Viernes 9 de septiembre de 2022, p. 5
La escritura de un libro se convierte durante su proceso en obsesión, si no parte de ésta desde el principio, sostiene Emiliano Monge (Ciudad de México, 1978), autor de la recién publicada novela Justo antes del final (Random House, 2022).
La fijación no tiene que ser necesariamente hacia la historia, precisa. Se puede estar obsesionado con un tema, aunque también con el lenguaje. Durante la elaboración del texto, te empecinas forzosamente con todo: el ritmo, la historia, las palabras, la tensión, los silencios, su arquitectura, el espacio que es la novela, además de la historia
, detalla Monge en entrevista.
Uno pasa muchas horas dentro de un mismo lugar del que sale y vuelve al día siguiente. Con algo tienes que obsesionarte para poder entrar y salir, lo cual es una muestra de la obcecación; si no, lo dejarías.
Monge siempre propone que una nueva publicación sea radicalmente distinta a la anterior. Un reaprendizaje de la escritura y una lucha con el lenguaje
. Hacia ese efecto, trato de olvidar el libro anterior lo más rápido posible. Eso, obviamente, me lleva a búsquedas nuevas y distintas, a veces
.
También politólogo, Monge ha desarrollado temas como la migración, la violencia y el entorno familiar. En Justo antes del final, el autor vuelve al terreno autobiográfico, ya que la protagonista es la madre del narrador.
Al mismo tiempo, se entretejen ciertos destellos de locura del mundo mediante instantes o descubrimientos; por ejemplo, la píldora anticonceptiva, la cámara instantánea, los antidepresivos, y sucesos como el estallido social en Ecuador o en Nigeria, temas que se mezclan y hacen un fresco que es más o menos un retrato de la locura de la maternidad, en la intimidad, y otro a una escala mayor, lejos
.
En 2018, Monge publicó No contar todo, novela en torno a una relación padre/hijo y las violencias masculinas.
En Justo antes del final retoma experiencias propias, así como la locura, palabra asociada “con un momento de quiebre, como si ocurriera de repente, pero es algo que se desarrolla a lo largo de mucho tiempo, a veces se queda latente o marca la vida de las personas, al mismo tiempo que es una frontera.
La diferencia entre un creador y un loco es que el primero construye una metáfora que reconoce como tal, a la que puede entrar y salir. En ciertos tipos de locura la persona también construye metáforas; sin embargo, no lo reconoce así.