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Tormenta en Londres

El mundo necesita una lavada y una semana de descanso.
W. H. Auden

C

uando los gobernantes se aferran a ciertas ideas que encuentran atractivas, sobre todo porque les son políticamente rentables, suelen cometer excesos que no sólo los exhiben, sino que comprometen seriamente la estabilidad social y económica de su país.

El efecto puede ser retardado y manifestarse después de algún tiempo.

Pero hay casos en los que las implicaciones aparecen de manera inmediata. Así le ha ocurrido en los días recientes a la flamante primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, que tomó posesión apenas el pasado 6 de septiembre.

El caso en cuestión es más evidente porque ocurre en una situación de profunda crisis financiera global; así que repercutió más en las condiciones económicas de ese país, que desde hace algunos años se han debilitado progresivamente.

La señora Truss presentó lo que se llamó un minipresupuesto, elaborado por el ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng. El argumento básico que sustenta la muy controvertida propuesta fiscal es que estimulará el crecimiento de la economía.

Las principales medidas contemplan un límite a las tarifas energéticas y, lo que ha detonado una conmoción en los mercados financieros en la City de Londres ha sido la propuesta de eliminar la tasa de 45 por ciento del impuesto sobre la renta para aquellos que ganan más de 150 mil libras esterlinas al año (en ese momento, equivalían a alrededor de 175,500 dólares o 3.5 millones de pesos). La tasa de 40 por ciento para ingresos por arriba de 50 mil libras anuales se mantendría.

Había en esto una resonancia con las políticas aplicadas en Estados Unidos en la administración de Ronald Reagan en la década de 1980. Se basaban en el supuesto de que la rebaja de los impuestos estimularía el crecimiento, mediante un mayor gasto en inversión. Esta hipótesis es, como se sabe, cuestionable.

El mensaje político y social era perfectamente claro. Kwarteng afirmó en ese momento que el gobierno no se disculparía por enfocarse en el crecimiento, ya que el país se había entregado largamente a la lucha por la redistribución del ingreso.

No sólo desde las organizaciones sociales, sino que dentro del mismo Partido Conservador (los Tories) ha habido una fuerte corriente de rechazo a las propuestas que ha defendido a ultranza la señora Truss.

El minipresupuesto de Truss-Kwarteng exigía, claramente, un mayor endeudamiento del gobierno para financiar el recorte de los ingresos públicos. El costo de la rebaja de los impuestos se estimó en alrededor de 49 mil millones de dólares.

Esta es una táctica muy riesgosa. La propuesta provocó inmediatamente que los inversionistas vendieran los bonos del gobierno. Así, el precio se desplomó y, consecuentemente, subió la tasa de interés. Esta es una relación clave en las finanzas que involucran títulos como son los bonos y no debe perderse de vista.

La repercusión sobre el valor de la libra esterlina fue severa, mientras el 12 de septiembre se cotizaba en 1.17 por dólar se depreció hasta 1.07 el día 27, un récord en la cotización entre ambas monedas.

El banco central anunció que fijaría las tasas al nivel que se requiriera para contener la inflación y defender a la libra de una mayor devaluación. Así, obligado también por la caída del precio de los bonos de la deuda pública, el banco asumió por necesidad una mayor alza de tasas a la esperada por la tendencia que se aprecia globalmente por las subidas que ha decretado la Reserva Federal de EU. Intervino con un programa masivo de compra de bonos y con ello alivió la fuerte presión que había sobre los fondos de pensiones que ante el alza de los intereses podría convertirse en un factor de gran inestabilidad financiera y social.

Los movimientos provocados por el minipresupuesto son los mayores registrados en ese país en los pasados 35 años. La magnitud de la caída del precio de los bonos y la consecuente alza de las tasas expresaban la expectativa de una alta inflación y más altas tasas de interés.

El costo del financiamiento público que en enero era del orden de uno por ciento se elevó con el minipresupuesto hasta 4.5 y bajó con la intervención del banco central a 4 por ciento. La inflación es del orden de 10.6 por ciento; el mercado accionario se desplomó 232 puntos. En este escenario, no hay confianza en el ofrecimiento de Kwarteng de contener el crecimiento de la deuda interna.

La llegada de Truss a primera ministra y el presupuesto se Kwarteng que provocó esta crisis esta asociada, según muchos analistas británicos, con el largo proceso de conflictos y tensiones abiertos tras el referendo sobre del Brexit en junio de 2016 y hasta la salida de la Unión Europea el 31 de enero de 2020 y que ha dejado todavía un reguero de problemas. El conflicto no ha cesado en apenas unos cuantos días se ha desacreditado el gobierno de Truss.

El caso es que Gran Bretaña no es EU, lo que en realidad se condensa en el hecho de que la libra esterlina no es el dólar. Lo que se ha puesto de relieve es, precisamente, que el dólar retiene un privilegio en la jerarquía internacional del dinero.

Es previsible que luego de elevar tres veces consecutivas las tasas de referencia, la Reserva Federal, contenga el alza para prevenir una recesión que podría ser mucho más profunda de lo que se espera.