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La buena literatura es un antídoto contra la mala, asevera Enrique Serna

El autor recibió el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2019 por El vendedor de silencio, obra elaborada con pasión y sabiduría

 
Periódico La Jornada
Lunes 26 de octubre de 2020, p. 8

Por su novela El vendedor de silencio, elaborada con pasión y sabiduría, el reconocido autor mexicano Enrique Serna recibió de manera virtual el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2019. En el acto de entrega a distancia se reconoció su singular talento estilístico, su implacable ironía como autor y que es uno de los escritores con más premios y más lectores en la época contemporánea.

Durante la entrega virtual, que se transmitió en la cuenta de Facebook del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), el autor se refirió al trabajo y la figura del editor literario y periodístico, y dedicó la distinción a la memoria del también literato, periodista y editor Edmundo Valadés (1915-1994).

Serna evocó sus primeras publicaciones, rechazos y desengaños, lo que con el devenir de su trayectoria como escritor le permitiría ser más riguroso con su trabajo. A mis 23 años, mi mejor editor fue el que no me publicó, consideró.

Los editores desempeñan muchas veces un papel de aguafiestas, pues tienen que rechazar infinidad de libros, y el ego lastimado de un escritor no perdona fácilmente las ofensas. Mucha gente los odia, pero su control de calidad es imprescindible y, a veces, cuando logran convencer al público de que su filtro es confiable, contribuyen a inmunizarlo contra los engaños de la mercadotecnia editorial, porque la buena literatura es un antídoto contra la mala, apuntó Serna.

Luego de mencionar algunos casos de colaboración creativa entre reconocidos escritores y editores, y de los primeros rechazos a causa de errores del propio autor, Serna evocó, en particular, como un salto cualitativo y sin el cual no hubiera escrito nada legible, el día en que Edmundo Valadés aceptó, en primera instancia, un relato de su autoría para su publicación en su célebre revista El Cuento, lo cual gustoso presumió con sus amigos y familiares. Pasó el tiempo y el relato no se publicó. Ante el gentil reclamo de Serna, Valadés escribió otra nota en la que rectificó su opinión y declaraba que aún me faltaba mucha destreza narrativa.

Paradoja literaria

El desengaño fue atroz, compartió Serna, pero tiempo después comprobé que Valadés tenía razón. Fue un tanto cruel darme alas y luego cortarlas, pero, si hubiera publicado el cuento tal como estaba, yo no habría sentido la necesidad de mejorarlo. Paradójicamente, mi mejor editor es el que no me publicó.

La entrega estuvo a cargo de Lucina Jiménez, directora del Inbal; Felipe Garrido, presidente de la Sociedad Alfonsina Internacional, e integrante del jurado junto con Marianne Toussaint y Vicente Quirarte, y Leticia Luna, titular de la Coordinación Nacional de Literatura, quien leyó el acta del premio.

En el documento se reconoce que Serna escribió una obra en la que se amalgama la ficción y la historia, con un vigoroso discurso narrativo. El jurado reconoció “la verosimilitud de personajes y situaciones, la velocidad de su prosa y su empeño por no dejar nada al azar.

Las aventuras y desventuras del protagonista Carlos Denegri están escritas con pasión y sabiduría; provocan la simpatía o el rechazo del lector. La evidente misoginia del personaje, que no de la novela, es producto de la sociedad misógina y competitiva en la cual se mueve. Novela picaresca, a su muy singular y personal modo, la de Serna es una importante aportación a la historia y modos de hacer periodismo y la literatura contemporánea de México. Su singular estilo y su implacable ironía lo convierten en uno de los narradores imprescindibles de nuestro tiempo.