Opinión
Ver día anteriorMiércoles 11 de noviembre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El evangelio según Joe Biden
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lamó la atención que Joe Biden, en su mensaje político de victoria en Delaware, estuviera cargado de numerosas expresiones religiosas. Acogió conceptos bíblicos como la sanación, la reconciliación, el alma, la restauración, las fuerzas misteriosas y al mal como la demonización de la realidad. Por momentos parecía una homilía política. El objetivo de su presidencia, así lo dijo, es: Restaurar el alma de América. Me queda claro que hay una disposición de imbricar lo religioso en la cultura política de Estados Unidos (EU), pero en el caso de Biden fue una constante a lo largo de su campaña. ¿Es el estilo Biden o el discurso político secular está tan erosionado que recurre a las metáforas de lo sagrado? Biden sería el segundo presidente católico en la historia de EU, después de John F. Kennedy. El sábado recibió el reconocimiento de la poderosa conferencia de obispos estadunidenses. José H. Gómez, arzobispo de Los Ángeles y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de EU, emitió un escueto posicionamiento sobre las elecciones presidenciales de 2020: “Damos gracias a Dios por la bendición de la libertad. El pueblo estadunidense ha hablado en esta elección… Al hacer esto, reconocemos que Joseph R. Biden Jr. ha recibido suficientes votos para ser elegido el 46 presidente de Estados Unidos”.

Pese a su constante retórica religiosa, Biden ha sorteado enormes dificultades con el mapa complejo de las iglesias en aquel país. Su postura religiosa transitó por delicadas fronteras. Trató de superar los recelos entre los propios votantes católicos sobre su postura explícita en favor del aborto. En efecto, logró la empatía de los católicos progresistas que se identifican con la tradición de la justicia social, pobreza e igualdad racial. Pero enfrentó las reticencias de los católicos blancos conservadores que combaten el aborto, los homosexuales y sostienen una concepción tradicional de las familias patriarcales. Por ello, Trump arremetió en la contienda contra las convicciones religiosas de Biden, advirtiendo que EU será anticristiano. Caricaturizó a Biden como un “ catholic for choice”. La retórica del presidente obtuvo gran eco entre los evangélicos y protestantes blancos. La cosmovisión evangélica blanca lo abarca todo. Lo cristiano contiene posturas políticas que incluyen el nacionalismo cristiano, la pureza racial blanca, las familias patriarcales, el capitalismo de libre mercado y antiestatismo. Por tanto, cualquier agenda política que parezca estar fuera de estos compromisos se considera anticristiana. Biden, por estrategia, se enfocó hablar de su experiencia de fe durante la campaña, mientras Trump proclamó la religión como factor de identidad e hizo alarde de sus políticas públicas en favor de las estructuras religiosas conservadoras de las iglesias. Antes de la jornada electoral, varias iglesias evangélicas presionaron a los votantes resaltando la amenaza que representaba Biden. Diversos pastores evangélicos oraron en público por la relección de Trump. Según el National Catholic Register, periódico católico conservador, la asociación CatholicVote advirtió a los católicos que una victoria de Biden significaría luchar contra la financiación de los abortos por parte de los contribuyentes.

En las elecciones 2020, los cristianos evangélicos blancos volvieron a respaldar a Trump para retener la presidencia. Aunque hubo una caída marginal en comparación con 2016. Surge la paradoja, cómo los puritanos evangélicos blancos apoyan a un presidente mujeriego, mentiroso, ventajoso en los negocios; en suma, uno de los presidentes más inmorales que ha tenido el país. Sarah Posner en su libro Unholy. Why White Evangelicals Worship at the Altar of Donald Trump (Profano: Por qué los evangélicos blancos adoran en el altar de Donald Trump) sostiene que es pragmatismo. Como la tolerancia hacia muchos líderes pastores de dudoso comportamiento. Posner profundiza en la historia de la derecha radical religiosa para mostrar cómo los problemas de raza y xenofobia siempre han estado en el centro de su agenda y cómo la religión a menudo oculta las ansiedades sobre las amenazas percibidas para un EU blanco y cristiano. Dicha derecha, impulsada por la pulsación antidemocrática, construye una narrativa de victimización inversa. Apoyan una agenda común para hacer retroceder, como en México, los avances en materia de derechos civiles.

Las encuestas de salida, elaboradas para NBC News, mostraron que 75 por ciento de los evangélicos blancos votaron por Trump, en comparación con 81 por ciento hace cuatro años. El grupo, que representa casi uno de cada cinco del electorado estadunidense. La caída de 6 por ciento en el apoyo a Trump entre 2016 y 2020 puede haber sido fundamental en estados claves en que decidieron el resultado de las elecciones. Como señalábamos, hubo un cambio no espectacular, pero significativo entre los votantes católicos en pro de Biden. Según las encuestas, poco más de la mitad de los católicos (51 por ciento) votaron por Biden, en comparación con 45 por ciento que votaron por los demócratas en 2016. Es imperativo mencionar que los sectores que no se identifican con ninguna adscripción religiosa, los llamados nones, votaron de manera notoria por Biden. Muchos de ellos son millennials, también jóvenes agnósticos y ateos. Los nones han ido creciendo, son cerca de 30 por ciento y son parte de la población de los jóvenes adultos de EU. En este segmento principalmente mujeres y afroestadunidenses, según encuestas de salida, 65 por ciento votaron por Biden y 30 por ciento por Trump.

El Covid-19 ha transformado la vida estadunidense. Ha vulnerado el orgullo de EU. Ha evidenciado enormes desigualdades raciales e injusticias del sistema social de seguridad de ese país. El sufrimiento es tan desigual que tiene tintes de dolorosa escatología; quizá por ello la apelación de Biden por lo sagrado.