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La guerra perdida contra las drogas
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ace un mes el presidente Donald Trump anunció un gran operativo para impedir el ingreso a Estados Unidos de drogas ilegales procedentes de Venezuela, México, Colombia y el Triángulo Norte. Dijo que su gobierno no permitirá que los cárteles exploten la pandemia del coronavirus para amenazar la vida de los estadunidenses. Para ello, en cooperación con 22 naciones asociadas, el Comando Sur de las fuerzas armadas estadunidenses aumentará la vigilancia, la intercepción y la incautación de los envíos de drogas y brindará apoyo adicional para los esfuerzos de erradicación que se llevan a cabo en varios países. En el operativo intervienen destructores de la Armada, barcos de combate, aviones y helicópteros y patrullas de la guardia costera.

Tres semanas antes, la agencia antidrogas estadunidense (DEA) informó que detuvo en Los Ángeles a más de 700 de miembros del cártel Jalisco Nueva Generación ( CJNG). Según la DEA, es una de las cinco organizaciones criminales más peligrosas del mundo y una de las mayores amenazas para Estados Unidos. Y confía en capturar a su líder, Nemesio Oseguera, alias El Mencho. Ofrece 10 millones de dólares de recompensa a quien dé información que la haga posible. El CJNG también tiene presencia en Nueva York, Chicago, Houston y Atlanta. Diversos analistas criticaron dicha operación y aseguraron que fue más un golpe publicitario de la DEA que contra la sangrienta organización criminal.

La nueva estrategia estadunidense para destruir a las organizaciones que llevan droga a ese país pronto fue olvidada por otro enemigo mucho más letal: el coronavirus. Aunque el gobierno detectó su llegada a principios de enero, Trump negó que fuera una amenaza. Cuando se expandió por todo el país, quiso librarse de su negligencia echándole la culpa a China. Hoy Estados Unidos es el que registra en el mundo más muertos y afectados por la pandemia. No escapan ni los marinos de uno de sus poderosos navíos de guerra, aunque Trump negó que allí hubiera contagio.

La lucha de Trump contra los cultivadores de hoja de coca tiene fieles aliados. En Colombia, el presidente Iván Duque. Su gobierno busca la erradicación forzosa de plantíos en casi 170 mil hectáreas.En medio de la pandemia que afecta a dicho país, esa tarea ocasiona la respuesta de los campesinos que se dedican a cultivar coca como forma de vida. En el acuerdo de paz firmado entre el gobierno y las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se incluye un programa de sustitución voluntaria de la coca en las zonas con más sembradíos. Unas cien mil familias campesinas se acogieron en 2018 a él y arrancaron sus propias matas a cambio de los apoyos ofrecidos por el gobierno para otras líneas de cultivo y que siguen pendientes. Y a diferencia de su antecesor (Juan Manuel Santos), Duque privilegia la erradicación forzosa en lugar de la sustitución voluntaria. Además, es partidario de la fumigación con glifosato, herbicida que afecta gravemente la salud de las personas expuestas y al medio ambiente. Las fumigaciones mostraron no ser efectivas hace años, como documentan varios especialistas.

El uso de brigadas del ejército y civiles para erradicar los plantíos en plena pandemia ya deja víctimas mortales entre los campesinos e indígenas, acosados también por las bandas criminales que protegen el cultivo de la coca y su posterior procesamiento. Las comunidades agrarias temen que los encargados de erradicar los plantíos les lleven el virus.

Ni la erradicación forzada ni el uso de glifosato terminarán con la siembra de una planta de la que viven miles de familias pobres. Lo seguirán haciendo mientras no se les ofrezca alternativas económicas y sociales más ventajosas. Hace 11 años, los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; César Gaviria, de Colombia, y Ernesto Zedillo, de México, coincidieron en que Estados Unidos debe contener su demanda de drogas para acabar con la escalada de violencia que ésta genera. Pidieron replantear la estrategia mundial ante el fracaso de la guerra que contra ellas encabezan por Estados Unidos y la ONU. La respuesta: más violencia y más demanda de cocaína.

Carlos Monsiváis nació un día como hoy. Cuánta falta hacen sus textos críticos contra el poder político y gubernamental. Más ahora.