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Beethoven a la vuelta de la esquina
 
Periódico La Jornada
Sábado 12 de diciembre de 2020, p. a12

Este miércoles 16 de diciembre se cumplirán dos siglos y medio del nacimiento de Ludwig van Beethoven (1770-1827) y como corolario de la profusión de actividades en torno a él en todo el mundo, tenemos el redescubrimiento del compositor más interpretado de la historia más allá de la obviedad, el reconocimiento de su dimensión humana como nunca antes, pues hasta ahora los panegíricos rondaban el lugar común y los festejos rayaban en lo rimbombante sin hendir hondo como ahora.

Hoy, para más personas, Beethoven es un vendaval de humanismo, belleza, bondad y trascendencia.

A lo largo de estos 12 meses, su figura ha sido comparada, con argumentos palpables, con la de William Shakespeare. Ludwig van Beethoven se consolida como el autor definitivo en la historia de la música, luego de que sus obras han sido puestas a sonar y las partituras revisadas con lupa.

Hemos escuchado a lo largo de 2020 su música como nunca antes en cuanto a cantidad y calidad: los medios electrónicos multiplican las escuchas de manera exponencial al mismo tiempo que los análisis se vierten verdaderos, rudos, directos, sin los edulcoramientos ni manipulaciones sentimentales que han pesado sobre tan notable biografía.

El Disquero tiene un libro y una colección de discos como lo mejor del Año Beethoven: la biografía Beethoven, del compositor y musicólogo Jan Swafford (Chattanooga, Tennessee, 1946), publicada originalmente en 2014 con el título Beethoven: Anguish and Triumph y traducido al castellano en 2017 por Juan Lucas para la editorial Acantilado, y desembarcado en librerías mexicanas a finales de 2019, justo en la víspera de la celebración.

Lo mejor en discos dedicados a Beethoven no tiene comparación: The New Complete Edition: Beethoven, BTHVN 2020 de la disquera alemana Deutsche Grammophon (DG). El hermoso libro que contiene esa caja con toda la obra del autor alemán se inicia con la frase ¿Must it be?, en texto de Herr Doktor Clemens Trautman, presidente del consorcio del sello amarillo, citando la frase que se repetía Beethoven (Muss es sein?) cuando estaba escribiendo su cuarteto de cuerdas final y citando también la pregunta que se formularon los empleados de DG cuando se tomó la decisión corporativa de elaborar la Edición Completa Definitiva de la obra beethoveniana, puesto que si hay un autor ubicuo, ese es Beethoven, además de que vivimos la era digital, en la cual se supone ya no hay sorpresas.

It must be, se respondieron todos, unísonos, al igual que hizo Beethoven cuando terminó su cuarteto de cuerdas final, el opus 135, y anotó en la partitura de su puño y letra: Es muss sein!

La DG ha grabado más discos de Beethoven que ninguna otra disquera. Suman 40 días de música de ese autor ya en su material en existencia. De hecho, grabó por vez primera en disco una sinfonía completa, la Quinta de Beethoven, en 1913, con la Filarmónica de Berlín dirigida por Arthur Nikisch.

Medio siglo después, la DG volvió a hacer historia, cuando Herbert von Karajan grabó tres versiones del ciclo completo de sinfonías de Beethoven, también con la Filarmónica de Berlín.

Este proyecto, el de reunir en una caja todas las obras del homenajeado, es una coproducción con la máxima autoridad en el tema: la Beethoven Haus Bonn, cuyo director, Malte Boecker, celebra en el texto inicial del libro incluido en la caja la diversidad lograda en la curaduría.

Tenemos en esa colección suprema, anota Malte Boecker, a un nuevo Beethoven, alejado de los clichés y en cambio multifacético, activador de cambios definitivos en prácticamente todas las áreas de los géneros musicales de concierto.

Destaca una obra brutal, salvaje, despiadada: la Grosse Fuge, opus 133, partitura asombrosamente densa, enigmática, siempre moderna, la creación más visionaria en toda la historia de la música.

En efecto, confirma el autor del mejor libro del Año Beethoven, Jan Swafford: Se trata del único movimiento en toda su música final que no ha perdido su reputación de rareza durante los dos siglos posteriores. Es una música eternamente vanguardista. Hay muchas historias acerca de este movimiento, el final de su último cuarteto: gigantesco y brutal, calibra Swafford.

