Opinión
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Gobernando contra la corriente de la historia
E

n esta y las dos siguientes entregas comparto con los lectores de La Jornada algunas reflexiones en torno a nuestros cada vez más imperfectos y polarizados intercambios, porque, como afirma José Woldenberg, en Contra el autoritarismo, si bien Nuestro debate público parece intenso y es colorido, no resulta muy fructífero. Bien a bien no sabemos a dónde nos dirigimos (p.17). Sin duda, rumbos inciertos como son las agresiones, sin sentido, al CIDE y su comunidad.

Tanto Contra el autoritarismo (2021) y Defensa de la democracia (2019), las más recientes entregas de Pepe editadas por Cal y Arena, como La democracia no se construyó en un día (Grijalbo, 2021), de Lorenzo Córdova y Ernesto Núñez, consejero presidente y funcionario de nuestro INE, son llamados claros y bien fundados a cuidar y reconstruir, mejorar y profundizar nuestro acuerdo democrático, sus reglas e instituciones.

“Mucho le costó a México tener una autoridad electoral autónoma (...) ello ha hecho posible tener elecciones competidas, alternancias en todos los niveles de gobierno, congresos plurales, expansión de las libertades, afirma Pepe en Contra el autoritarismo. ¿Es lo que se quiere sabotear”? (p.124).

Pregunta que alude a quienes buscamos sumar opiniones que contribuyan a la formulación de un proyecto de ampliación de las coordenadas que orientaron nuestra transición a la democracia, no sólo para proteger nuestro legado, sino para ofrecer mayores alcances, transformativos y enriquecedores, a nuestras ideas e instituciones para la democracia y el desarrollo.

Temas actuales y vitales, nos obligan a tener presente que “(…) el poder concentrado (…) suele incurrir y ha incurrido en todo tipo de excesos, negándole derechos a quienes disienten de él, asegura Pepe. De ahí la necesidad de reglas, instituciones y procedimientos capaces de procesar la diversidad que anida en cualquier sociedad moderna” (p.29).

Es cierto que navegar por estos mares de dificultad e incertidumbre mayúsculas ha sido impuesto por la pandemia y su secuela socioeconómica, pero es innegable que el empobrecimiento de las ideologías y de las iniciativas políticas no empezó ayer. La pérdida de vitalidad de nuestra democracia obedece a varias causas y ausencias: de compromiso, de debate, de ideas. De claridad y coherencia. Necesitamos discutir para sumar ideas y mejorar nuestro empobrecido intercambio político, apostar por un pluralismo político ilustrado, afinado, no vociferante ni chato.

Doloroso aprendizaje democrático

Para muchos, la terrible experiencia del 2 de octubre de 1968 bastó; para otros, los más jóvenes, fue la agresión criminal del 10 de junio de 1971 la que terminó con la paciencia de la que depende el ser ciudadano. Experiencias que, en el ánimo de muchos jóvenes, llevaron a la convicción de que el único camino posible eran las armas y la demolición del Estado. Pero, la ruta armada no es la heredera de la transición a la democracia, como recientemente se ha dicho: no fue ni la alternativa principal ni la única emanada de esas inolvidables jornadas. De hecho, frente a ese discurso que pronto se topó con las fuerzas del orden con un saldo doloroso, en el seno de lo que quedaba del movimiento estudiantil se mantuvo el discurso enarbolado por los principales dirigentes del movimiento, que en 1971 fueron liberados de su ilegal prisión.

Como lo propone Gilberto Guevara en La libertad nunca se olvida, para él y sus compañeros y para muchos de quienes marchamos en el 68, la libertad sólo podía llegar a un puerto democrático. Ahora se diría, de respeto y protección de los derechos humanos.

Lo mismo puede decirse de los planteamientos formulados, desde prisión, por el ingeniero Heberto Castillo y luego también por el líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo, quien había sufrido años de injusta cárcel junto con Valentín Campa y otros dirigentes sindicales y políticos de la izquierda comunista.

Una vez en libertad, Castillo y Vallejo emprendieron la ingrata tarea de dar forma a una organización política que desembocaría en el PMT y otras combinaciones hasta llegar al PRD. En este recuento no hay que olvidar la incomprensión inicial con que esta visión se topó dentro de lo que quedaba del movimiento, en particular con aquellos grupos cercanos a la convocatoria armada.

Por su parte, don Rafael Galván y sus compañeros del STERM sostuvieron un discurso de inspiración proletaria que a la vez se presentaba como una reivindicación de lo mejor del nacionalismo popular forjado por la Revolución. De sus iniciativas emanaron otras más ambiciosas, como la Declaración de Guadalajara o el Frente Nacional Popular que pugnaban por abrir caminos para una amplia democratización del país y del Estado, cuya corrosión se había mostrado ya.