Opinión
Ver día anteriorMartes 3 de marzo de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pasos al futuro
L

a convicción retro da marcha atrás frente a los pasos de las mujeres, o parece hacerlo esperando inútilmente sea un flamazo que se extinga. La multitud de iniciativas feministas, en cambio, parece el preludio de una larga marcha, el balbuceo de una serie de hechos históricos futuros con rumbo a la creación de una sociedad con nuevas masculinidades y nuevas feminidades abocadas a transformar la base patriarcal del presente. Esas iniciativas se amarran así con los movimientos feministas de vastas zonas del planeta.

La UNAM ha pronunciado sus primeros pasos. Como era esperable, se adelanta en busca de respuestas a lo urgente y a lo importante, entendiendo que también lo urgente es importante, y lo importante es urgente, aunque su alcance demanda por necesidad de la reflexión, del análisis esmerado y profundo, de la deliberación dilatada que consiga consensos duros y durables.

Frente a lo urgente, la UNAM creará unidades de atención de denuncias por violencia de género en todos sus planteles, orientadas por una política de escucha estricta en esa atención; el Consejo Universitario formulará un código de conducta que buscará incidir en la prevención de esa violencia; y se actualizarán y adecuarán los protocolos de actuación frente a esa ignominia, entre otras medidas. Frente a lo importante, ha creado una Coordinación de Igualdad de Género, cuya primera acción será convocar a foros de debate en todas las entidades académicas sobre el tema que enuncia su nombre. Se trata de reunir el consenso sobre las tareas que desarrollará la coordinación y que tendrán una última deliberación en un Congreso Universitario, con vistas a alcanzar una universidad digna de la igualdad de ­género.

Si los universitarios todos son capaces de desarrollar con seriedad y minuciosidad su trabajo, no sólo llevarán aliento de civilización a la universidad, también podrán mostrar caminos a la sociedad mexicana como conjunto.

El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) publicó apenas el pasado julio, Marchas y contramarchas en las políticas locales de género: dinámicas territoriales y ciudadanía de las mujeres en América Latina (Buenos Aires, 2019). Un conjunto de análisis, dice su prólogo, que dan cuenta de la complejidad que reviste transformar las concepciones de género e incluirlas en la institucionalidad del Estado. Esto se relaciona tanto con el carácter sistémico y las profundas raíces culturales de este sistema, como con su grado de articulación con otros importantes ejes de asimetría social.

Los estudios incluidos en el volumen someten a examen procesos políticos que son resultado de acciones e interacciones entre mujeres y hombres (individuos y colectividades), así como de condiciones estructurales e históricas en las que se confrontan visiones de mundo y los intereses propios de un universo patriarcal que agoniza y otro que anuncia su advenimiento. Se halla ahí, asimismo, la importancia de las redes de los actores políticos (mujeres principalmente) que sustentan el proceso de apropiación de diversas políticas públicas. Cada nueva política pública implica procesos complejos de debate, argumentación y negociación de ideas entre los actores políticos, discusiones en los medios de comunicación, así como debates parlamentarios y dentro del Estado.

Como se dice en las líneas de presentación de los estudios, abordar problemas de género exige una acción coordinada e intersectorial que choca con la lógica sectorial y la organización de los gobiernos. Las representantes de las nuevas instancias deben abrir canales de comunicación e intercambio para capacitar y convencer de las ventajas que tiene incorporar la equidad de género en las políticas públicas, en los programas y proyectos.

Es claro que los avances son producto de procesos acumulativos que implican la generación de consensos, la legitimación de los marcos interpretativos sobre las relaciones de género que ayuden a avanzar, todo ello para ir construyendo la arquitectura de género dentro del Estado.

El pasado viernes unos encapuchados, sin mediar una asamblea estudiantil que legitimara sus acciones, tomaron de modo intransigente la Facultad de Economía. No es el primer acto de fuerza en la UNAM que se dice portador de las demandas de género. Está claro que las sendas de inteligencia, conocimiento y consenso que los movimientos de mujeres –y hombres que quieran acompañarlas– han de recorrer, nada tienen que ver con la violencia machista destructora de los encapuchados y nada tienen que ver con el movimiento feminista. Actúan contra la UNAM y el Estado mexicano, y provienen de las mazmorras de la política sucia, sea de los enemigos partidistas de la 4T, sea de las entrañas negras que le hayan podido nacer a Morena. Es desconcertante el silencio ominoso, por decir lo menos, que guardan todos los partidos.

Empujemos todos en todas partes el éxito de la marcha del 8 de marzo, y la descomunal presencia de un día sin mujeres el día 9.