Colectivos feministas que desde el viernes pasado mantienen tomada la sede de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México sacaron ayer a la calle los documentos que el organismo público había solicitado que se les devolviera, por tener información sensible sobre diversos casos.

El martes a mediodía, Yesenia Zamudio, madre de una víctima de feminicidio cometido en 2016, reiteró la advertencia hecha un día antes de que los papeles solicitados por la comisión serían destruidos o sacados del edificio si nadie pasaba por ellos, porque las ocupantes del inmueble de República de Cuba número 60 necesitan el espacio para albergar a mujeres víctimas de la violencia.

Aunque había dicho que a las cinco de la tarde podrían quemar los expedientes, poco antes de esa hora ordenó que éstos fueran sacados del edificio y apilados en un par de mesas de madera que se encuentran en la calle, donde en días pasados exhibió la supuesta comida de lujo que encontraron en el comedor del lugar.

Al sitio acudieron dos personas que se identificaron como representantes de la CNDH y de la Secretaría de Gobernación y le indicaron a Zamudio que querían iniciar una mesa de diálogo con las ocupantes, pero ella replicó que no estaba interesada en hablar con ningún funcionario.

En la mañana, las feministas anunciaron que ya han comenzado a recibir ofertas por la subasta de los cuadros que encontraron en la sede de la comisión, cuyos fondos se utilizarían para la entrega de ayudas a víctimas de violencia.

En tanto, la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México informó que puso a disposición de las activistas una ambulancia, luego de que se detectó que una de las manifestantes tiene síntomas relacionados con el Covid-19, pero que se negó a ser trasladada a un hospital, pese a tener temperatura de 37 grados centígrados y saturación de oxígeno menor a la recomendada.

Por ello, se le sugirió someterse al protocolo con el fin de determinar un probable contagio de Covid-19, para lo cual debería ser trasladada a un hospital de primer contacto, a lo cual se negó, por lo que una de sus compañeras quedó como responsable del estado de salud de la manifestante.