La Jornada del campo
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Número 156 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
El herbicida de la discordia
 Omar Arellano-AguilarOmar Arellano-Aguilar

La historia se repite: del DDT al glifosato

Omar Arellano-Aguilar Facultad de Ciencias, UNAM

Othmar Zeidler sintetizó el DDT en 1874 como uno de los insecticidas más polémicos del siglo XX. El descubrimiento de las propiedades como insecticida lo hizo Paul Müller, quien propuso a la molécula como un método biocida para liquidar a las plagas y ganar de la noche a la mañana la guerra de los agricultores contra los insectos y solucionar la hambruna en el mundo (extracto de La Primavera Silenciosa de Rachel Carson, 1960): Müller ganó el Premio Nobel en 1948. Sin embargo, el producto ni liquidó a las plagas, ni erradicó el hambre, pero sí causó muchos problemas ambientales, así como enfermedades; primero entre los aplicadores y después a los demás usuarios. Veintidós años después, en 1972, se prohibió el uso de esta molécula en Estados Unidos y en México fue hasta 1992 que dejó de importarse y ya no se usa más.

En estos días, el debate sobre la intención de prohibir la importación del glifosato en México para 2024 parece una recapitulación de una historia que ya conocemos. El glifosato es el ingrediente activo del Roundup® de la transnacional Monsanto y desde 1974 se comercializa en todo el mundo. En México, es parte de las formulaciones como Faena®, Cacique 480®, Nobel 62%® entre otras marcas comerciales. La molécula cuyo nombre químico es glifosato [N-(Fosfonometil) glicina] fue sintetizada en 1950 por el Dr. Henri Martin de la farmacéutica CILAG con sede en Suiza. Al no encontrar aplicación clínica, la empresa vendió la patente a Monsanto Company, siendo el Dr. John Franz quien descubrió su propiedad como herbicida 20 años después. Roundup® cobró notoriedad cuando en 1996 se introdujeron las plantas genéticamente modificadas resistentes al glifosato en Estados Unidos1. A partir de entonces, la venta aumentó de manera exorbitante hasta que, en 2015, la Agencia Internacional para el Estudio del Cáncer (IARC) clasificó a la molécula como probable cancerígeno al determinar que había evidencia científica suficiente de que dicho compuesto produce Linfoma no-Hodgkin mediante mecanismos de genotoxicidad y estrés oxidante sobre el ADN. Un año después, la Red Internacional de Acción de Plaguicidas (PAN International) publicó una revisión exhaustiva que contempló alrededor de 700 artículos científicos para complementar la información toxicológica del compuesto2.

Aunque el glifosato actúa interrumpiendo la vía metabólica de triptófano, fenilalanina y tirosina: aminoácidos esenciales en las plantas, se sabía poco de los efectos tóxicos en otros organismos. En 2010, el trabajo de científicos argentinos dirigido por el Dr. Andrés Carrasco demostró que la exposición al herbicida incrementa la concentración del ácido retinoico durante el desarrollo embrionario. Dicho trabajo puso en evidencia que este compuesto químico tiene el potencial morfogenético de causar malformaciones en vertebrados3. En la última década se han reportado los efectos negativos del herbicida desde invertebrados, como polinizadores, lombrices de tierra, pulgas de agua hasta vertebrados como aves y mamíferos, incluyendo a los humanos. La razón de que la IARC haya elevado la clasificación del glifosato respecto a su peligrosidad en humanos no excluye que el compuesto esté amenazando la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas receptores como el suelo, que es fundamental en la producción de alimentos4.

La prohibición en más de 17 países del uso de glifosato y la fuerte restricción en otros 20 se debe no sólo a que es probable cancerígeno, sino a las evidencias de los riesgos ambientales que representa la aplicación del herbicida en múltiples cultivos y en la jardinería urbana. Así como el DDT quedó prohibido en la década de 1970, el glifosato se perfila para ser un herbicida prohibido o fuertemente restringido a nivel mundial en los próximos años. La prohibición progresiva en México para 2024 permite planear con tiempo las alternativas tales como prácticas agroecológicas u otras que ya se están realizando por productores de alimentos libres de tóxicos. •

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