16 de mayo de 2020 • Número 152 • Suplemento Informativo de La Jornada • Directora General: Carmen Lira Saade • Director Fundador: Carlos Payán Velver

De chile, de dulce y de manteca

Mercado de Carrillo Puerto.

Lo que dicen en Quintana Roo del Tren Maya

Paloma Escalante Gonzalbo ENAH

Para opinar sobre cualquier tema hay que tener información. Sobre el proyecto del Tren Maya hemos observado que falta mucha información, particularmente sobre las poblaciones involucradas: ¿Qué saben? ¿Qué piensan? ¿Qué esperan? ¿Qué les preocupa? Éstas son algunas de las preguntas que han guiado una investigación realizada por cuatro antropólogas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y de la Universidad de Quintana Roo.

Decidimos recorrer los pueblos que se encontrarían en la ruta del tren para observar, hacer cuestionarios y realizar trabajo etnográfico y entender realmente lo que la gente piensa y siente, teme, o espera del Tren Maya. Nuestra sorpresa fue grande desde el principio. Encontramos que la gente sabía mucho sobre el proyecto y deseaba mucho más de lo que habíamos imaginado que se lleve a cabo. A lo largo de nuestros recorridos encontramos un sentimiento de esperanza en la mayoría de los pobladores: “Por fin alguien hace algo por nuestro estado”, “Ahora sí vamos a tener trabajo”, “Mi presidente es del pueblo, lo que haga va a ser para el pueblo”. Estas expresiones y otras semejantes fueron una constante. También fueron muchos los testimonios que recogimos sobre la angustia de no tener oportunidades de empleo, la imposibilidad de trabajar el campo, sobre todo ahora que desde hace al menos 5 años no llueve lo necesario para la agricultura.

Para nuestro trabajo, dividimos el estado en tres regiones de acuerdo con sus características culturales y socioeconómicas: el norte, dedicado al turismo desde 1974; el centro que es la zona maya y rebelde desde la Guerra de Castas en 1847, y el sur, que es una región surgida a partir de la creación de Nuevos Centros de Población Ejidal (NCPE) en los años setenta. Esta zona es fronteriza con Belice, a orillas del Río Hondo. Es una parte predominantemente agrícola y forestal, pero con escasas posibilidades de desarrollo. En ella se encuentran importantes sitios arqueológicos, unos abiertos, otros en exploración y otros aun por trabajar. Cuenta con bellezas naturales como cenotes, lagunas y selva que los pobladores desean aprovechar para tener un ingreso por el turismo.

Además del recorrido y trabajo de campo por las poblaciones, analizamos las estrategias de comunicación de Fonatur y el proceso de consulta a los pueblos. A partir de ello hacemos recomendaciones para que se realicen las cosas de la mejor manera. También nos informamos con arqueólogos sobre la situación de los vestigios que se encuentran a lo largo del trazo propuesto para la ruta del tren y uno de ellos nos ha explicado cómo se puede hacer la exploración y salvamento para que no se pierdan elementos importantes del patrimonio arqueológico.

Al llegar a Calakmul, observamos que la parte por la que pasará la vía atraviesa la zona decretada como Reserva de la Biósfera, por la parte más angosta y a la par de la carretera, por lo que será mínima la afectación. En un principio existió un plan para introducir la vía en la selva, pero esto se ha descartado, así como la idea de un asentamiento urbano de grandes dimensiones. El plan consiste en que pase la vía a la par de la carretera. Lo mismo ocurre con la reserva de Sian Kaan, que no se verá afectada, ya que queda a un lado y fuera del trazado de la vía.

Hemos investigado la situación de las poblaciones más frágiles: Bacalar y Tulum y hemos concluido que ya no se puede incrementar la presión demográfica en esos lugares, por lo que es necesario modificar la ubicación de la estación en Bacalar y controlar el crecimiento en Tulum. Es importante que se deje muy claro con Fonatur y las instancias responsables del proyecto que si se busca realmente el desarrollo y el crecimiento regional no se deben volver a impactar los lugares ya sobreexplotados. Es necesario en cambio, abrir nuevos, poner estaciones en los lugares que las necesitan y que tienen mucho que ofrecer, incluso al turismo, pero que no son conocidas.

