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Recesión en Estados Unidos: sí, no, tal vez
E

l pronóstico sobre una posible recesión en Estados Unidos se ha convertido en un dilema sisifiano.

Lo que algunos especialistas afirman un día sobre la posibilidad de que ocurra, al siguiente rectifican dudándolo, y al día siguiente dicen que, de hecho, ya existe.

Uno de los artículos sobre el tema se publicó recientemente en la sección de negocios de The New York Times. (Ben Casselman, 6-7/22)

Tal vez podría ayudar a los no especialistas en cuestiones económicas, si no para entender plenamente ese fenómeno, al menos para aclarar un poco las dudas que suscita.

El artículo explica que la recesión se establece cuando el producto bruto de un país (PIB) disminuye durante por lo menos dos cuatrimestres, además de un aumento sustancial en el desempleo y de una alta inflación. En ausencia de uno o dos de esos factores, cabe dudar de que exista una recesión.

El organismo semioficial que, en cierta forma, da cuenta de tal fenómeno es la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés).

Una de sus limitaciones es que, por la complejidad propia de sus investigaciones, su dictamen lo da a conocer seis o 12 meses después de que la recesión pudo haber empezado.

En cambio, el sector financiero, el comercial y, desde luego, el Banco Central tienen otros medios y métodos para determinar si existe una recesión.

Frecuentemente, y en distintos momentos adelantan sus pronósticos sobre el momento en que se gesta una recesión, así como de su profundidad y extensión, aunque sin la precisión que caracteriza al que emite la NBER.

También entre algunos economistas hay diferencias para definir si la hay o no. Por si esto fuera poco, en cada medio de comunicación hay especialistas que ofrecen informaciones y análisis al respecto.

Todo esto vuelve a mucho más difícil saber a ciencia cierta cuándo y cómo el fenómeno afecta a la economía y, lo que es más importante para la sociedad en general.

A fin de cuentas, para amplias capas de la población, lo esencial no es la definición técnica de una recesión ni cuándo empieza o termina, sino la forma en que perjudica la subsistencia diaria de sus hogares, por el encarecimiento de la alimentación, la vivienda, y el transporte.

En este sentido, las diferencias entre distintos estratos económicos cobran una importancia vital, en el más profundo significado del término.

En un artículo reciente sobre la carestía que afecta a millones de familias en Estados Unidos, se describe el daño que la inflación inflige a quienes viven al día.

Pone de manifiesto las condiciones de indigencia de quienes trabajan en los servicios, en la agricultura y el comercio, muchos de ellos migrantes provenientes del sur del río Bravo, quienes además carecen de vivienda, en una ciudad que alberga un exclusivo centro vacacional en el estado de Utah.

El contraste con la opulencia de los dueños de residencias, y de quienes vacacionan ahí, es abrumador. Sobra decir que el problema no es privativo de ese lugar.

El contraste, se torna más dramático cuando un proceso de carestía, como el actual, repercute en un aumento en el precio de los productos básicos.

El impacto que tiene en la salud, la educación y, en general en el nivel de vida de los sectores más precarios, es acumulativo y sus consecuencias son cada vez más difíciles de superar.

La fotografía que ilustra el artículo en referencia muestra la miseria de lo que de manera eufemística llaman vivienda, que no es más que una lona en la que se hacinan para dormir y medio comer, o el crecimiento astronómico de vehículos improvisados como alojamiento en los que duermen familias completas, debido a la carencia de viviendas y su altísimo costo. ( NYT 7/8/22)

En síntesis, el concepto de inflación y recesión carecen de significado para el sector de los pobres, ya que ellos, al igual que millones en el mundo entero, han vivido en permanente recesión a lo largo de toda su vida.

La cruel paradoja es que cuando llega la recuperación, el auge económico y el progreso, casi siempre se les deja de lado, y con frecuencia se acentúan sus carencias.