Número 173 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
Saharahuis
República Árabe Saharaui Democrática, 1982. Una mujer saharaui en los campamentos de Tinduf, Argelia, en donde, desde los años 70, viven centenares de saharauis esperando a que concluya la guerra. Pedro Valtierra

Publicado en 1982 en la revista Por esto!

Mujer saharaui

Pedro Valtierra  

Keltum Mohamed Salen es una mujer de 24 años, casada con un combatiente a quien desde hace meses no ve, con una hija. Es miembro de la Secretaría General de la Unión de Mujer Saharaui. Desde la edad de 15 años, recuerda, inició sus actividades clandestinas con el POLISARIO. Originaria del Aaiun, la capital aún en poder del “enemigo” marroquí. Hoy está totalmente, como todos los hijos de este pueblo, a la lucha y a la organización de los Comités Populares de las Willayas en el exilio en territorio Argelino.

—¿Cuál es la forma en que se incorpora la mujer a la lucha de liberación?

—Para nosotros como mujeres la incorporación a la lucha revolucionaria fue hasta cierto punto fácil. ¿Por qué? Bueno a la mujer siempre se le consideró como un ser no pensante y que sólo debería estar dedicada a las labores domésticas y dentro del hogar para atender a los hijos y ahí esperar al marido. No teníamos otra alternativa. Esa era la vida de la mujer en nuestra patria. Esta idea fue siempre fortalecida por el colonialismo español.

Sentada en la orilla de una cama, mientras un compañero POLISARIO nos sirve té, Keltum Mohamed recuerda los días tristes bajo la presencia de los Españoles: “Nosotras las mujeres estábamos explotadas, en primer lugar por nuestros propios compañeros, padres y hermanos que ellos a su vez así se les había inculcado, no por conciencia. Debo decir que no todas estábamos en esas condiciones, ya se veía en aquel tiempo cierta conciencia de la igualdad entre nosotros y el hombre. Era la explotación y el sojuzgamiento en que estamos lo que nos daba esa conciencia.

Al surgimiento del POLISARIO la incorporación de todos los integrantes de nuestra sociedad fue masiva. Nosotros aprovechamos la situación en que nos tenía el colonialismo y logramos tener una participación más importante que el hombre, no porque ellos no pudieran sino porque el “enemigo” perseguía más al hombre que a nosotros. Aprovechamos que ellos nos consideraban seres atrofiados y que no éramos capaces de pensar ni un ápice para entregarnos a la organización de las células, distribuíamos panfletos, organizábamos los círculos de estudio, bajo nuestras ropas llevábamos armas de un lugar a otro sin que los soldados se pudieran dar cuenta de ello. Jugamos un papel importante en la formación de los cuadros políticos.

Para nosotros realizar esas tareas era muy fácil, por lo que te he dicho. Luego recuerda un caso: Durante una de las primeras manifestaciones que organizaba el POLISARIO una de nuestras compañeras fue capturada por el ejército por andar distribuyendo propaganda, fue trasladada al cuartel y ahí interrogada de una manera que podríamos calificarla de respetuosa sólo por el hecho de ser mujer. Ellos la consideraban enajenada. Ella entonces exigió que la trataran como un ser consciente y reconoció además ser miembro del POLISARIO, exigía un trato de presa revolucionaria. Los interrogadores no le hicieron caso y entonces llamaron a sus padres para que ellos respondieran por ella y se comprometieron a no dejarla salir de su casa a participar en cosas de hombres. Una vez que llegaron los padres al cuartel le dijeron:

Usted está perdiendo los pantalones, ahora ya no manda el hombre en su casa sino la mujer y eso es muy penoso —recuerda Keltum—, lo que estaban haciendo era tocarle el amor propio de macho. ¿Cómo iba el padre a permitir que su hija se le trepara en autoridad? Que protestara contra el gobierno sin que su padre lo supiera y además que saliera a la calle sin su consentimiento y autorización. Después de esto, el padre se comprometió a no dejarla salir de la casa y “ponerse él los pantalones”. Sólo de esa manera pudo salir de la cárcel la compañera.

