19 de abril de 2020 • Número 151 • Suplemento Informativo de La Jornada • Directora General: Carmen Lira Saade • Director Fundador: Carlos Payán Velver

Salud rural y COVID


Más de 500 mil personas jornaleras desplazándose, sin opciones para protegerse

Antonieta Barrón Pérez Profesora de carrera, Facultad de Economía, UNAM, y miembro de la Red Nacional de Jornaleros AgrícolasAmparo Muñoz Coronado Investigadora de la Asociación Estatal de Mujeres Indígenas y Campesinas Xasasti Yolistli A.C.

En México hay aproximadamente 55 mercados de trabajo agrícola con una gran dependencia de empleo estacional, es decir, de jornaleros.

Los ingresos de las familias dedicadas al jornal agrícola dependen de la participación de sus miembros en empleos temporales y cíclicos, en mercados de trabajo que los demandan en función del comportamiento del mercado de productos. Esto fomenta las migraciones de las y los jornaleros en condiciones de alta precariedad.

En marzo pasado se inició la movilidad de jornaleros para el ciclo primavera–verano. Y hoy, a unos días de que inicie la fase 3 de la pandemia en México, mujeres y hombres están por reiniciar el retorno a sus comunidades o bien por engarzarse a otros mercados.

Las rutas

Los jornaleros en grupos familiares (nuclear y/o ampliada) se desplazan a la cosecha de hortalizas: jitomate, pepino, berenjena, pimiento morrón, chile, calabaza, etc. de 3 a 4 meses de forma escalonada, a los valles agrícolas de Culiacán, Guasave, El Fuerte y Elota, del estado de Sinaloa, los cuales demandan de manera estacional grandes cantidades de mano de obra para las actividades de siembra y cosecha. La concentración de personas crece escalonadamente, iniciando entre agosto y septiembre, para concentrar en enero y febrero la mayor cantidad de jornaleros y jornaleras migrantes. El ciclo ocupacional intensivo se cierra en abril y mayo y se distingue por una alta presencia de grupos familiares, que representan alrededor del 70% de la población total flotante, mientras que el 30% restante son hombres que se incorporan solos, organizados en cuadrillas.

A los valles agrícolas de la costa de Hermosillo, Guaymas y Empalme, del estado de Sonora, inicia el arribo de migrantes en marzo/abril, para alcanzar su punto más alto en mayo y cerrar en junio. Se estima que el 40% de los jornaleros migrantes arriba con sus familias y el 60% son hombres solos que se incorporan organizados en cuadrillas a la migración, o a los Valles agrícolas de Maneadero, Ojos Negros, Mexicali y San Quintín, del estado de Baja California, así como al Valle del Vizcaino, Los Planes y La Paz, en Baja California Sur; esta última región por su lejanía del centro y sur del país, así como por la modalidad de su producción (invernaderos), ha generado colonias y espacios semi permanentes, para los jornaleros y sus familias.

A la cosecha de café, los grupos familiares van de octubre a febrero a las zonas cafeticultoras de Puebla, Chiapas, Oaxaca y Guerrero.

En el cultivo de la caña de azúcar participan personas solas, quienes de noviembre a junio acuden a los cañaverales de Veracruz, San Luis Potosí, Jalisco, Tamaulipas, Oaxaca, Michoacán, Nayarit, Colima, Sinaloa, Chiapas y Puebla, entre otros. La temporada de este cultivo inicia entre noviembre y diciembre y concluye en mayo y/o junio, dependiendo de la capacidad de molienda del ingenio al que corresponden.

Es decir, quienes hoy están en los valles de Sinaloa, Sonora y Baja California son mujeres, hombres y niños que llegaron de comunidades y municipios del centro y sur del país o de las partes serranas del estado de Sinaloa. Este contingente de población que se traslada con sus familias, está integrado por más de 500 mil personas, sumando niños y niñas; un 60% son de origen indígena, nativos de los estados de Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Guanajuato, e Hidalgo, principalmente. A ellos, el COVID– 19 los encontró Fuera de Casa y, dada la precariedad laboral que sufren, es momento que aún no llegan a la agenda pública para que se visibilice la necesidad de contar con una política pública específica y prioritaria para este sector.

En la migración, ellos y ellas se concentran en albergues o campamentos donde conviven y hacen una vida social con migrantes de diversas comunidades y estados del país; las mujeres hacen la vida cotidiana entre el surco y las actividades que demanda la familia. Dada la concentración, ellos pueden ser portadores del virus y al regresar a sus lugares de origen con amplias posibilidades de contagio. Las personas jornaleras no tienen la opción de quedarse en los lugares de trabajo una vez que éste se acaba.

Se requiere una respuesta gubernamental; no basta con declarar que primero los pobres, falta dirigir medidas específicas de apoyo económico para quienes no salen, para quienes regresan a las comunidades y no pueden entrar, y de prevención para quienes se mueven de un mercado de trabajo a otro. Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas

Este sector invisible y en movimiento, ya inició o está a unos días de retornar y enfrentarse a condiciones no vividas como puede ser el rechazo de algunas comunidades que han establecido sus propias medidas de prevención, como se observa en la Montaña de Guerrero, la mixteca poblana y los municipios expulsores de Chiapas. Por otro lado, quienes aún se encuentran en sus comunidades, alistándose para salir hacia Sonora o Baja California, se enfrentan a medidas precautorias que les impiden salir para llegar a las regiones donde hay trabajo.

La organización no gubernamental Enlace, miembro de la Red de Jornaleros Agrícolas, señaló que en el municipio de Metlatónoc, Guerrero, las autoridades anunciaron que nadie sale ni entra a partir del 6 de abril; en los municipios de Las Margaritas y La Trinitaria pusieron como fecha límite de regreso el 30 de marzo y quienes no llegaron ya no pueden entrar a las comunidades. Tampoco nadie puede salir, a menos que sea una urgencia y tienen que avisar a las autoridades, pues de lo contrario les cobrarán una multa de cinco mil pesos.

Tiempos de salida a otros mercados de trabajo y de regreso a sus comunidades. Si no salen, ¿de qué van a vivir el resto del año? Un estudio de Tlachinollan de 2006 sobre la Montaña, menciona: “solo hay dos opciones para los habitantes de la Montaña, migrar o morir” y esta condición no ha cambiado.

Y para los jornaleros de retorno, ¿a dónde van si no los aceptan en sus comunidades?

Eduardo Calvario, de Sonora, y Celso Ortiz, de Sinaloa, miembros de la Red de Jornaleros Agrícolas, hicieron spots sobre medidas preventivas en náhuatl, mixteco, triqui, y otras lenguas para transmitir en radio comunitarias, pero hoy esta medida resulta insuficiente. Se requiere una respuesta gubernamental; no basta con declarar que primero los pobres, falta dirigir medidas específicas de apoyo económico para quienes no salen, para quienes regresan a las comunidades y no pueden entrar, y de prevención para quienes se mueven de un mercado de trabajo a otro.

Si no se toman las medidas pertinentes hacia esta población, no solo pueden propagar el virus, sino que además pueden perder su ventana de oportunidad para obtener el ingreso que garantiza la sobrevivencia de las personas jornaleras y sus familias. •