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Toros

Novena corrida 19-20

José Mauricio asegunda y vuelve a salir a hombros en fallida tarde de triunfadores
 
Periódico La Jornada
Lunes 23 de diciembre de 2019, p. a31

Prácticamente estaban cantadas las consecuencias de anunciar para la novena corrida de la temporada un encierro con toros de la ilusión para tres mexicanos triunfadores de la temporada, luego del exigente y temperamental encierro de Barralva lidiado el domingo anterior, pero así es como la empresa entiende premiar a tres coletas cuya tauromaquia merecía embestidas de mayor fuste. ¿El hierro de Piedras Negras era demasiado?

Hicieron el paseíllo el potosino Fermín Rivera, el capitalino José Mauricio y el hidrocálido Juan Pablo Sánchez, los dos primeros triunfadores en el festejo anterior y Sánchez en la cuarta corrida, para lidiar un encierro de Montecristo, disparejo de presentación y de trapío, unos bien armados y otros pobres de cabeza, varios rabicortos, todos recargando en el puya-zo y mansos y deslucidos en el últi-mo tercio, salvo el lote de Mauricio.

No obstante que el cartel reunía a tres diestros que habían triunfado, la plaza registró otra de las peores entradas del serial, pues las dos poderosas empresas que en las pasadas tres décadas han gestionado la Plaza México han hecho un público aficionado a algunos apellidos importados, no a la bravura y a la competitividad, luego de que decidieron apostar por la mansedumbre y promover figuras-cuñas para medio pelearle las palmas a los importados. Pero toreros taquilleros no queda ni uno.

José Mauricio (35 años, 14 de alternativa y 22 tardes), con actitud, aptitud, finas maneras y conexión con el semivacío tendido, volvió a salir a hombros luego de cortar una oreja de Viajero, al que banderilleó muy bien Gustavo Campos, gracias a una labor muletera en la que prevaleció la calidad por ambos lados antes de que el burel se agarrara al piso. Dejó una estocada entera apenas desprendida. Con Primazo, rabicorto bien armado, José Mauricio logró instrumentar una de sus medias excelsas, realizó un bello quite por fregolinas, suerte que ya nadie ejecuta, consiguió derechazos de calidad y, al intentar un natural, fue arrollado por el burel, siendo lastimado de nuevo en las costillas. Maltrecho, logró volver a la cara del toro, ya sin la casaquilla, conseguir más tandas con la diestra, doblarse con elegante eficacia y cobrar otra gran estocada que le valió merecida oreja. Lo demás fue lo de menos.

Fermín Rivera (31 años, 14 de matador y 12 corridas toreadas) enfrentó primero a Bambino, berrendo aparejado discreto de trapío y de embestida, al que Diego Bricio y Fernando López clavaron magníficos pares de banderillas, por lo que fueron llamados al tercio. El problema de los toreros fríos es que requieren de una embestida fogosa, precisamente lo contrario de las reses de Montecristo, con una acometividad que raya en la mansedumbre, a los que hubo que rogarles las embestidas. Derechazos meritorios logró este Rivera en la querencia de toriles antes de dos pinchazos y dos descabellos. Con su segundo, Nazareno, consiguió muletazos suaves a una embestida suave que perdía las manos. Gélidos el tiempo, el toro y el torero, éste se olvida del público para concentrarse en su quehacer, pero como ninguno trasmitió, su labor no tuvo mayor interés. Tras pinchazo y media estocada, escuchó un aviso y algunas palmas.

Juan Pablo Sánchez (27 años, nueve de matador y ocho corridas) tampoco logró remontar la mansedumbre de sus toros, a excepción de unas tandas de templados derechazos a su primero, en el que le sonaron un aviso, y de aislados muletazos a su segundo, un castaño precioso pero débil, que tampoco sirvió. Vaya con el chato concepto de premiaciones que se carga la empresa.