Cultura
Ver día anteriorSábado 24 de octubre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Está disponible en línea el concierto que Chuck Berry dio en el Ferrocarrilero en 1974
Foto
▲ Boleto del concierto de 1974 en el teatro FerrocarrileroFoto Radio Cósmica
Foto
▲ Chuck Berry durante una visita en 1963.Foto Radio Cósmica
 
Periódico La Jornada
Sábado 24 de octubre de 2020, p. 4

Hay miles de perspectivas desde las cuales se puede analizar un fenómeno tan icónico y fundamental en la historia del rocanrol como Chuck Berry. La grabación completa del recital que Chuck dio el 27 de julio de 1974 se transmitió hace unos días por la emisora digital Radio Cósmica y aún se puede disfrutar en su página de Facebook (https://www.facebook.com/radiocosmicalibre/).

La grabación documenta a Berry en forma plena, pero sobre todo es un registro sonoro del efecto del rock original en México. El recital fue un cuarto de siglo después del Big Bang del rock, pero algo subsiste en la grabación que provee un testimonio sobre ese efecto iniciático sin concesiones.

El profesor de literatura Agustín Aguilar Tagle tenía 19 años cuando asistió al concierto en el Teatro del Ferrocarrilero: “Fue una gran experiencia en mi vida; recuerdo con total frescura lo que sucedió.

“Me entero por el periódico que viene Chuck Berry y acordamos ir a verlo con nuestros amigos, pero no hacían nada por ir, hasta que compré las entradas y luego se las cobré o no; no recuerdo. Llevé mi grabadora Phillips escondida; estaban revisando a la gente, pero por alguna razón pasé sin inconvenientes.

Llegamos a la parte alta del Ferrocarrilero y ahí nos quedamos unos minutos; veíamos que abajo no estaba lleno, pero permanecimos ahí. Preparé mi grabadora; había comprado pilas de repuesto. Comienza el concierto y los músicos locales que conformaron su banda invitan a bajar a los de las bandejas superiores, que no éramos demasiados, pero nuestra demencia y efusividad le gustó a Chuck y dio un gran espectáculo.

La lista de temas es una sucesión de lados A: Johnny B. Goode, Memphis Tenessee, School Days, Carol, Roll over Bethoven... Todo dura poco más de 40 minutos. Agustín intenta transmitir un poco de la sensación del suceso: “Los músicos se veían incómodos porque parecían no entender lo que pedía; en un momento estaba azotando violentamente el pie para marcar el ritmo, pero nosotros creíamos que era parte del show. La grabadora tenía un micrófono que mantuve en alto.

Mis amigos tuvieron la misma reacción de emoción absoluta, era el primer concierto que veíamos de uno de nuestros héroes. Fuimos niños en los años 60 y, si bien no es música infantil, sino para adolescentes y jóvenes, vivir el rock desde chicos nos marcó de por vida. Ya en los años 70 vivimos otro rock, como Sabbath; el rock era de lo más importante en nuestra vida.

Los otros Chucks

Hay otros Chuck Berry: en 1958 Johnny B. Goode suena y luce demencial y la audiencia del programa de televisión provee el contexto adecuado: un grupo de gente sentada y vestida de forma más acorde a un funeral, un blanco perfecto para Chuck tira una mirada amenazante mientras separa las piernas.

Veintidós años después, en un programa de televisión chileno, en una escena con subtexto pinochetista, Chuck tocó la canción para un público sospechosamente rozagante y pulcro; interpretó la misma canción, pero el resultado al ver la función fue completamente opuesto.

Chuck en dos momentos icónicos del cine gringo: el quiebre rocanrolero en la fiesta de Volver al futuro, recibiendo un llamado de su primo Marvin; Travolta bailando con Uma en la hamburguesería; lo que suena es Berry, pero el mesero que les toma el pedido es un pálido doble de Buddy Holly.

Una versión particular, la canción de Berry No Particular Place To Go, empleada en el arsenal de canciones del gobierno estadunidense para torturar al sitiado dictador panameño Manuel Noriega; la repetición del género utilizada como herramienta de manipulación sicológica.

Chuck, el letrista: la vindicación de clase profética de Johnny B. Goode, relatos breves que crearon un imaginario para sus fanáticos. Chuck tocando para un público mayoritariamente blanco y conservador en el pueblo costero de Newport, en 1958, junto a una banda de jazz que lo desprecia.

Chuck golpeando a Keith Richards en la cara porque tomó su guitarra eléctrica.

La historia no es sólo sobre cómo Agustín Tagle ingresó al Teatro del Ferrocarrilero con una grabadora portatil, sino sobre de qué manera conservó la cinta todos estos años: “Creo que el caset era marca Memorex; era tan valioso para mí, siempre lo llevé conmigo. Estuvo de 1974 a 1992 en casa de mis padres, lo escuchaba cada tanto. Cuando me fui a vivir con la que fue mi mujer durante 16 años me lo llevé. Un amigo me trajo una caja vacía para pasarlo porque se estaba desgastando.

Lo tuve en el cajón de la mesita de noche; cuando me separé volví a casa de mis padres, mi madre ya había fallecido y mi padre estaba solo. En la separación perdí muchas cosas, como mil 500 libros... creo que sí los extraño, pero eso sí, el caset no lo iba a perder. Luego me mudé adonde vivo ahora y, déjame pensar si tengo el caset... Claro, por supuesto que lo tengo.