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Para Sergio Ramírez, en América Latina siempre hay algo que vale la pena contar

El autor nicaragüense explica a La Jornada que vivir en la piel de lo extraordinario nos hace estar pendientes de las historias // Presentó en la feria editorial de Guadalajara su libro de relatos Ese día cayó en domingo

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▲ El narrador dice en entrevista que su nueva obra está escrita en distintas tesituras, con distintas voces, pero con líneas de conexión entre los relatos.Foto Arturo Campos Cedillo
Enviada
Periódico La Jornada
Martes 29 de noviembre de 2022, p. 9

Guadalajara, Jal., En América Latina siempre ocurre lo inusitado, a cada paso nos llenamos de sorpresa, porque las cosas que ocurren no son normales, no son ordinarias, por eso, siempre hay algo que vale la pena contar, considera el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, una de las grandes y muy queridas personalidades que participan en la 36 Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Además de dar la bienvenida a su colega, el rumano Mircea Cartarescu, en la ceremonia de entrega del Premio FIL de Lenguas Romances 2022, el Premio Cervantes 2017 llega a tierra tapatía con un nuevo libro bajo el brazo, Ese día cayó en domingo.

Publicado por Alfaguara, el volumen se conforma por 10 relatos que giran en torno a cuatro temas fundamentales: la familia y el amor, la me-moria (individual y colectiva), la muerte y la vida cotidiana.

Eso de vivir en la piel de lo extraordinario nos hace estar pendientes de las historias. Para mí, una de las fuentes más importantes de los cuentos que escribo son los periódicos, sobre todo lo que sale en la nota roja; ¡es sorprendente!, tengo muchísimos recortes de ese género que me sirven para dar pie a las historias, explica en entrevista con La Jornada.

Añade que la humanidad entera, desde sus orígenes, “participa de este juego doble entre el contador y el contado, entre el que se sienta a escuchar y el que cuenta la historia. No hay cosa que nos atraiga más que el comienzo de una historia. Ponemos atención a ese cuento mientras esté bien contado y no nos detendremos hasta llegar al final. Si el cuento está mal contado, nos levantamos y nos vamos.

“Desde la infancia estamos oyendo contar historias. En Nicaragua llamamos cuentos de caminos a los que incluyen animales, como el conejo que es siempre muy maldito y vivo al engañar al zorro, que se supone es más inteligente, son el tío Conejo y el tío Coyote.

“Por eso, la transmisión oral de la historia es muy importante, como los cuentos de aparecidos que se cuentan en las noches. Cuando no había luz eléctrica se favorecía más el ambiente de esas historias de muertos, que es de donde viene Juan Rulfo.

Esta tradición oral en América Latina es muy importante, porque lo que uno tiene en el oído son esas primeras historias que uno escucha contar. La preocupación del que cuenta historias es hacer que el oyente, o el que lee, en este caso, conserve la atención, detalla el escritor quien también inaugurará mañana el Encuentro Internacional de Cuentistas (a las 20 horas), con una charla titulada Sergio cuentero.

El auge de la literatura de mujeres

Los cuentos que integran Ese día cayó en domingo vienen de muy distintas fuentes y fechas, detalla el autor, “el primero se llama ‘Hola, Soledad’, como el bolero; es el más antiguo de todos, y lo había venido conservando porque sabía que un día iba a ser parte de un conjunto. Otros cuentos me saltaron en el camino por la situación de Nicaragua de 2018; algunos son más dramáticos, otros más humorísticos, porque siempre me ha parecido que el humor es necesario en los relatos o en las narraciones en general, porque, a través de él, se toma distancia del dramatismo de las situaciones.

Este libro está escrito en distintas tesituras, con distintas voces, pero senté unas líneas de conexión entre ellos. No hay una aglomeración de cuentos, hay equilibrio.

Sobre todo, el escritor puntualiza que el siglo XXI ha visto un crecimiento de libros de cuento y novelas escritos por mujeres.

“Entre las estrellas de la narración –continúa– en América Latina hay muchísimas autoras, porque ha habido un equiparamiento en las oportunidades que antes no tenían. Si ahora hay muchas mujeres en la vida universitaria o en puestos de dirección importantes, sería absurdo que no las hubiera en el terreno de la creación literaria y artística.

Con ello se está reforzando esa tradición que viene de muy atrás, porque siempre ha habido mujeres escribiendo en México y otras partes del mundo, pero el número se ha multiplicado, y también la calidad.

Sergio Ramírez reitera que los temas de la narración en América Latina siempre han estado ligados a lo extraordinario, “y también al poder abusivo, a las dictaduras, la opresión, la dominación patriarcal; hoy día los temas están en la migración masiva hacia la frontera norte, de todo Centroamérica, no sólo de México; la corrupción, el narcotráfico, el crimen organizado.

“Son asuntos que preocupan a quienes escriben narraciones y entran en el mundo de la literatura. Por otras parte, no diría que los cambios políticos sean, como tales, materia literaria, pero todo va a dar a la literatura siempre, sobre todo, las esperanzas de la gente, las esperanzas por un cambio.

Porque de todas maneras, la literatura tiene una posición crítica; uno ve los sucesos a través de ojos críticos y eso es lo que hace que la literatura trascienda. El escritor no se conforma con cómo se dan las situaciones en el mundo, sino que quisiera cambiarlo.

Con entusiasmo, Ramírez adelanta que el próximo festival literario que él fundó, Centroamérica Cuenta, se realizará en 2023 en República Dominicana, ”totalmente presencial, con más de 120 invitados, con unas jornadas muy intensas”.

Desde hace poco más de un año, el escritor y ex vicepresidente de Nicaragua (retirado de la política desde 1996) decidió exiliarse en España, después de que el gobierno de Daniel Ortega intentara arrestarlo y prohibiera uno de sus libros.

Entre las clases que imparte en la Universidad de Princeton y la preparación de otra novela, la nostalgia por el terruño aflora: Siempre hace falta el país; estar lejos es como que le cortan a uno el ombligo de su país y siempre está el deseo de volver. No sé si será posible, pero esa llama está encendida, concluyó.