Washington. La Federación de Estados Unidos avisó al Comité Olímpico Internacional (COI) que ya no lo apoyará en la aplicación de la polémica Regla 50. Los comités Olímpico y Paralímpico estadunidenses han empezado a atender los exhortos de sus propios deportistas y dejarán de sancionarlos por arrodillarse o alzar los puños durante la entonación del himno nacional o cuando realicen cualquier otro tipo de manifestación en las justas veraniegas.

Los deportistas estadunidenses han vivido un verano de malestar por la violencia policial contra miembros de comunidades afroestadunidenses en el país, así como un racismo sistémico.

En Bucarest, deportistas, sociólogos y otros lingüistas analizan desde hace días las declaraciones del árbitro rumano que obligaron a suspender y aplazar un día el PSG-Basaksehir, en Champions, abriendo un debate sobre el racismo persistente en Europa del Este.

En el país numerosas voces piden esperar a las conclusiones de la UEFA, tras el escándalo mundial provocado por Sebastian Coltescu, el cuarto árbitro que se refirió como negro al entrenador asistente del conjunto turco Pierre Achille Webó, lo que provocó la ira de ambos equipos, que acordaron abandonar el terreno de juego luego de unos minutos de tensas conversaciones.

El presidente de la Federación Rumana de Futbol, Razvan Burleanu, es firme: Estas palabras no tienen lugar en un estadio. Igual para el ministro Ionut Stroe, quien rápidamente presentó sus disculpas en nombre del deporte rumano.

En los medios de comunicación hay más diversidad de opiniones. “En rumano, decir que alguien es negru (’negru’) no es una ofensa, es una referencia al color de piel, una sencilla precisión”, dice Ovidiu Ioanitoaia, veterano de la prensa deportiva. Un colega más joven como Theodor Jumatate cree que es la expresión más brutal de racismo, la esencia misma de la humillación.

El presidente del Consejo Antidiscriminación, Csaba Asztalos, subraya que el deporte y el futbol especialmente no pueden estar al resguardo de esta plaga muy presente en la sociedad rumana.

Evocando incidentes en los que aficionados han imitado el sonido de monos o incluso tirado una banana en dirección a un jugador brasileño, denuncia el laxismo de los clubes y de la liga profesional.