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Entrevista con Rosario Piedra Ibarra

Murió en la soledad, en el abandono; ¿quién se acuerda de Echeverría?
 
Periódico La Jornada
Viernes 15 de julio de 2022, p. 10

Ante la muerte de Luis Echeverría Álvarez, Rosario Piedra Ibarra, titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), es directa: hay un respeto al ser humano pero no a la investidura que tenía, porque él como presidente de la República fue uno de los principales violadores de derechos humanos. Además, subraya, fue la autoridad responsable en un sexenio en el que se contabilizan al menos 500 personas desaparecidas.

Al hablar de lo que significó dicho periodo, reconoce que es difícil hacerlo por ser familiar de víctima de desaparición forzada, pero agrega: como dijo una vez mi madre: nadie se va a acordar de él (Echeverría), pero sí de Jesús Piedra Ibarra y de muchos otros desaparecidos de este país.

La memoria histórica, dice, es lo que tenemos que reivindicar para ubicar a cada quien en su lugar, quiénes fueron los represores, los verdugos, y quiénes los ciudadanos que a veces sin deber nada, fueron masacrados y torturados en una desproporción muy grande de fuerza.

Para la actual ombudsperson, a este periodo de la historia del país no le corresponde la denominación de guerra sucia, como se le ha referido de manera popular, sino se trata de una etapa de violencia de Estado o terrorismo de Estado.

Apunta que es crucial dar a conocer a las nuevas generaciones y a todo el pueblo lo que sucedió, ya que no podemos permitir que gobiernos así volvamos a tenerlos en el poder. Eso es muy importante.

En entrevista con La Jornada, Piedra Ibarra relata lo que representa para ella el abordar este tipo de episodios de la vida nacional, tras años de búsqueda que tuvo junto a su madre, la luchadora social, Rosario Ibarra de Piedra, quien no descansó en la intención de localizar a su hijo –y hermano de la titular de la CNDH– Jesús. Búsqueda que aún continúa.

“Al presidente Luis Echeverría Álvarez yo lo abordé junto a mi madre en varias ocasiones, en algunas, la acompañaba mi hermana o mi hermano. El cinismo del señor presidente era insuperable porque él (actuaba) como si nada hubiera pasado, decía sobre mi mamá: ‘ay pobrecita madre atiéndanle por favor’. Ella logró acercarse a él en 39 ocasiones, y en todas, la respuesta era que se iba a investigar, que se estaba haciendo algo, que se le tenía que atender”.

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▲ La titular de la CNDH, Rosario Piedra Ibarra, subrayó que el ex presidente fue la autoridad responsable en un sexenio en que se contabilizan al menos 500 personas desaparecidas.Foto María Luisa Severiano

Reconoce que por la actitud de Echeverría, nunca esperaron nada.

Entonces es algo difícil por todo lo que significó no sólo para nosotros, sino para cientos de familias en este país, sin embargo, ¿cómo murió?, eso es lo que tendríamos que preguntarnos: murió en la soledad, en el abandono; ¿quién se acuerda de Luis Echeverría?

Piedra Ibarra considera que Luis Echeverría Álvarez no es el único ex presidente que se fue impune, a pesar de una historia muy negra, también refirió los casos de Gustavo Díaz Ordaz o Adolfo López Mateos.

Pero Echeverría se va impune entre comillas porque el juicio de la historia es implacable y eso es algo que ya queda en la memoria no sólo del pueblo de México, sino de muchas personas al exterior, de organismos internacionales, de que fue un presidente represor, asesino, que durante su sexenio se llevaron a cabo la detención de varios activistas, la desaparición forzada de muchos de éstos.

Destaca que desde su llegada a la presidencia de la CNDH una de sus prioridades también ha sido investigar la represión y desapariciones forzadas por violencia política del Estado durante el pasado reciente, y para ello en febrero de 2020 se creó una oficina encargada de estos asuntos.

Otro de los objetivos de las indagatorias que realiza tanto la CNDH, y por separado la Comisión para la Verdad y la Justicia (de los hechos entre 1965 y 1990) creada por la Secretaría de Gobernación, es la reparación integral del daño, lo que implica limpiar los nombres de muchos luchadores sociales, sobre quienes quisieron ensuciar su historia y calificarlos de manera pública como asesinos o delincuentes, cuando en realidad eran ciudadanos que querían cambiar el rumbo de este país y que existiera el Estado de derecho, concluye.