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¿La fiesta en paz?

Entre las escuelas y la realidad, el abismo de un sistema taurino viciado // Tlaxcala, diez años de congruencia institucional hacia el toreo

A

unque gracias a Dios no se sabe de ningún comunista infiltrado, en el estalinismo que caracteriza al negocio taurino, donde a los barones del dinero y a las élites no se les toca ni con el pétalo de un adjetivo, a pesar de su voluntarismo ineficaz para ver que la fiesta de los toros es bastante más que pasatiempo de potentados y ofensiva relación de explotadores y explotables, los periodistas orgánicos, comprometidos con la visión e intereses de esas élites, acusan una pobre actitud crítica o plegada al gusto de los todopoderosos que dicen mantener y promover la tradición taurina de México, aunque ni la entiendan ni la valoren.

Esta falta de entendederas incluye un mezquino compromiso con la verdad, ese valor socavado como nunca, y una escasez de coraje para denunciar omisiones y desviaciones de los eventuales dueños del pandero. La crítica taurina orgánica se empeña pues en fortalecer lo establecido como si se tratara de una fatalidad, haciendo más lento y perjudicial el de por sí condicionado avance del espectáculo, gracias a los particulares criterios e intereses de los barones del dinero, de las élites y de los resignados gremios que los acompañan. Aficionados y público simplemente se conforman con lo que los de arriba decidan, mientras la autoridad tiene demasiados asuntos en qué ocuparse.

Con la sensible partida física del abogado Julio Esponda, fundador y promotor del proyecto de la escuela Tauromagia Mexicana, además de los innegables méritos que caracterizaron su gestión y nutrieron su afición, sumada a la de ganaderos mexicanos como Eduardo Martínez Urquidi, Miguel Valladares y Benigno Pérez Lizaur, del aficionado Manuel Villalvazo Baz, el empresario y apoderado español Enrique Martín Arranz, los toreros españoles Carlos Neila, Juan Cubero y Alberto Elvira y el matador potosino Mario Zulaica, la realidad es que en 18 años de labor educativa los resultados de Tauromagia Mexicana han sido escasos, no tanto por la escuela, cuanto por el sistema taurino al que se enfrentan ésta y las demás.

Solo cuatro egresados de Tauromagia lograron destacar: Octavio García El Payo, Arturo Saldívar, Mario Aguilar y Sergio Flores. ¿Otros alumnos no tienen cualidades suficientes?, ¿les faltan palancas y contactos?, ¿se conocieron tan bien a sí mismos que decidieron cambiar de profesión? Mientras los taurinos sigan engañándose al creer que en las escuelas se forjan toreros que interesen a los públicos sin revisar un sistema taurino tan terco como ineficaz, no habrá esfuerzo que se traduzca en nuevas generaciones de toreros atractivos y competitivos.

Vaya paquete el que le dejaron al matador de Apizaco José Luis Angelino, nuevo director del Instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Taurino, luego de diez fructíferos años en que estuvo al frente el contador público Luis Mariano Andalco, con el apoyo decidido de los ex gobernadores Mariano González y Marco Antonio Mena, últimos priístas que preservaron la tradición taurina de ese estado.

Entre sus logros, Andalco consiguió que la tauromaquia fuera declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la entidad, integrar la fiesta brava a la Ley de Turismo, actualizar el Reglamento de Espectáculos Taurinos, reconocer a la ganadería de bravo como ganadería ecológica, que se reconociera como patrimonio cultural la Corrida de las Luces y el Museo Taurino de Huamantla, haber promovido exposiciones, conferencias y pregones y organizado dos importantes coloquios internacionales. Con el apoyo de la nueva gobernadora de Morena, Lorena Cuéllar, seguramente se continuará y mejorará lo realizado.