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En Perisur se olvidaron del distanciamiento y de no andar en grupo

Primer sábado con plazas abiertas puso a prueba medidas preventivas

La mayor parte de negocios y restaurantes tenían poca gente, pero ir era una necesidad

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▲ En Antara Polanco eran escasos los negocios en los que había fila para ingresar, principalmente en los de ropa juvenilFoto Yazmín Ortega Cortés
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▲ En la zona de comida rápida en Plaza Carso, como en muchas otras, la ausencia de comensales y locales cerrados fue una constante a lo largo del día.Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Domingo 12 de julio de 2020, p. 27

El número de visitantes a las plazas comerciales fue en aumento este fin de semana, dijeron encargados de seguridad, quienes ahora tienen una nueva encomienda: hacer que se cumplan las medidas preventivas para evitar contagios de Covid-19.

Los controles de acceso a esos lugares y en las tiendas departamentales ha hecho difícil que se cumpla con la sana distancia, principalmente; además, las personas traen mascarillas y caretas, pero en el cuello, cabeza o sólo cubren su boca.

Las largas filas en la entrada a Perisur han sido un reto para conservar el metro y medio de margen durante la espera, ya adentro del enorme centro comercial todos se dispersan: familias completas, en parejas o personas solas acudieron ayer a esta y otras plazas como Oasis Coyoacán, Altavista y Patio Universidad, la mayoría en busca de ofertas anunciadas, otras sólo para comprar lo necesario, pero hubo quienes llegaron a dar la vuelta y distraerse del confinamiento, que casi llega a cuatro meses.

En los restaurantes eran pocas las mesas ocupadas, las tiendas de ropa juvenil fueron las de mayor demanda, por ejemplo Lefties tenía una fila de espera de 20 personas.

La gente recorría los pasillos y pocos respetaban las indicaciones de movilidad marcadas, ni siquiera estaban enterados que su tiempo de compras estaba limitado a 60 minutos.

Arturo Robles, quien acudió con su hijo por juguetes a Oasis Coyoacán, afirmó que los capitalinos deben rehacer su vida con la presencia del coronavirus.

El hombre, de 50 años, está informado de los contagios diarios, las muertes, el color del semáforo epidemiológico, sabe cuáles son las colonias donde hay más enfermos y pese a los datos, consideró que su estancia en el centro comercial era una necesidad.

Hicimos apego al bullicio y a la convivencia casual creada en estos lugares, donde era costumbre acudir a desayunar, al cine, comerse el helado y hasta los jóvenes venían a ligar, pero en este momento estoy sólo para ver la plaza.

En algunos centros con menor afluencia se permitió saltar la regla de limitar el ingreso a una persona por familia. Así fue en Vía Vallejo, Azcapotzalco; Portal Vallejo, Gustavo A. Madero; Pabellón Cuauhtémoc –donde no se observaron señales de circulación y había negocios cerrados–, así como en Reforma 222, en Cuauhtémoc.

En Parque Delta, en Benito Juárez, aunque había que hacer fila el ingreso era continuo, a diferencia del pasado miércoles, cuando empleados de tiendas dijeron que hubo quejas porque el tiempo para ingresar fue de hasta una hora.

En Vía Vallejo esta vez no hubo personas afuera en espera de que personal de seguridad permitiera el ingreso a las 11 horas, como en el primer día. Los pasillos lucían semivacíos y los visitantes recorrían tiendas de ropa que ofrecían descuentos promedio de 50 por ciento o una segunda rebaja.

Al mediodía restaurantes como Italianni’s y Corazón de Barrio tenían sólo una mesa ocupada, mientras Applebee’s, Mamma Bella y Chili’s lucían vacíos. Es que no es quincena, explicó una empleada del Starbucks, que tampoco tenía clientes aún.

En Parque Delta, aunque el acceso era restringido a una persona, en pasillos y tiendas se reunían en parejas o grupos de hasta tres, por lo que personal de seguridad en Liverpool que los detectaban les decían que sólo una persona permaneciera adentro, mientras los negocios exhibían carteles que indicaban aforos limitados de entre cinco y 18 personas o un promedio de 70, en el caso de restaurantes.