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Mar de historias

Zoom

P

or si no lo hice antes, quiero decirte que me pareció un hermoso detalle que me hablaras el día del temblor. Los sismos siempre me han aterrorizado, pero aún más con la pandemia encima. Pensé que después de aquella comunicación no tendríamos otra, y me equivoqué rotundamente: varias veces me has hablado y ayer hasta nos vimos.

Aunque ya pasó un día sigo emocionada. Me parece increíble haber llegado a nuestra reunión virtual. Lo conseguí después de muchos intentos fallidos, y eso que siempre seguí las instrucciones que me mandaste por correo. Las imprimí y me puse a estudiarlas en voz alta, como hacía en la escuela para memorizar las tablas o las conjugaciones: Entrar a Zoom. Generar invitación. Tema de la asamblea... y los demás pasos que tan bien dominas.

Me di cuenta de que no has perdido tus dotes de buen maestro. Por cierto, me parece estupendo que sigas dando clases aunque sea en línea. Lo celebro por tus alumnos, pero sobre todo por Magy: la inactividad te pone de muy mal humor. Me consta porque lo padecí algunas veces.

II

Perdona, Luis Ángel, ¿sabe tu mujer que te has estado comunicando conmigo y que ayer nos vimos? No quiero nada con olor a clandestinidad ni que ella termine por verme como enemiga o por considerarme una ex amenazante. Es la primera ocasión, desde que nos divorciamos, que me refiero a mí misma como a tu ex.

En serio te bendigo por haberme enseñado a manejar el Zoom: te sentí muy cerca, como si estuvieras en mi oficina. Magia pura. Después de algún tiempo de no hacerlo, me alegró mucho verte. Las canas te favorecen y no has subido de peso. Se ve que Magy te cuida mucho. Tengo una curiosidad: ¿tu joven mujer es gimnasta, vegetariana, o las dos cosas?

Me hubiera gustado que se encontrara en tu casa cuando nos reunimos, porque de ese modo habría podido conversar un poquito con ella. Te aseguro que estoy en condiciones de darle muy buenos tips para que su relación sea óptima. A ver, dime, ¿cuándo habías visto una ex tan solidaria? Creo que nunca. Yo misma estoy sorprendida.

Quiero preguntarte algo que a lo mejor te resulta chocante: ¿piensas que fui una mala esposa? Reconozco que en ciertas situaciones me porté muy intolerante. Por ejemplo, cuando cambiabas de lugar los muebles sin pedir mi opinión, cuando invitabas a tus colegas a comer los sábados –única tarde que podíamos estar solos– o te volvías inapetente porque el cerdo a la antigua no era como el de tu mamá.

III

Cambio de tema, aunque no dudo que se me hayan escapado muchas escenas en las que me mostré como una mala compañera, una auténtica perra. Mi peor papel fue el de señora celosa, aunque varias veces, con tu comportamiento, me diste motivos para serlo. Citaré algunos: cuando te deshacías en elogios y atenciones con Dalia. Eran pequeños detalles, pero nunca los tuviste conmigo, y me dolía.

En el confinamiento uno tiene más tiempo para pensar en cosas a las que nunca les había dado importancia. Ya me califiqué como esposa, ahora te toca a ti: ¿alguna vez te has preguntado si fuiste un buen marido? Tal vez tu respuesta sea no, y por eso voy a ayudarte a aclarar el punto. Fuiste muy responsable, generoso, pero poco efusivo; en ocasiones indiferente y violento. De seguro piensas que eso no es verdad porque nunca me levantaste la voz ni me pusiste la mano encima. Cierto, pero te recuerdo que la violencia tiene muchas expresiones. Una mirada, un silencio, una palabra pueden herirte sin que derrames una gota de sangre. Te lo digo para que evites actitudes que puedan lastimar a tu actual mujer.

A veces somos violentos sin darnos cuenta. Recuerdo aquel congreso en Chicago al que te acompañé y por eso me sentí importante. La primera noche nuestros anfitriones organizaron una cena de gala, ¿te acuerdas? Cuando el mesero se acercó a preguntarme qué iba a ordenar y no supe qué contestarle, tú simplemente... Bueno, mejor lo olvido: no es momento para reclamaciones.

A lo largo de nuestro matrimonio las agoté todas. Con eso nada más logré que te fueras alejando hasta que al fin me pediste el divorcio. Te lo concedí porque también quería zafarme de una relación que me estaba asfixiando. No sé qué pensarás, pero creo que como ex esposos nos llevamos mucho mejor y somos más amigos. Durante una larga temporada lo fuimos, pero de pronto nos convertimos en lo contrario.

He reflexionado mucho acerca de eso y ahora atribuyo el cambio a nuestra falta de confianza en nosotros como pareja; también a que callamos demasiadas cosas y brotó el rencor. Me estoy dando cuenta de que en los años de convivencia jamás te hablé con tanta sinceridad y sin miedo. Qué bueno que lo haya hecho ahora.

Te agradezco que, en medio de tantos problemas, te comunicaras para saber cómo estaba. Después, cuando te dije que el aislamiento me tenía muy angustiada, se te ocurrió que nos pusiéramos en contacto a través del Zoom, porque así tendríamos un contacto más pleno. Lo tuvimos, y mucho mejor que antes, cuando estábamos casados.

No sabes cuánto me agradó verte, pero hoy preferí escribirte. No sé si volveré a hacerlo. Gracias por tu interés y la compañía que me has brindado: fue salvadora. Dile a Magy que tu ex le manda un gran abrazo y sus mejores deseos. Cuídense mucho y ¡suerte!