Washington. Amy Coney Barrett fue confirmada ayer como juez de la Suprema Corte por un Senado profundamente dividido, donde los republicanos superaron a los demócratas para instalar a la nominada del presidente Donald Trump días antes de la elección y con ello asegurar una mayoría conservadora para los próximos años en el máximo tribunal.

La juez seleccionada por Trump para llenar la vacante del fallecido icono liberal Ruth Bader Ginsburg potencialmente da pie a una nueva era de fallos sobre el aborto, la ley de cuidado de salud asequible e incluso su propia elección. Los demócratas no pudieron detener el proceso, que lleva al tercer juez nominado por Trump a la Suprema Corte.

Barrett tiene 48 años, y su nombramiento vitalicio como la juez 115 solidificará la inclinación del tribunal hacia la derecha.

La votación del lunes por 52 a favor y 48 en contra, fue la confirmación que más cerca se ha hecho de una elección presidencial, y la primera en los tiempos modernos que carece de apoyo del partido minoritario.

El líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, sostuvo que la mayoría republicana está incendiando su credibilidad al proceder con la votación tan cerca de los comicios, luego de que en 2016 bloqueó al nominado del entonces presidente demócrata Barack Obama.

Lo cierto es que esta elección forma parte de un esfuerzo de varias décadas para dar un viraje a la justicia hacia la extrema derecha, comentó.

Poniendo en relieve la división política durante la pandemia, los senadores republicanos, la mayoría de ellos con cubrebocas y sentados en sus curules, como dicta la tradición para votaciones de tal relevancia, aplaudieron el resultado. Los demócratas no estuvieron presentes, siguiendo el consejo de Schumer de no quedarse en el recinto.

Es un día trascendental para Estados Unidos, para la Constitución y para un estado de derecho justo e imparcial, señaló el mandatario en el jardín de la Casa Blanca antes del juramento de Barrett como juez ante el magistrado del máximo tribunal, Clarence Thomas.