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Economía Moral

Historia de mi vocación 23ª entrega // La esperanza renace en Colombia, donde participé en el desarrollo de la concepción de economía popular

¡A

leluya! Gustavo Petro, ex guerrillero, y Francia Márquez, afrocolombiana, ambos izquierdistas, antisistema, gobernarán Colombia, esperanzando a los olvidados de esa tierra asolados con la violencia que ha plagado a ese hermano país del realismo mágico, en el que viví 4 años (1988-1991). Cuando ahí vivía asesinaron en 1989-1990, a tres candidatos presidenciales, uno de ellos Carlos Pizarro, ex guerrillero urbano, como Petro, del M-19, en un vuelo comercial. En la entrega anterior (17/06/22) abordé el planteamiento de las comunidades urbanas productivas (CUP), desarrollado en el proyecto Regional para la Superación de la Pobreza en América Latina, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La noción de la CUP nació de la observación de la vida de los barrios populares y de la experiencia de frustración permanente de los programas de vivienda de interés social que nunca llegan a los pobres, porque éstos (por definición) no pueden pagar. La CUP fue producto colectivo de un arquitecto viviendólogo peruano (Hugo Ruibal), un experto en tecnología apropiada colombiano (Jorge Zapp), y un pobretólogo mexicano (Julio Boltvinik). Pocas veces en mi vida he experimentado de manera tan intensa la sensación de ¡Eureka! cuando se descubre algo, como aquella tarde de 1989, en la cual se entretejieron entre los tres las ideas de la CUP. Durante la vida del proyecto se pusieron en marcha varias experiencias de CUP. Las más exitosas fueron las de cultivos hidropónicos, empezando con la del barrio Jerusalén en Bogotá. La CUP forma parte de la concepción de la economía popular (EP), que a su vez forma parte de lo que llamé el nuevo paradigma que contrasta con el paradigma dominante del desarrollo que prevaleció durante muchas décadas y que sostenía que el desarrollo del trabajo asalariado en el sector moderno de la economía acabaría por brindar a toda la población la satisfacción de sus necesidades básicas: la promesa de que, en última instancia, sería superada la pobreza. La racionalidad capitalista consagrada como la racionalidad única. Para este paradigma dominante no existen, son irracionales, ineficientes e irrelevantes, racionalidades ligadas a la satisfacción de necesidades, sin patrones ni asalariados y relaciones de solidaridad. Pero en los años 70 el paradigma dominante hizo agua. Se empezó a estudiar con seriedad el sector informal urbano y resurgieron los estudios y debates sobre la economía campesina. Fue el periodo de auge de las tecnologías apropiadas y del otro desarrollo. El nuevo paradigma consiste en la aceptación, estudio y promoción de múltiples racionalidades de producción y reproducción. Por otra parte, la revolución científico-tecnológica permite disociar gran escala y alta productividad, haciendo posible la producción muy eficiente en pequeñas unidades como lo hizo notar Alvin Toffler en La tercera ola.

La promoción de la EP no significa que deba desarrollarse en forma desarticulada de la economía moderna. Al contrario, una parte de las potencialidades económicas de las actividades por cuenta propia y asociativas de los pobres radica en su articulación, vía encadenamientos hacia atrás o hacia adelante, con empresas modernas o el sector público. El concepto de desarrollo de la EP tampoco supone una línea asistencial o de beneficencia. Se trata de desarrollar actividades de alta productividad, pero controladas por los pobres, de tal manera que los excedentes sean apropiados por ellos y, por tanto, conduzcan a la superación de la pobreza. La EP, si bien tiene su elemento central en las actividades productivas, no se reduce a ellas, sino que constituye todo un modo de vida. Entre los pobres, las actividades económicas están intrínsecamente unidas con la familia y los lazos de solidaridad del barrio o de la comunidad. Para la promoción de la economía controlada por los pobres se parte de las formas espontáneas de organización para la producción, y se desarrollan a partir de los conocimientos modernos sobre los determinantes de la productividad, pero haciéndolo de tal manera que los pobres no pierdan el control de sus actividades y no se rompan los lazos de solidaridad. Por último, el desarrollo de la EP, lejos de representar un obstáculo al crecimiento económico, se constituye en un formidable estímulo al mismo. La historia económica demuestra que, ante mercados reducidos y estancados, la producción detiene su crecimiento. Que el estímulo de crecimiento de los mercados acelera el proceso de acumulación de capital. De ahí la tesis fundamental de que la incorporación de los pobres como productores generando sus propios ingresos y, por tanto, como consumidores, significa que la ampliación del mercado y de la producción popular, no solamente no es contradictoria con el crecimiento de la economía, sino que es una estrategia viable de desarrollo económico. Aun con un crecimiento lento del PIB, una alta tasa de crecimiento del PIB generado por los pobres generará un importante aumento del bienestar social global. Se trata de impulsar un crecimiento económico que, por el lado de la oferta, tenga dos sostenes fundamentales: la economía moderna y la EP. Por el lado de la demanda, el motor principal sería el crecimiento de los ingresos de los pobres, como resultado de dos fenómenos complementarios: el crecimiento de la EP (aumento de su producción, de su productividad y de una mayor apropiación del valor agregado) y de la mejoría de los salarios reales y de los niveles de empleo en la economía moderna. En la medida en la que se desarrolle la EP y se eleven los ingresos de los ocupados en ella, los mercados de trabajo asalariado se transformarán. La elevación de los salarios reales en la economía moderna será inevitable si se quiere reclutar a personas que tendrán otras opciones atractivas. Para lograr el crecimiento de la EP se requiere: a) mejorar su acceso a los activos productivos; b) hacer de su apoyo una tarea sistemática y prioritaria de la estrategia global de desarrollo, utilizando la capacidad de compra del Estado, la asistencia técnica y otros servicios. c) eliminar las trabas legales al desarrollo de sus actividades. Para el acceso a activos productivos diferentes al suelo, urbano o rural, en tanto que son reproducibles por el ser humano, el elemento esencial es la redistribución del acceso al crédito, tanto para activos fijos como circulantes. Se trata de lograr que los pobres tengan acceso a proporciones crecientes de los recursos crediticios, eliminando así uno de los elementos básicos que reproducen la pobreza y la encierran en un círculo vicioso. Para ello es importante eliminar el requisito de garantías de propiedad en el otorgamiento de los créditos. Éstas deben ser sustituidas básicamente por garantías de solidaridad. El garante solidario puede ser, como lo muestra la experiencia de diversos países, el propio grupo asociativo de los pobres. También puede ser el Estado mediante un fondo de garantía que respalde los créditos otorgados a los pobres, para que puedan canalizase a éstos los recursos de la banca comercial. El acceso al crédito, aunque condición necesaria, no es suficiente. Ser pobre significa también tener poco acceso a la información y poca capacidad para interpretarla. Por eso, la capacitación y la asistencia técnica son elementos adicionales clave en la ruptura del círculo vicioso de la pobreza.