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Economía moral

Carta a los tres poderes federales solicita Declaración Nacional de Emergencia Climática // La SCJN rebasa a AMLO por la izquierda

A

yer en una puerta de Palacio Nacional fue entregada una carta dirigida a las personas que presiden los tres poderes del Estado (incluyendo al gobierno de la Ciudad de México y a su Congreso) que solicita la emisión de la Declaración de Estado de Emergencia Climática. La carta, promovida por el colectivo Cambiemos el Sistema no el Clima ha sido suscrita por más de 75 mil personas vía change.org. Soy uno de los adherentes a la carta. Hace dos años, el 9 de septiembre de 2019 se entregó por 1ª vez la carta que ahora se reitera pues no hubo respuesta del Estado. En su más reciente reporte el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático declaró, como lo recoge la ONU: “Nos encontramos en un momento decisivo para afrontar con éxito el mayor desafío de nuestro tiempo: el cambio climático. Cada día, en diferentes puntos de la geografía mundial, el planeta nos manda mensajes sobre las enormes transformaciones que está sufriendo: desde cambiantes pautas meteorológicas que amenazan la producción de alimentos; hasta el aumento del nivel del mar que incrementa el riesgo de inundaciones catastróficas. Los efectos del cambio climático nos afectan a todos. Si no se toman medidas drásticas desde ya, será mucho más difícil y costoso adaptarse a sus efectos en el futuro”. En la nueva carta, decimos:

“En los últimos dos años, el Estado mexicano no ha tomado acción alguna que sirva significativamente para hacer frente a esta terrible amenaza mundial. Esta inacción del Estado mexicano condena muy probablemente a muerte a millones de mexicanos, a la extinción de cientos de especies vegetales y animales, a la enfermedad y desamparo a decenas de millones de mexicanos, al país a sufrir inmensas pérdidas irrevocables de riquezas naturales y culturales, en los próximos lustros. Seguir en la actual inacción puede multiplicar estas calamidades. La información internacional y el consenso científico van en aumento, sobre las catástrofes ‘naturales’: incendios forestales, olas de calor, sequías, tormentas, tornados, nevadas, huracanes nunca vistos, más localidades y más días con temperaturas locales mayores a 50°C, muerte de los corales, desaparición de glaciares, que son producto de las actividades económicas modernas y hacen crecer periódicamente el apoyo a la aprobación de la Declaración de Estado de Emergencia Climática y de las medidas extraordinarias que recomendamos. Consecuentemente, les reiteramos la exigencia social de aprobar a la brevedad posible las medidas que exige una situación tan extraordinaria como lo es el colapso del clima, acompañada de una Declaración de Estado de Emergencia Climática.”

En change.org donde se puede suscribir la solicitud (http://bit.ly/2RKoRc7), se afirma: El discurso del actual gobierno mexicano, de terminar con el neoliberalismo, se contradice al impulsar los fetiches del ansiado crecimiento económico: perforación de más pozos petroleros y refinerías; corredores y trenes de alta velocidad en regiones con importante biodiversidad. Se imponen las ideas de productividad y competitividad dictadas desde los países ricos, los grandes bancos y los tratados de libre comercio, que obligan a negar el origen de las grandes anomalías climáticas –incendios en la Amazonia, Siberia, África, Australia, California y Baja California; deshielos en Groenlandia, la Antártida y los Himalayas–, registradas con una mayor frecuencia durante el último año. Como respuesta, se suceden grandes movilizaciones en defensa del clima en muchos países, incluyendo México, durante los últimos meses; las declaraciones de emergencia climática en varios países y ciudades son un llamado urgente del poco tiempo que nos queda –los científicos nos dicen que, de continuar quemando combustibles fósiles con la misma intensidad, podríamos rebasar los 1.5 grados centígrados de temperatura tolerados antes del 2030–, pero el gobierno mexicano se niega a declararla.

Las medidas que, en la carta de 2019 y en la dirigida vía change.org, se plantean como parte de la Declaración de Emergencia, son: 1. Dar a conocer la gravedad de la situación climática y ecológica del mundo y sus causas, en acuerdo con los últimos informes publicados por la ciencia climática internacional, así como de las inminentes consecuencias del colapso climático en la política, la economía, la seguridad personal, la alimentación, la salud, el arraigo, el tejido social; en particular los niños, las mujeres y los ancianos. Finalmente todos resultaremos afectados. 2. Adoptar cambios trascendentes en las formas de producción y consumo de alimentos y manufacturas, en la urbanización y en el transporte nacional e internacional, para reducir el consumo de agua, electricidad, hidrocarburos y minerales; reducir radicalmente el consumo de carnes rojas, alimentos procesados, del transporte en avión y en automóvil. 3. Fortalecer la producción local para consumo local y reducir radicalmente la dependencia de productos y servicios de otros países y regiones lejanas; elevar la autonomía, la autogestión y apoyar la autoproducción alimentaria a pequeña escala y el cuidado de los bienes comunes. 4. Apoyar la movilización de los pueblos, los ejidos, los barrios y las colonias para alertar a sus poblaciones de la amenaza climática y de los megaproyectos que la propician; e iniciar la reconversión hacia hábitos más convivenciales, enfocados a una época posindustrial, pospetrolera y pospatriarcal”. ¡Apoyemos masivamente esta solicitud! ¡Defendamos el derecho a la vida de las nuevas y futuras generaciones! Es fácil hacerlo en la liga antes incluida.

La SCJN, a pesar de su imagen de ente conservador, rebasó a AMLO y a Morena por la izquierda al hacer, de facto, que nunca más una mujer pueda ser privada de su libertad por interrumpir voluntariamente su embarazo de hasta 12 semanas. Ningún juez podrá, a partir de ahora, girar orden de aprehensión contra una mujer por tal razón. La pregunta es ¿por qué AMLO y Morena se quedaron con los brazos cruzados? Las mujeres presas en los últimos dos años y 10 meses por este supuesto delito, las fallecidas por tener que recurrir a abortos clandestinos, los hijos no deseados que más que amor recibirán rencor por la maternidad forzada y, por tanto, tendrán vidas con pésimos augurios, pesan sobre las espaldas de AMLO y los legisladores que no hicieron nada al respecto. También deben sentirse culpables por los ahogados en Tula. Estos dos temas estuvieron obviamente ausentes en el reciente informe presidencial, que estuvo lleno de frases sobre las cosas, supuestamente malas, que AMLO ya no hace, como subir los precios de la gasolina o contraer deuda. Pero no se refirió a su inacción en materia de despenalización del aborto (algo bueno que debió hacer, pero no hizo). En cambio, se refirió con orgullo a las acciones que promueven el cambio climático como el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas y toda su política para favorecer el uso de combustibles fósiles en todo el país (que por cierto incluye el estímulo dado al uso del automóvil de combustión interna al mantener bajos los precios de las gasolinas). Así como la política económica del gobierno actual se caracteriza por ser procíclica, acentuando la recesión, también su política ‘ambiental’ puede caracterizarse como política pro-cambio-climático. ¿Reaccionará AMLO, acuciado por las inundaciones recientes, y declarará la Emergencia Nacional por el Cambio Climático, o se le habrá endurecido el corazón como al faraón de Egipto ante el reclamo de Moisés de deja salir a mi pueblo, y se obstinará, como éste, en seguir construyendo sus ‘pirámides’?

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