Cultura
Ver día anteriorMiércoles 23 de junio de 2021Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Muere el intelectual argentino Horacio González
Foto
▲ Argentina perdió a dos grandes referencias en el mundo académico y cultural, Horacio González y Juan Forn. González, quien falleció víctima de Covid, fue militante peronista, sociólogo, docente, ensayista y narrador, entre cuyos mayores logros se cuenta quitar a las élites la Biblioteca Nacional y abrirla al público. Forn fue periodista y editor, reconocido por su suplemento cultural Radar en Página 12.Foto tomada de WikimediaCommons / MarianoCarboni
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de junio de 2021, p. 4

Buenos Aires., Uno de los más importantes intelectuales de este país, Horacio González, con una trayectoria en política que lo comprometía con la vida y la humanidad, murió ayer a los 77 años en esta capital, después de luchar contra el coronavirus y una final infección intrahospitalaria, lo cual conmocionó no sólo al mundo de la cultura y la academia, sino también a distintos sectores políticos y organizaciones sociales que lo acompañaron en su paso como director de la Biblioteca Nacional –cargo en que fue designado por el ex presidente Néstor Kirchner en 2005– y que abrió a los sectores populares, rescatando un espacio que tuvo durante años una impronta elitista. En 2015, González dejó su cargo, a la llegada de Mauricio Macri al gobierno.

Su muerte ocurre a pocos días del fallecimiento de otra figura de gran reconocimiento, Juan Forn, narrador, escritor, editor traductor, asesor literario y periodista, ambos colaboradores de Página 12, entre algunos importantes medios locales y del exterior.

Acerca de González, Silvina Friera, de Página 12, escribió que “la formación intelectual del sociólogo y ensayista se consolidó con su ingreso a la Facultad de Filosofía y Letras, en los 60. (…) Se sintió rápidamente atraído por la militancia universitaria y poco después se unió a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), organización política y guerrilla urbana que lo obligó a permanecer clandestino por un tiempo. Abandonó la agrupación para integrarse en 1971 al Movimiento Revolucionario Peronista, un grupo que luego se incorporó a la órbita de Montoneros”.

Recordó Friera que González militó en una unidad básica (peronista) en el barrio de Flores, mientras vivía en una pensión, en una pieza con una cama de metal y una mesa desvencijada que constituían para su ideario el gesto de austeridad que demandaba la militancia

También estuvo detenido por la dictadura durante seis meses; al salir en libertad no lo dudó: se exilió en Brasil, donde ejerció la docencia hasta que en 1983 decidió regresar a Argentina, donde encontró a la compañera de su vida, la cantante Liliana Herrrero.

Fue nombrado doctor en ciencias sociales por la Universidad de San Pablo. Entre 1968 y 1972 participó en las Cátedras Nacionales, en una clara actividad de resistencia contra las sucesivas dictaduras de Juan Carlos Onganía, Roberto Levingston y Alejandro Agus-tín Lanusse.

Escribió en revistas políticas y de ciencia sociales vinculadas al peronismo, marxismo y cristianismo. En Brasil cursó el doctorado en sociología y escribió en portugués Evita. La militante en el camarín, que sería traducido y publicado por la Universidad Nacional de Córdoba en 2019.

La crítica literaria Silvina Friera destaca entre sus escritos: La ética picaresca; El filósofo cesante; Retórica y locura; Filosofía de la conspiración; Perón: reflejos de una vida; Paul Groussac: la lengua emigrada; Las hojas de la memoria: un siglo y medio de periodismo obrero y social; Lengua del ultraje: de la generación del 37 a David Viñas; Historia conjetural del periodismo; Genealogías: violencia y trabajo en la historia argentina y Kirchnerismo, una controversia cultural.

En Besar a la muerta (2014) se adelantó a las visiones críticas por el lenguaje empleado, advirtiendo que la novela tiene giros caricaturescos, por eso vacilo en llamarla novela, sería en realidad una noveleta farsesca, y el asado, como fuerte signo de identidad, adquiere resonancias fantasmagóricas. No se puede invocar un asunto tan plenamente ligado a la memoria culinaria del país sin incurrir en cierto criollismo paródico, dijo en una entrevista con la agencia informativa Télam.

La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner publicó en redes sociales: Inmensa pena por el fallecimiento de Horacio González, quien fuera director de la Biblioteca Nacional y uno de los intelectuales más destacados de nuestro país. Mis condolencias a su compañera Liliana (Herrero), familiares y amigos.

Desde todos los países donde estuvo llegan mensajes.

Se destaca que siempre fue solidario con las luchas de los pueblos.En Carta Abierta, espacio cultu-ral de debates, de resistencia ante el gobierno de Macri, que trascurría en la Biblioteca Nacional, no sólo se refería a la situación local, sino a toda América. Fue un momento único como aquel en que enfrentó con holgura al escritor Mario Vargas Llosa, que lo atacó con vileza en el diario El País. Resulta imposible en una nota corta escribir sobre una vida tan intensa, que dejó un legado para nuestro país y la región.

Julia Grosso, de Télam, se refirió a la apuesta de González por “el lenguaje para desafiar sentidos clausurados y generó una de las etapas más luminosas de la Biblioteca Nacional a partir de una gestión que alojó debates inflamados, validó en sentido integral la producción de músicos como Spinetta o el Indio Solari. Fue uno de los más lúcidos pensadores argentinos del último siglo, poseedor de una prosa expansiva y laberíntica que custodiaba sus ocurrencias y argumentos”.

RIP, Juan Forn

Juan Forn, quien murió a los 61 años el pasado 20 de junio, fue un extraordinario narrador de ficción, editor y colaborador en Página 12, diario en el cual fundó el suplemento literario dominical Radar, publicado en la contraportada.

Por la magia que practicaba en el arte de contar historias podían convivir el Nabokov entomólogo, el hermano manco de Wittgenstein, el Kawabata bohemio de Asaku-sa, el peluquero de Picasso en Arlés, un Federico Fellini en un estado de intensa felicidad, el personaje desesperado de Fatty Arbuckle y toda la potencia de la disidencia soviética, desde Ajmátova y Pasternak hasta Vasili Grossman y Josef Brodsky, por mencionar apenas un puñado de estrellas de esta inmensa galaxia que ponía en funcionamiento Juan, escribió Silvina Freira

El mismo Forn respondió en una entrevista: Yo aspiro a lo lírico de una manera evidente; en las contratapas aspiro a llegar a cierta musicalidad, pero eso es todo lo que me puedo arrimar a hacer poesía. Así como leyendo prosa soy capaz de leer toneladas y toneladas, con la poesía, salvo cuando leo a poetas como Nicanor Parra o Idea Vilariño, que son fáciles de leer, me doy cuenta de que soy nada más que un fan de la poesía, un adicto a lo poético.

En este aspecto, Friera entiende que Forn “sacó del sopor a la edición de la literatura argentina y lo mismo hizo con el periodismo cuando creó Radar, que marcó un antes y un después en la forma de considerar el periodismo cultural en Argentina”.