"La Jornada del Campo"
Número 168 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
Revoluciones agroecológicas

Puebla

Saberes campesinos, producir conservando la vida

Andrea Arenas Fernández Técnica SocialHipólito Caballero Orea Técnico Agroecólogo Francisca de Jesús Hernández Productora de granos

Después de más de 50 años de agricultura intensiva basada en los monocultivos, el uso de maquinarias y fuertes inversiones en agrotóxicos para producir alimentos, los recursos naturales y las relaciones humanas se han desgastado, ya no solo tomamos de la naturaleza los recursos que necesitamos para vivir, sino que estamos tomándolos para satisfacer los deseos e intereses del mercado y la acumulación de riqueza que busca el capital. Ejemplo de ello son los proyectos extractivistas y la agricultura intensiva que emplea grandes cantidades de agroquímicos que matan la biodiversidad. Estos proyectos de muerte que destruyen todo a su paso, destruyen los recursos naturales, suelos, bosques, flora, fauna, ríos, destruyen la vida y destruyen la organización comunitaria.

Hoy más que nunca, la agricultura campesina representa una alternativa para la producción de alimentos sanos para el ser humano y para el medio ambiente. Los campesinos aportan significativamente para la construcción de un sistema agroalimentario y nutricional sustentable y saludable.

Los campesinos reconocen que poseen muchos saberes pero también que pueden adquirir otros conocimientos para mejorar su unidad de producción, por eso participan en la Escuela de Campo y están siempre dispuestos a compartir lo que saben con otros productores y reflexionar sobre lo que puede mejorarse, como es el caso de la señora Francisca, quien reconoce que en la Escuela de Campo aprendió que incorporando los rastrojos al suelo aporta materia orgánica, que es posible que estos se degraden rápidamente y se integren al suelo si le aplican un biofermentado que el técnico agroecológico les mostró como preparar y usar, los productores saben que la clave es la organización por eso forman equipos para producir abonos, lixiviados de lombriz y otros para reducir costos.

La señora Francisca, así como la mayoría de los campesinos, tiene una pequeña parcela en su traspatio y han sabido conservar sus modos de producción en relación con la tierra. Es una manera distinta de trabajar el campo considerando que se produce primero para asegurar la alimentación de la familia y solo si es posible, vender los excedentes. En estas parcelas se cosechan elotes, huitlacoche, maíz, frijol, calabaza, haba, quelites, duraznos, manzana, capulín, peras y a veces hasta pulque porque conservan los magueyes para delimitar el terreno. En la parcela del traspatio se crían gallinas que ponen huevos “de rancho” como suele llamársele a los huevos de gallinas criadas en el campo, se crían también cerdos que las familias van alimentando con el maíz que cosechan en la parcela y que venderán cuando estén gordos o que usarán para la fiesta de fin de año cuando se reúne la familia y de los que aprovechan los estiércoles para elaborar y aplicar los bioinsumos que aprenden en la Escuela de Campo: abono Bocashi, súpermagro, lombricomposta, bioles y así preparar el suelo para la siguiente siembra.

El sistema de producción campesino es una alternativa al sistema de producción biointensivo porque según los testimonios de la señora Francisca, este último únicamente ha deteriorado el suelo, logrando que cada vez se requieran más agroquímicos para que la tierra produzca, por eso es que ellos mismos están revalorando y enriqueciendo sus saberes, pues con éstos han logrado que su sistema de producción sea rico en diversidad y abundancia de especies, porque conservan el sistema milpa, conservan sus semillas nativas que les ha permitido tener cosechas durante miles de años y las mejoran con el acompañamiento del técnico agroecológico, siembran según las fases de la luna, llevan a bendecir las semillas el 2 de febrero, realizan labores culturales para controlar las arvenses de manera manual. La señora Francisca y los productores de la Escuela de Campo saben que se requiere mano de obra, pero también que pueden hacer uso del “tequio o mano vuelta”, porque tienen un tejido social fuerte, valoran las relaciones familiares, vecinales, comunitarias, conservan costumbres y tradiciones que fortalecen este tejido, saben que el trabajo del campo se realizará sin contratiempos, llegar a la casa de un campesino es como llegar a tu casa, nunca faltará un plato de comida y tortillas en su mesa para compartir.

Los productores reconocen la importancia de participar en la Escuela de Campo para compartir, aprender y sobre todo saben que la cosecha puede mejorarse con los recursos que hay en la comunidad, saben que los agroquímicos son malos para salud y para el suelo, por eso los usan lo menos posible. Gracias a los campesinos se conserva la biodiversidad y se conserva la vida. •