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Más allá de la mercadotecnia
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l Día del Padre es un buen momento para pensar en maneras de involucrar más a los padres en la familia.

Participemos con un ejercicio activo y responsable de la paternidad para que no sea una trasgresión a las normas sociales, ni una ayuda o favor, sino, más bien, un compromiso sensible y consciente que impacte de manera positiva en el desarrollo y bienestar de niños y niñas y colabore a un cambio en la manera en que nos relacionamos para encaminarnos hacia una mayor equidad e igualdad y para que cuando pasen los años sirva de balance con el fin de aprender, porque, como dice la frase, nadie nace sabiendo a ser padres.

Celebremos los avances que existen para una paternidad distinta y moderna, con menores señales de machismo en relación con lo que implica la participación en la educación y el acompañamiento amoroso del desarrollo de niñas y niños.

La cultura patriarcal, heredada por siglos, instauró una visión hegemónica de lo que implica ser hombre, relevando como única fuente de reconocimiento y valor la figura del hombre blanco, heterosexual, con identidad de género, joven y productivo. Esta visión ha penetrado también cómo se ha entendido socialmente la función de ser padre, asimilándolo con una imagen de proveedor de recursos materiales que delega la crianza en la mujer y lo sitúa en una posición de espectador.

Los movimientos sociales relacionados con el feminismo y las diversidades no sólo han tenido repercusiones en relación con las mujeres y las minorías diversas, sino que también han impactado en el quehacer deshaciendo algo para darle una nueva estructura (deconstrucción) de la concepción de hombre y padre. Estos cambios han promovido la apertura de espacios para que quienes son padres puedan conectar con la crianza desde otros lugares antes asignados y demandados únicamente a las madres, por ejemplo, el cuidado de los hijos e hijas, demostraciones de afecto y preocupación por ellos.

Por una parte, estos cambios en el ejercicio de la paternidad inquietan a algunos hombres, ya que la sociedad en que vivimos, en especial los ambientes más conservadores tienden a cuestionar e invalidar este involucramiento en la crianza; por el contrario, se observa que se otorga un valor adicional a los hombres que ayudan a las madres en el cuidado de niños y niñas, que se sobreinvolucran en la crianza y exceden los comportamientos socialmente aceptados acerca de su desempeño parental. No se debe dejar de señalar que esto, en ciertas sociedades, no deja de ser disruptivo y criticado.

Lo anterior ayuda a reducir las muestras de afecto de algunos padres hacia sus hijos. Es probable que muchos de ellos se retiren de esta forma de crianza debido al castigo social que pueden experimentar o por la falta de oportunidades y habilidades para practicar una crianza positiva y amorosa, ayudando a redefinir lo que ya no es crianza.

La participación en la crianza, el apego temprano a los niños, la comprensión de las necesidades de cuidado infantil y la participación activa en las diferentes etapas de desarrollo incentivan a los padres a brindar experiencias significativas que son esenciales para el desarrollo y bienestar de las niñas y los niños.

Cabe mencionar que en el proceso de crianza respetuosa y amorosa, donde ambos padres participan activamente, los niños y niñas crecen y se desarrollan en ambientes bien manejados y dignos. Los progenitores se dan cuenta de la heterogeneidad de la crianza, contribuyendo aún más a este cambio en la forma de interactuar.

A raíz del incremento de padres que se quedan en casa, muchas mamás se sienten presionadas a cumplir una doble función, ya que en la sociedad contemporánea es evidente que la función social de la mujer y el hombre han cambiado, lo cual ha irrumpido en todas las expresiones sociales desde el seno familiar, así como en escenarios como el empresarial y la participación política.

Más allá de detenernos a criticar los papeles de los cambios sociales que se han presentado producto de la evolución, creo que debemos detenernos a comprender causas y efectos, así como poder desempeñar la mejor acción de paternidad posible ante este paradigmático siglo XXI que ha tocado vivir a nuestra generación.

Feliz Día del Padre.