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Penultimátum

Política y religión, hermandad nociva

I

mpuesta con la cruz y la espada a los nativos y esclavos traídos de África, la religión católica imperó casi solitaria en Brasil. Hoy, el panorama es diferente con la aparición de los llamados grupos evangélicos, los cuales registran un acelerado aumento de fieles, especialmente entre la clase trabajadora y pobre, la mayoría en ese país de 210 millones de habitantes.

Hoy, a los cristianos evangélicos pertenece casi una cuarta parte de la población, cuando en 1980 apenas sumaban 6.6 por ciento.

Uno de los motivos para ese aumento radica en el alejamiento de la Iglesia católica de su base de creyentes. Los obispos y sacerdotes que abogaron por un cambio hacia los pobres, vía la Teología de la Liberación, fueron silenciados por el grupo ultraconservador que lleva las riendas del Vaticano.

Para millones de pobres resultan más atractivas las promesas de redención y de una mejor vida, aquí y en el más allá, de las agrupaciones evangélicas. Y pronto éstas se convirtieron en un factor clave en la política, pues sus fieles suman millones de votos. Esos sufragios fueron decisivos en la elección del neofascista Jair Bolsonaro como presidente de Brasil. Bautizado en el río Jordán, en Israel, emergió como el mesías que acabaría con la pobreza y la injusticia social. Y lo haría haciendo efectivo el lema de su campaña: Brasil por encima de todo; Dios por encima de todos. Y la Biblia como guía espiritual.

Ese lema ha llevado al empoderamiento de las iglesias evangélicas en el equipo cercano a Bolsonaro, el Congreso y el gobierno de algunas ciudades, como Río de Janeiro. También es fuente de enriquecimiento de algunos de los obispos que las presiden.

Dueños de medios de comunicación, no los utilizan para luchar contra la pobreza, sino en una cruzada contra el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la cultura, que califican como intento de Satanás por apoderarse de Brasil.

La pandemia y la crisis generalizada que vive esa nación muestra los efectos nocivos de hermanar las instituciones públicas con la religión.