casi muero de hambre.

Chef de profesión, y el mismísimo Diablo en su rol en la pastorela, en la que recrimina a los pastores que le echen la culpa por todo y aconseja con desparpajo, háganse responsables de sus acciones, señaló que ahora da clases de pastelería, porque a su edad ya nadie lo contrata. Me junto a cuatro o cinco amas del hogar y voy a la casa de una de ellas, aquí me van a ayudar a hacer un muestrario porque tengo un amplio repertorio de pasteles.

Con un mayor tiempo en situación de calle y después de haber superado su adicción a sustancias sicoactivas, Alejandro Núñez divide su tiempo entre la escuela de enfermería y su trabajo como brigadista. Ahora a él toca acercarse a los jóvenes que aún duermen en el espacio público para convencerlos de recibir apoyo en alguno de los albergues.

Berenice Leyva, subdirectora del albergue San Miguel, explicó que la estancia es de un año, con posibilidad de ampliarla a seis meses, tiempo en el que se les da hospedaje y alimentación de manera gratuita y se elabora junto con ellos un plan de vida.

Se les ayuda con sus estudios, se les brinda capacitación para el empleo, los apoyamos con sus documentos y asisten a distintas actividades que pueden ser clases de box, talleres de costura y pláticas con diversas temáticas. Los ingresos que obtienen los ahorran para su vida independiente, ya sea por su cuenta o en otro albergue, donde pagan una renta.

Comentó que lo más difícil para algunos es la disciplina y la contención de las adicciones, por lo que aún en esta etapa entre 10 y 20 por ciento recaen y vuelven a la calle, pero se les invita a iniciar de nuevo el proceso.