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Crean método basado en larvas para reconocer plásticos biodegradables y compostables
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▲ La técnica, desarrollada en el Instituto de Ingeniería de la UNAM, usa dos especies de larvas de coleópteros, de la familia Tenebrionidae.Foto cortesía de la institución
 
Periódico La Jornada
Jueves 7 de julio de 2022, p. 2

Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) descubrieron un nuevo método basado en el uso de dos especies de larvas de coleópteros, de la familia Tenebrionidae, para identificar los plásticos biodegradables y compostables, en un tiempo menor al de las técnicas convencionales. La patente fue solicitada por la Coordinación de Ingeniería Ambiental del Instituto de Ingeniería, donde se realizó el estudio.

La meta es que los fabricantes de bolsas de esos materiales tengan resultados rápidos, máximo tres meses, en lugar de año y medio. No existe una prueba que confirme ciento por ciento la biodegradabilidad, y las que hay no se pueden considerar rápidas, ya que se tardan más de un año, explicó María Neftalí Rojas Valencia, a cargo del proyecto.

Es necesario el desarrollo de renovados métodos que consideren los criterios ya establecidos por la normatividad, pero que agreguen más evidencia y reduzcan tiempo para determinar si un bioplástico es compostable o biodegradable, añadió.

La especialista señaló que esas larvas, conocidas como gorgojos, ya se habían estudiado, pero las pruebas se enfocaron en unicel. Luego de dos años de investigaciones se comprobó que dan excelentes resultados en plásticos.

Agregó que se empleó el hongo Pestalotiopsis sp, comprado en el extranjero, que también se había usado para unicel y con el cual se logró degradar bolsas plásticas. En la investigación se descubrió un hongo de una cepa particular, que también se alimenta de ese material biodegradable; ese organismo, que se desarrolla fácilmente en las condiciones de temperatura y clima de nuestro país, aún no tiene nombre, señaló Alberto López Juárez, alumno de maestría.

Cuando una bolsa no es biodegradable, sino de hidrocarburo, el hongo no tiene ningún efecto, pero rompe las que sí lo son en cuestión de días. El problema es que después de 11 días la vida del hongo comienza a decaer. Estoy trabajando para que dure más y concluya el proceso de la biodegradación, indicó el joven.

Rojas Valencia destacó que hay 500 mil millones de bolsas plásticas circulando; al minuto de su uso, un millón de ellas se tiran a la basura y sólo alrededor de uno por ciento se envía al reciclaje.

Actualmente también enfrentamos el problema de los microplásticos. Hay estudios que no sólo demuestran su presencia en sitios tan lejanos como la Antártida, sino en la placenta y sangre humanas, alertó la experta.

Los plásticos, aclaró, son biodegradables por su composición de carbono e hidrógeno, lo cual los hace compuestos orgánicos; el problema es que se descomponen muy despacio, algunos en más de 150 años. “Lo que se ha hecho para evitar que duren tanto tiempo es agregar un aditivo; este componente ‘ayuda’ a la bolsa a degradarse, pero también a romperse en fracciones; eso ha provocado el aumento de microplásticos”.

La norma mexicana dice que las bolsas deben ser biodegradables o compostables, pero no es tan fácil demostrar que lo son. La principal diferencia entre ambas es que la primera tiene aditivo y la segunda, una resina. Para certificarlas, las primeras deben demostrar su capacidad de descomposición en el medio natural, velocidad de desintegración, ecotoxicidad y contenido de metales pesados.

Para determinar cuáles cumplen con las características de cada categoría y ayudar a los fabricantes a obtener sus sellos de certificación, en el Instituto de Ingeniería se realizan las pruebas de los plásticos con base en cuatro normas nacionales e internacionales de biotoxicidad, entre otros.