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Economía neoliberal y Covid-19 // Crisis anunciada desde 2018

C

ontra lo que sostienen videntes financieros y demás fundamentalistas del mercado (esa cosa etérea que todo lo resuelve, según dicen), el presidente López Obrador advierte que estamos enfrentando las consecuencias del derrumbe mundial, porque el coronavirus precipitó la caída del modelo económico neoliberal; no fue la pandemia lo que tira la economía; lo cierto es que ya la economía neoliberal estaba en crisis, estaba mal; lo que hizo la pandemia fue acelerar el derrumbe.

En efecto, la pandemia sólo adelantó el estallido de una crisis que se cantó desde mediados de 2018, casi dos años atrás, cuando el Covid-19 ni siquiera estaba en el radar económico, pero ahora que el vertiginoso avance del virus domina el escenario global (todos los países, excepto China e India, registrarán severos desplomes) los fundamentalistas neoliberales lo culpan de todo lo habido y por haber. Según dicen, el responsable de la peor crisis desde la Gran Depresión no es el modelo, sino el bicho.

Pues bien, un paseo por los informes periódicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) resulta pertinente para documentar lo dicho por el mandatario mexicano. En sus Perspectivas de la economía mundial de abril de 2018, dicho organismo recortó su estimación sobre el crecimiento global y el tijeretazo afectó a todos los países enlistados (México entre ellos). Lo propio hizo en julio de ese mismo año.

Para octubre de 2018 el FMI subió el tono, al advertir que los riesgos para el crecimiento económico mundial han aumentado en los últimos seis meses y la posibilidad de sorpresas positivas se ha disipado. El ritmo de avance es menos vigoroso que lo proyectado en abril y es ahora menos equilibrado. En este informe también redujo sus de por sí recortadas estimaciones sobre la economía global, pero ni por aproximación mencionó pandemia alguna para justificar la caída.

Un año después, en octubre de 2019, el ya nervioso FMI reconoció que la economía mundial se encuentra en un momento delicado. La expansión de comienzos de 2018 ha perdido ímpetu, en gran parte como consecuencia de las crecientes tensiones comerciales (EU-China). Hay amenazas que emanan del agravamiento de las vulnerabilidades financieras y las incertidumbres geopolíticas. Ante estos desafíos, las autoridades deben evitar dar pasos en falso y adoptar políticas adecuadas, tanto en el plano nacional como a escala transfronteriza y mundial. Tras una fuerte desaceleración en los últimos tres trimestres de 2018, el ritmo de la actividad económica mundial continúa siendo débil y precario el panorama (ninguna referencia al coronavirus apareció en páginas del informe respectivo).

En ese reporte advertía que en 2019 el crecimiento económico global sería el más bajo desde 2008-09, y reconocía que tal crecimiento disminuyó drásticamente. Entre las economías avanzadas (Estados Unidos y, especialmente, la zona del euro) el debilitamiento ha sido generalizado. El enfriamiento de la actividad ha sido más pronunciado entre las economías de mercados emergentes y en desarrollo, como Brasil, China, India, México y Rusia, así como en algunas aquejadas por tensiones macroeconómicas y financieras. Las crecientes tensiones comerciales y geopolíticas han agudizado la incertidumbre que rodea el futuro del sistema de comercio mundial y la co­operación internacional. Para el año en su conjunto se proyecta una contracción del crecimiento en 70 por ciento de la economía mundial (el pretexto bicho seguía sin aparecer).

Sólo hasta abril de 2020, el más reciente informe del FMI, el Covid-19 emergió como el culpable de todo: la crisis sanitaria repercute gravemente en la actividad económica. Como resultado de la pandemia, se proyecta que la economía mundial sufra una brusca contracción, mucho peor que la registrada durante la crisis financiera de 2008-09 (como si antes de la aparición del bicho todo fuera una maravilla).

Las rebanadas del pastel

Entonces, desde que se inventaron los pretextos se acabaron…