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▲ Retrato del compositor alemán realizado en 1819 por el pintor Joseph Karl Stieler. Imagen tomada del libro The New Complete Edition: Beethoven BTHVN 2020, de la disquera Deutsche Grammophon.

Pocos músicos se atreven a ponerla en sus atriles. De hecho, el editor de Beethoven lo convenció de sustituir ese último movimiento por una alternativa más suave y amable, a lo que accedió Beethoven porque necesitaba el dinero. Le alcanzó todavía la vida para componer ese final alternativo pero nunca renegó de su original. Le sobrevive.

La Grosse Fuge es la respuesta de Beethoven a El arte de la fuga de Bach, condensado en un solo movimiento. Es la culminación de toda su obra, de toda su vida: “la Gran fuga continuaba e intensificaba lo que Beethoven había estado haciendo durante toda su vida. Pero nada antes se había acercado a su ferocidad fortissimo, a su frenético e implacable contrapunto, a su disonancia y agresividad. El finale, como el de la Novena Sinfonía, es una forma ad hoc que parece envolver diversos movimientos en uno solo”, escribe Swafford.

También es respuesta a la pedantería de su maestro de contrapunto, Johann Georg Albrechtsberger, quien en su tratado de composición establecía que el tema de una fuga puede ser aumentado (alongado rítmicamente), disminuido (acelerado), abreviado, sincopado y usado en stretto (el tema en rápidas entradas que se pisan los talones unas a otras), pero rara vez se pueden emplear todos juntos en una fuga. Beethoven venció el desafío. Lo juntó todo en esa obra.

La Grosse Fuge condensa la verdadera personalidad de toda la música de Beethoven: es frenética, salvaje, implacable. Es el sonido y la furia.

Esa obra compendia la esencia verdadera de Beethoven, que podemos palpar, entre el contenido de la Gran Caja Beethoven 2020, en toda una sección que reúne varios discos, en las interpretaciones que hace La Orchestre Révolutionnaire et Romantique (nombre muy ad hoc para describir a Beethoven: Revolucionario y Romántico, casi sinónimos) con instrumentos de época, bajo la dirección del musicólogo y ejecutante John Eliot Gardiner, y donde se puede notar con absoluta claridad la diferencia abismal que existe entre esas, las de la caja Beethoven con Gardiner a la batuta, y las miles de versiones existentes de las sinfonías de Beethoven a cargo de directores muy celebrados que no hacen otra cosa que manipular los tempi, edulcorar, romantizar, ponerle celofán, amanerarlo, valerse de la potencia artificial que brinda la modernidad y dejar fuera de casa al Beethoven verdadero: salvaje, muy salvaje, extraordinariamente directo y energético.

La música de Beethoven es el sonido y es la furia y es el frenesí y es el espíritu de un romántico en ebullición.

Escuchar a Beethoven equivale a oír a William Shakespeare cuando en su Macbeth enuncia: La vida es una sombra... Una historia contada por un necio, llena de ruido y furia, y significa nada.

Ludwig van Beethoven, el maestro supremo de la forma y la unidad. Hizo de su oficio el relato contundente de la existencia humana.

En el momento en que escribió su Grosse Fuge, por supuesto que sabía del sufrimiento de los intérpretes, que tienen que lidiar con la incomodidad de la escritura para cuerdas, con los saltos constantes de más de una octava que requieren brincos arriba y abajo sin tocar una cuerda intermedia, manteniendo a la vez una feroz intensidad minuto tras minuto. Vaya, uno como escucha jadea.

¿Qué buscaba Beethoven con la Grosse Fuge, su enigma supremo? ¿Estaba pensando en un nuevo tipo de orden en su música, en direcciones radicalmente nuevas?, se pregunta Jan Swafford.

Lo que sí sabemos es que escuchar la Grosse Fuge significa encontrarse con Beethoven de frente al dar vuelta en la esquina de nuestra calle, al salir de casa. Darse un cabezazo contra él y no pedir disculpas sino abrazarlo, besar su mejilla, mirarlo a los ojos, como hago ahora y decirle:

Te amo, Ludwig van, bendito seas.

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