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Honran a Pancho Villa en 98 aniversario luctuoso

En su mentalidad igualitaria, dispuso que un maestro de escuela debía ganar lo mismo que un general, porque es más útil, destaca Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica

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▲ Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, y Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica, montaron una guardia de honor frente a la cripta que guarda los restos de Doroteo Arango en el Monumento a la Revolución.Foto cortesía de la Secretaría de Cultura capitalina
 
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de julio de 2021, p. 4

No debe olvidarse que Pancho Villa (1878-1923) fue asesinado por servir al pueblo, sostuvo el escritor Paco Ignacio Taibo II en la conmemoración del 98 aniversario luctuoso de El Centauro del Norte, realizada ayer por el gobierno de la Ciudad de México.

Este enraizamiento en lo popular no puede ser olvidado. Villa es el furor, la rabia brutal de una sociedad que se revela contra el porfirismo por razones de sangre.

El director del Fondo de Cultura Económica (FCE) y autor de una extensa biografía narrativa sobre aquel legendario revolucionario, aseguró que no es lugar común asegurar que ¡Villa vive y la lucha sigue!

Villa está, ese fantasma permanece, es nuestro, está encarnado y somos muchos más los villistas de lo que parece en este país que creemos, de alguna manera, que la razón de ser es servir al pueblo, ponerse del lado de los humildes, de los pobres, de los agraviados. Eso es la esencia del villismo, afirmó.

La ceremonia se realizó por la mañana al pie del Monumento a la Revolución, frente a la cripta que guarda los restos de José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido por su sobrenombre de Francisco Villa o Pancho Villa. La jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum depositó una ofrenda y montó una guardia de honor acompañada por familiares del homenajeado, invitados especiales y funcionarios.

A nombre de la familia habló Francisco Villa Campa, nieto del general, quien expresó su respaldo al presidente Andrés Manuel López Obrador en la construcción de un México de derechos en el que no existan las injusticias y aseguró que el país saldrá adelante de esta pandemia porque somos un pueblo de guerreros: iniciamos una independencia, nos levantamos en armas en una revolución y vencimos gobiernos corruptos.

Taibo II, en su turno, aseguró que Pancho Villa está enclavado en las entrañas de la memoria colectiva del país y que es un fantasma que sigue recorriendo la historia de México, sometido a anécdotas, historias, mayores y menores, a trabajos serios de investigación, recuentos, pero también sobre quien se arroja basura con alegría notable.

“La leyenda negra antivillista generada por carrancistas y obregonistas en su día nos sigue perseguiendo y no hay año que no aparezca algún furibundo antivillista distorsionando y manipulando la historia para mostrar lo ‘salvaje que era’, lo ‘terrible que era’, lo ‘polígamo que era’.”

Pero al entrar a la historia con mente abierta uno queda asombrado ante la mentalidad igualitaria que recorrió toda su vida, aclaró, como cuando dispuso que un maestro de escuela debía ganar lo mismo que un general, porque es más útil, o al mandar construir 50 escuelas en su primer mes como gobernador de Chihuahua, o repartir un millón de pesos que le había entregado el carrancismo entre los trabajadores de las minas y las viudas de Chihuahua.

Él sostenía, agregó, que el dinero es para gastarlo en lo que el pueblo necesita y no para contarlo, y así repartió ese millón; ningún centavo se perdió, porque La División del Norte era una máquina de guerra popular, la gran máquina que ha construido la historia de México.

Entre otras anécdotas, Taibo II contó que Pancho Villa nunca durmió en la cama que se acostaba y que si algún amor tuvo fue por los sombreros, al sólo aparecer sin uno de ellos en tres de las 400 fotos que se le conocen, una de ellas frente a la tumba de Francisco I. Madero.

Lo hace, describió, llorando y con un pañuelón para secarse los mocos y las lágrimas. Porque si algo tuvo Villa en su vida fue una fidelidad brutal, total, hacia aquellos que le parecían legales, que le parecían que estaban del lado del pueblo.