Trabajamos en algunas comunidades solo por un día o dos y en otras por periodos más largos, para tener algunas muestras con más profundidad. En el sur estuvimos en Huay-Pix, Juan Saravia, Nachicocom, Morocoi, Francisco Villa, Nicolás Bravo, Bacalar, Miguel Hidalgo, Andrés Quintana Roo, Limones; en la Zona Maya en Uh-May, Señor, Ixpichil y Carrillo Puerto; en el norte sólo trabajamos Tulum hasta el momento, pues la investigación continúa.

Sólo como botón de muestra algunos testimonios: en Huay Pix, una de las primeras personas entrevistadas fue una mujer de cuarenta y cinco años en silla de ruedas: “Hace siete años que tuve este accidente y mismos siete años que hace que no he vuelto a ver a mi mamá, porque en los autobuses no se pueden subir sillas de ruedas. Ahora con el tren voy a ir, la voy a ver, sólo espero que se termine antes de que muera mi mamá.”

Un señor de 78 años en Miguel Hidalgo recuerda: “Yo sí he viajado en tren y sé de lo que hablo, sería fabuloso que llegara. La gente no se imagina lo cómodo, lo barato, es bien para todos, hasta para los taxistas que se quejan, van a tener más trabajo, porque el tren no va a parar en todos los pueblos y ellos van a llevar el pasaje a las estaciones”.

Una mujer de unos 60 años en Uh May: “Pues no sé por qué le dicen maya, si maya no es, pero que haya el tren, eso espero, nos hace falta todo, el transporte, el trabajo, hasta el turismo y hasta aquí yo le he pensado ¿no le gustaría más a un turista venir y conocer la verdadera milpa maya, la verdadera comida los pueblos de verdad y no lo que les ponen a los turistas que ni es de verdad”.

Un hombre joven en Limones: “Lo que no se puede es que no se haga nada, por fin alguien que hace algo por nuestro pueblo, por nuestra tierra, ojalá que sí se haga el tren. Si no, ¿qué nos puede quedar? Los que dan trabajo son los criminales y eso al final nos mata, no es nuestro sueño, no es nuestra vida”.

El trabajo consta también de entrevistas a especialistas, personas que tienen algún saber particular. Tal es el caso de la entrevista realizada con el líder del centro ceremonial maya “Áak Baáam Kée”, que se opone al proyecto del tren y considera que abonará al aumento de la situación de despojo y discriminación. Una antropóloga y activista medioambiaental que trabaja en Bacalar nos explicó la problemática de esa comunidad y expresó dudas sobre la conveniencia del proyecto.

Atardecer en Nicolás Bravo.

En general las personas piensan que se beneficiarán con el medio de transporte seguro y económico, que podrán transportar también sus mercancías y que recibirán apoyo para poder explotar los recursos o atractivos turísticos de sus localidades. De esta manera, sus hijos ya no tendrán que migrar, puesto que habrá fuentes de trabajo en sus propias comunidades.

También hemos considerado la violencia en el estado y la relación que pudiera tener con el crecimiento económico o con el cambio de vocación productiva de la región. Pensamos que un proyecto federal de estas características será importante para revertir la tendencia de incremento de la violencia, ya que ayudará a fracturar las estructuras del crimen organizado que se han enquistado en Quintana Roo debido a la ausencia de oportunidades económicas para la población. Hemos identificado que cada zona del estado tiene una situación diferente, así como necesidades, problemas propios y necesidades específicas en torno al proyecto del Tren Maya. Todo ello se expone detalladamente en este blog, en el que estamos dando a conocer los resultados de la investigación: https://trenmayaenquintanaroo.blogspot.com/