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El tamaño de la recesión global
D

urante dos semanas consecutivas los precios en el mercado de acciones globales cayeron fuertemente ante la perspectiva de un nuevo aumento sustancial en las tasas de interés que fijan los bancos centrales. Tal aumento ya se consumó.

Las crónicas de los diarios especializados tenían un claro tinte de alarma al señalar que: el índice global FTSE (Financial Times Stock Exchange) cayó 5 por ciento la semana pasada; el S&P 500 bajó 4.6; Nasdaq, de las acciones de tecnología, 4.16; el Europe’s Stoxx entraba en lo que se denomina un mercado bajista que apunta a un largo periodo de precios en descenso. Esto se refiere a una baja de precios de 20 por ciento o más luego del más reciente pico registrado; a principios de enero el índice era 494 y 390 el pasado viernes.

Dado el papel central del dólar estadunidense en los mercados de dinero y capital, la atención se centró en la decisión que tomó la Reserva Federal el pasado jueves 22. La medida fue elevar la tasa de interés de referencia 0.75 por ciento por tercer trimestre sucesivo y llevándola a 3.25 por ciento. La evolución se aprecia en el hecho de que entre en 16 de marzo de 2020 y el 17 de marzo de 2022 la tasa fue 0.25 por ciento y en esa última fecha inició su progresiva escalada hasta el registro actual.

Se espera que las tasas sigan creciendo en la medida en que el objetivo primordial es reducir la inflación. El índice de precios al consumidor indica una inflación anual a agosto de este año de 8.26 por ciento. El objetivo de inflación de la Fed es de 2 por ciento anual; en 2019 fue 2.3, en los dos siguientes años fue 1.4 y 7 respectivamente.

Así es que la inestabilidad monetaria y financiera se ha convertido en el principal problema económico que se ha extendido por diversas razones a lo largo de la economía mundial. La Fed proyecta elevar las tasas hasta 4.4 por ciento para el fin del año y 4.6 en 2023. Esto impacta directamente en economías como la mexicana, que sigue aquellos movimientos de modo directo por la estrecha interrelación económica en términos productivos, comerciales y de movimientos de capitales.

Sólo con escasas excepciones, en todas partes los bancos centrales siguen las pautas de costo del crédito determinado por la Fed. Una de esas excepciones es el Banco de Japón que hace unos días mantuvo su tasa de corto plazo en menos 0.1 por ciento y en cero para los bonos del gobierno a 10 años. Japón se enfrenta con la deflación desde fines de la década de 1990 y aplica tasas negativas de interés desde 2016.

El debate en torno a las medidas de política económica que aplica la Fed ha desatado fuertes críticas y debates. El meollo del asunto está en el diagnóstico del proceso de alza de los precios que está en curso y, por consiguiente, el costo de las fuertes medidas antiinflacionarias. Se trata pues del tamaño de la recesión que se está provocando. Este es el debate en torno al aterrizaje suave y el duro que ha marcado la discusión desde hace ya muchos meses. Hoy, Powell, el presidente de la Fed, admite que será muy difícil conseguir uno suave. Los costos de una recesión serán altos.

Las críticas a la Fed se centran en la dimensión de las alzas en las tasas de interés, consideradas por mucho como agresivas y de constituir un grave error. El argumento se centra, por supuesto, en el carácter dinámico del proceso inflacionario. Se afirma que un primer error del banco central fue que durante los dos años previos mantuvo su laxitud monetaria con muy bajas tasas de interés mientras que había una expansión en curso que ameritaba una cierta y progresiva contención.

Ahora se advierte ya el descenso de ciertos precios clave, por ejemplo, el petróleo. En marzo pasado el precio del barril West Texas era de alrededor de 125 dólares por barril, ahora está en poco más de 78 dólares. El precio de las casas creció en torno al 30 por ciento entre 2020 y 2022. La mediana del precio había crecido 416 por ciento entre 1980 y 2020 y llegó a 428 mil dólares; ha caído a 354 mil y se advierte ya un descenso en la construcción.

El incremento del precio de los alimentos ha sido especialmente notorio y se espera que el mayor abasto de fertilizantes, junto con los energéticos, empiece a abatirlos.

El tema más contencioso del debate acerca de la inflación es el relativo al mercado de trabajo. Powell señaló el pasado día 22 que la tasa de desempleo está en su nivel más bajo en cerca de 50 años; la demanda de las empresas por trabajadores está por encima de la oferta y a eso se achaca una fuerte presión inflacionaria.

Hay otras voces que discrepan de esta consideración. El argumento es que el alza de los salarios no está empujando a la inflación, sino que los salarios realmente van por detrás del alza general de los precios. Los trabajadores estarían recuperando algo en medio de la inflación y que se apunta a ellos cuando que el resto de los precios empieza a ceder. Este es un asunto clave: el de la disputa entre ganancias y salarios que planteó David Ricardo en 1815 en su teoría de la distribución.

Es, ciertamente, muy complicado estimar la tasa de interés que puede incidir en la reconfiguración de la estabilidad financiera. Hace un año la expectativa sobre la tasa de interés que fija la Fed era de uno por ciento al final de 2022; ahora se estima en 4.4 por ciento al final del año.

En torno a esta discusión se plantea el grado de la recesión que se está provocando con la política monetaria para recuperar la estabilidad. Para muchos, será excesiva. La recesión será muy costosa en términos sociales y con un alto impacto en términos de la distribución del ingreso y de la riqueza. Así como se dijo con respecto a la crisis financiera de 2008 que Esta vez es diferente. El proceso inflacionario actual también parece ser diferente.