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Grecia insiste en culpar a migrantes de incendio en Lesbos
 
Periódico La Jornada
Martes 15 de septiembre de 2020, p. 14

Isla De Lesbos., El gobierno griego volvió a acusar ayer a los migrantes de haber incendiado el campo de Moria en la isla de Lesbos donde, a pesar de ciertas reticencias, centenares de exiliados se están instalando en un centro temporal, sin duchas ni colchones, según la Afp.

El campo [de Moria] fue quemado por refugiados y migrantes que buscaban chantajear al gobierno para que fueran transferidos rápidamente desde la isla al continente, afirmó Stelios Petsas, portavoz del gobierno griego en conferencia de prensa en Atenas.

En la madrugada del 9 de septiembre, el megacampamento de Moria, el más grande de Europa, erigido hace cinco años en el momento álgido de la crisis migratoria, fue por completo destruido por las llamas, dejando al raso a sus 12 mil ocupantes, que vivían allí en condiciones insalubres.

Mientras se indaga el origen del siniestro, en Lesbos miles de solicitantes de asilo, exhaustos y hambrientos, sobreviven sin refugio ni protección.

Muchos exiliados, que se albergaban en Moria desde hace meses, incluso años, rechazan ir a las nuevas instalaciones levantadas apresuradamente, por temor a no poder salir de la isla una vez dentro de éstas. Aunque otros sí lo hacen, les guste o no.

No tengo opción, afirma Pariba, una afgana que llegó a entregar sus papeles tras 10 meses en Moria. Con sus tiendas blancas, el nuevo campamento parece duro, con el sol dando directo y sin sombra. Pero iré mañana porque no me queda opción.

En el nuevo campo, cerrado a la prensa, Malik, migrante argelino, comenta por teléfono a la Afp sus condiciones de vida junto a su mujer y cinco hijos, una de las primeras familias en instalarse, el sábado, en las tiendas provistas por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Hace mucho calor, suspira este profesor de francés. No hay nada en el campo, ni duchas, ni colchones. Sólo tenemos una comida al día y nos dan una caja con seis botellas de agua, añade, y dice alternar con unos 200 refugiados de Afganistán, Siria, Irak y países africanos.

Si vamos allá, estamos muertos, dice Ahmed, un somalí de 18 años, y muestra la carretera donde se aglomeran miles de migrantes, bajo precarios refugios. Si vamos allá, estamos muertos, repite, designando ahora un pueblo cercano.

Con la mano, simula un degollamiento, aludiendo la hostilidad de los exasperados residentes locales.

Queremos estar seguros, dice su compatriota Mohamed. Da igual dónde, pero seguros, dice este joven que teme no poder entrar al campo, porque es sólo para las familias.

En cinco días la operación finalizará. Todos serán instalados en el nuevo campamento, indicó este fin de semana el ministro de Migraciones griego, Notis Mitarachi, quien visitó Lesbos para coordinar los trabajos del nuevo centro.

Pero no todos están de acuerdo con esta afirmación.

En la calle faltan alimentos y agua, pero nos sentimos seguros, hay ONG que intentan ayudarnos, dice el somalí Ziko, de 25 años, quien con un grupo de 200 personas optó por dormir en el patio de una empresa cerca de Moria.

Entre los solicitantes de asilo podría haber contagiados de Covid-19. Se prevén estrictas restricciones para las salidas de los migrantes del nuevo centro. Según Mitarachi, habría 200 contagiados.

En Lesbos son frecuentes los enfrentamientos entre migrantes y habitantes locales, sumándose militantes de extrema derecha.

En Panagiuda, cerca de las nuevas instalaciones previstas para 3 mil personas, los residentes locales tienen derecho a protestar contra el campamento declara Theodoros Mineskos, de 58 años. Esperemos que no hagan un nuevo Moria, afirma.