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La vida alegre, una novela de simpáticos perdedores
 
Periódico La Jornada
Jueves 21 de enero de 2021, p. 6

Un cantante de boleros en decadencia, de nombre Sandalio Segundo Guerrero Guaita, reconocido artísticamente como Dalio Guerra El ruiseñor de las Américas, maestro de la maraca lenta y del requinto enamorado, y Policarpo Figueroa, un rockero frustrado, mesero en un restaurante de un aeropuerto, donde escucha cómo la banda que formó triunfa con sus canciones que nunca registró, son los protagonistas de la novela La vida alegre, escrita por el autor venezolano Daniel Centeno Maldonado.

Publicada por el sello Alfaguara, se trata de una historia en la que por azares del destino y la necesidad, ambos se encuentran para unir esfuerzos en un proyecto que los encumbre a la gloria que tanto anhelan.

El autor entreteje dos formas de apreciar el mundo, así como delirantes vicisitudes que llevan al lector a un viaje por la música del género romántico. Un soundtrack que se amalgama por la singular amistad entre ambos disímbolos músicos.

No se trata de una historia de ilusiones perdidas, sino de lo que sería la búsqueda de una segunda oportunidad, con una actitud que se resume como al mal tiempo buena cara, explicó Centeno Maldonado, en charla vía telefónica desde Houston.

Durante el devenir de la picaresca trama, el músico veterano intenta ayudar al más joven, pero igual tratándose de aprovechar de él. Es como dicen en México: no me ayudes compadre; pero aquí la historia tiene como telón de fondo la precarizada realidad social de Venezuela. 

Ambos personajes son sobrevivientes en medio de esa  realidad, la cual afrontan con un tragicómico ánimo, como si fuera una guasa su situación, la cual, en el fondo, explicó el autor, llega a ser una especie de remedio ante las adversidades.

El título de La vida alegre, es una especie de ironía, dice Centeno. Va con el espíritu de la historia del libro, considerando que alegría y felicidad no son lo mismo. En ese sentido, la historia de Poli es la de un joven a quien le sale todo al revés, con una devoción casi enfermiza por el rock y que, cuando quiere ser galante, todo le sale mal. Y la de un viejo rumbero, cantante de boleros en decadencia. “Al final son dos perdedores muy simpáticos, cuya vida ‘alegre’, es muy poca”, concluyó el autor.