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Penultimátum

EL lucrativo negocio de la belleza

A

l fin una serie aborda los concursos de belleza en México: Señorita 89. La escribió y dirige Lucía Puenzo para la plataforma Starzplay. La protagoniza Ilse Salas, multipremiada actriz de cine y televisión, quien interpreta a Concepción, ambiciosa directora del certamen, lucrativo negocio de la principal cadena de televisión.

Violencia, drogas, prostitución y un escándalo político enterrado bajo las lentejuelas, el maquillaje y los reflectores de un certamen venido a menos y que tuvo alto raiting de televidentes. La ganadora podía participar en Miss Universo, creado hace 70 años, y muestra de discriminación racial y étnica.

La primera mexicana en obtener esa corona fue Lupita Jones. El gobierno que presidía Carlos Salinas utilizó su logro muy bien. Luego, Lupita se encargó de organizar Miss México por cuenta de Televisa. Señorita 89 bien puede ser la biografía de la mujer que aspiró a otro cetro el año pasado: la gubernatura de su estado natal, Baja California. Postulada por la alianza PRI-PRD-PAN, obtuvo 11 por ciento de los votos.

Desde 1996, y hasta 2015, el dueño de Miss Universo fue Donald Trump. Lo convirtió en una competencia en la que las participantes y sus seguidores en cada país despertaban un nacionalismo recalcitrante. Alicia Machado, de Venezuela, obtuvo la corona en 1996. Años después denunció el abuso que sufrió del magnate.

Más longevo es Miss Francia, data de 1920 y busca encontrar a la mujer joven más representativa de la belleza y la elegancia. La agrupación Osez le Féminisme (Atrévete a ser Feminista) demandó a sus propietarios, pues discriminan por género, orientación sexual, situación familiar o características genéticas, lo cual es ilegal en dicho país.

En el formulario de solicitud para concursar, las candidatas son eliminadas si miden menos de 1.65 metros, si han estado casadas o tienen hijos. O usan pelucas o extensiones de cabello, tienen tatuajes y fuman. Las posibles reinas no deben someterse a ningún cambio físico importante después de ser aceptadas en la competencia. Si incumplen lo anterior, pagarán una multa de 6 mil dólares.

Osez le féminisme condena la explotación de la mujer para obtener beneficios económicos, mas no pide que desaparezca Miss Francia, pero sí las cláusulas sexistas que exigen los dueños de ese negocio. Realista, el grupo sabe que es uno de los de mayor audiencia de la televisión gala.