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Y el Óscar es para...
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▲ Hildur Guðnadóttir, joven chelista y compositora islandesa (en su estudio) se perfila como la ganadora, mañana, del Óscar en la categoría de mejor música por su trabajo en Joker.Foto Imagen tomada de Internet
 
Periódico La Jornada
Sábado 8 de febrero de 2020, p. a12

La joven compositora islandesa Hildur Guðnadóttir se perfila como la ganadora, mañana, del Óscar en la categoría de mejor música por su trabajo en Joker.

La partitura que escribió a partir del mero guion y que culminó en el estudio de edición con Joaquin Phoenix y Todd Phillips, ostenta los méritos suficientes para rebasar con creces a sus competidores: el griego/francés Alexander Desplat (Mujercitas), los primos Randy y Thomas Newman (Marriage Story, 1917) y el maestro John Williams (Star Wars: the rise of Skywalker).

No es común ver (escuchar) densidad y transparencia simultáneas en música. La hazaña de Hildur Guðnadóttir equivale a escalar el Everest desde rutas distintas, varias veces. La cima: poner en música el retrato interior de un hombre roto.

A sus 37 años de edad, conoce el éxito a fondo, pero lo suyo es tan personal, tan libre, que ya anunció que dejará, al menos por un tiempo, de escribir para cine. Las ofertas le comenzaron a llover por su talento, evidente en documentales y productos para televisión.

Así fue como llegó a sus manos el guion de Joker y al leerlo experimentó: ‘‘como si me hubieran dado un golpe fuerte en el pecho y caí de espaldas”. Cuando se levantó, tomó su violonchelo, trazó bosquejos y en poco tiempo, como resultado de la lectura del script, configuró la naturaleza interior de Arthur, el personaje del filme.

Lo siguiente fue igualmente fulminante: Joaquin Phoenix danzó al escuchar la música que ella llevaba escrita y juntos completaron varias escenas, entre ellas la central: la danza en el baño. Todd Phillips, el director, llevó a la cúspide otros momentos, al alimón, en medio de las tinieblas interiores del personaje central.

Hildur Guðnadóttir pertenece a un linaje noble y de modales musicales exquisitos: la música de su país, Islandia, la tradición espiritual.

Colaboró con otro genio islandés, Jóhann Jóhannsson en la película Mary Magdalene; él murió sin terminar la partitura, ella la concluyó. Comparten vocación por la música espiritual; denotan ambos influencias privilegiadas: Palestrina, Guillaume de Machaut, Heinrich Schutz, Arvo Pärt.

En el disco homenaje a Jóhann Jóhannsson, Englabörn & Variations, colaboran Theater of Voices, Ryuichi Sakamoto, el dúo ambient A Winged Victory for the Sullen, Ólafur Arnalds (descubrimiento del Disquero), Vikingur Ólafasson (otro hallazgo islandés) y ella, Hildur Guðnadóttir.

Lo que más le importa a Guonadóttir es la manera como escuchamos. Procura, en consecuencia, aportar con su música, ‘‘nuevas maneras de escuchar a partir del convencimiento de que la experiencia de escuchar música es una forma instintiva de arte”.

En Joker ese anhelo se cristaliza en cuanto Joaquin Phoenix otorga cuerpo a la música.

El mérito mayor de Hildur Guðnadóttir en Joker es crear estados mentales. Ponerlos al alcance de la carne humana, de la sangre. De la adrenalina.

Es una música de digestión lenta. Cumple su cometido de manera nítida y discreta. Es más, la mayoría de quienes han visto la película, difícilmente recuerdan la música, salvo el numerito musical de la escena de la escalera, que desliza un tema al que regresaremos enseguida.

El experto James Southall lo formula así: ‘‘seguramente no recuerdes las melodías, pero sí recordarás cómo te hacen sentir”.

He ahí el merecimiento máximo de Hildur Guðnadóttir.

Para referirnos al famoso numerito de la danza en la escalinata, recordemos las distintas categorías de la música para cine en disco: Original Motion Picture Soundtrack; Soundtrack y Music Inspired by the film.

La primera categoría es la que nos ocupa hoy, y así se titula la categoría en las nominaciones al Óscar: Achievement in music writen for motion pictures (Original score).

En el segundo apartado, Soundtrack, cae lo que sí recuerdan todos: Rock and Roll Part 2, de Gary Glitter, que baila Joaquin Phoenix en las escalinatas del Bronx; el éxito publicitario se alimentó del escándalo, pues Glitter es un exconvicto por abuso sexual.

Y en ese soundtrack de Joker se cuelan The Who, Cream, Jefferson Airplane…

Y ya que caímos en el tema, mencionaré dos soundtracks que recomiendo absolutamente aunque no estén nominados al Óscar: el de The Irishman (El irlandés) y el de Once Upon a Time in Hollywood.

Sencillamente porque Martin Scorsese y Quentin Tarantino son dos melómanos irredentos. Gracias a ellos, las nuevas generaciones han conocido músicas que ahora forman parte de sus personas.

Para El irlandés, Martin Scorsese se apoyó en Robbie Robertson, quien escribió el tema central del filme y ambos juntaron un trabuco de tracks: Fats Domino, Glenn Miller, Percy Faith, Santoy Johny Farina, Pérez Prado… Unadelicia.

Tarantino hizo lo propio: juntó arsenal de música de época: Deep Purple, Bob Seger, Simon and Garfunkel, The Rolling Stones, Led Zeppelin, The Temptations, David Bowie, Frank Zappa… El nirvana.

Regresemos a los nominados al Óscar que se entregará mañana, si la lógica se impone, a Hildur Guðnadóttir:

En segundo lugar figura quien aparece como el penúltimo eslabón (el último es Hildur Guðnadóttir) de la gran dinastía de maestros de música para cine (Nino Rota-Ennio Morricone-John Williams) e incluso ganador ya de dos óscares: el griego/francés Alexander Desplat (ganó con Hotel Budapest y con La forma del agua), quien escribió una partitura espléndida para el filme Mujercitas y queda en la mente su música tan fina, tan elegante, tan de buen gusto, tan personaje de la película.

Por ejemplo, en la secuencia donde Amy March se lanza al mundo de la pintura, cuyo epicentro era París, la música es una serie de óleos sonoros: vemos/escuchamos cuadros de Renoir, Degas… y Amy March. Magistral.

El tercer nominado es Randy Newman por su partitura para el filme Marriage Story y la verdad está de güeva: una sarta de lugares comunes, melodías truncas, salpicaduras para adornar.

Su primo, Thomas Newman, no lo hace tan mal en su música para la estupenda película 1917, pero también incurre en cartabones, mohines, compartimentos estancos, así utilice orquesta sinfónica, se excede en pasajes/paisajes percusivos y densidad para subrayar suspense. Nada más.

El cuarto nominado es el mejor compositor actual para cine: el gran, honorable maestro John Williams, quien ya recibió el Óscar por el mismo filme, Star Wars, en 1977 y otras cuatro estatuillas en otros años y ahora está nominado por la misma serie, en su capítulo noveno y que ha desilusionado a los fans de la saga.

A menos que los de la academia de Hollywood decidan rendir homenaje a John Williams, mañana por la noche escucharemos:

‘‘...and the Oscar goes to...”

“¡Hildur Guðnadóttir!’’

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