Keltum Mohamed Salem que a sus 24 años es considerada una de las principales dirigentes de la mujer saharaui, ha participado en diversos congresos internacionales donde se han discutido problemas de la mujer. Actualmente tiene la responsabilidad de vigilar todo lo referente a la organización de los Comités Populares y que tanto el hombre como la mujer desarrollen bien sus tareas. Ahora “el hombre es plenamente consciente de que la mujer es tan capaz como él y existe un gran respeto “hacia nosotros”.

Durante la presencia del Gobierno Español en la República Árabe Saharaui Democrática, el 99 por ciento de toda la población era analfabeta, las puertas para cualquier empleo estaban cerradas, salvo las del hogar, sin embargo nosotros participamos por las razones que ya he explicado más que el hombre en las manifestaciones. Empuñamos también las armas y servíamos de correos de una ciudad a otra.

Actualmente la mujer desarrolla las tareas más importantes en la vida civil, aunque también en lo militar tiene alguna participación: “somos en este momento la vanguardia del pueblo a nivel de los campamentos y prácticamente es quien dirige; ella está presente en los servicios de sanidad de administración, en la alfabetización y otras actividades”.

De los 21 miembros del Poliburo Político del POLISARIO una es mujer. “Nosotros —dice Keltum—, estamos participando de forma amplia en la formación de las futuras generaciones al mismo tiempo demostramos que en el pasado fuimos objeto de manipulación y represión por parte del colonialismo. Ahora gracias a la maduración de nuestro pueblo estamos encontrando un verdadero lugar en la transformación de la sociedad. Salimos del hogar a construir una sociedad igualitaria sin explotados ni explotadores y por una sociedad de igualdad entre el hombre y la mujer. Lo hemos logrado, pero falta mucho por hacer aún.

—¿Cómo reaccionó el hombre ante la participación cada vez más amplia en la lucha por la liberación de su pueblo?

—Al principio hubo problemas. Muchos hombres no aceptaban ver a la mujer cumpliendo tareas que debería hacer el hombre, el machismo tan arraigado en nuestro pueblo se negaba a aceptar nuestra incorporación, fueron sin embargo, pocos los hombres que tenían estas ideas. Creo que en la medida que la lucha se fue ampliando y que la represión por parte del ejército fue más directa contra el hombre y la mujer por igual, ellos comprendieron que nos aceptarían como lo que somos: seres humanos revolucionarios y con la misma capacidad e inteligencia que el hombre.

—Del femenismo, ¿qué piensa usted?

—Nosotros respetamos sus luchas. Nosotros no tenemos problemas de sexo; respetamos todas aquellas formas de lucha que se dan para obtener la liberación de la humanidad en su conjunto. Nosotros tenemos una realidad que es diferente a la de otros países, por eso ya no podría opinar del femenismo con amplitud. Lo respetamos. Nosotros consideramos al hombre como hermano. Como compañero y camarada; es el resultado de la lucha que nosotros hemos sostenido contra el colonialismo, primero España y ahora Marruecos. Tenemos, desde nuestro punto de vista, como enemigo al imperialismo y otras formas de opresión del hombre donde quiera que se presente y pensamos, en base a nuestras experiencias que la liberación femenina se alcanza participando en el proceso revolucionario en la misma forma en que las masas lo vayan determinando, hombres y mujeres juntos, de esta forma pensamos es donde se alcanzan todos los derechos. Siempre al lado del hombre, nunca contra él. •

República Árabe Saharaui Democrática, 1982. Un miembro del Frente Polisario durante un desfile militar en el que se mostró el armamento quitado a las tropas del entonces rey Hassan II durante los combates. Pedro Valtierra
República Árabe Saharaui Democrática, 1982. Soldados del ejército saharaui, que lucha por la independencia del Sahara, muestran sus armas en Guelta Zemmur. Pedro Valtierra

Pedro Valtierra

República Árabe Saharaui Democrática, 1982. Vista panorámica del campamento de refugiados saharauis en Tinduf, Argelia, donde una señora pastorea las chivas.
República Árabe Saharaui Democrática, 1982. Dos mujeres saharauis durante los entrenamientos militares en las zonas liberadas y bajo el control del Frente Polisario. Pedro Valtierra
República Árabe Saharaui Democrática, 1982. Decenas de niños asisten a clases en los campamentos de Tinduf, Argelia. Pedro Valtierra