Opinión
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No sólo de pan...

De libertad para producirlo

P

ara desafiar la exprimidora neoliberal y alcanzar la libertad y autodeterminación como pueblo, debemos conocer su esencia. Por ejemplo, el neoliberalismo en su etapa actual entró en otra de sus crisis recurrentes, debido al estancamiento de la acumulación de capital por la paradoja de un uso de la tecnología que tiende a sustituir cada vez más el trabajo humano terminando por casi no necesitarlo, de modo que ha crecido una población que ni produce plusvalía para el capital ni es consumidora de mercancías. Pero, las soluciones dadas por el capitalismo para salir de sus crisis, como fueron las expansiones coloniales y las guerras, donde no sólo devastaron pueblos y naturaleza sino colocaron (y colocan) las armas que producen en contingentes rivales, o como fue convertir en mercancías lo que por su propia naturaleza no lo son porque no fueron creadas por el trabajo (Thomas Piketti) como la tierra, el agua, la naturaleza en general y, en concreto, el propio ser humano, aun si siguen siendo estrategias ya no le bastan al sistema que se empeña en producir con la más sofisticada tecnología mercancías, no sólo diseñadas para ser incesantemente remplazadas, sino mercancías que destruyen a los usuarios, confiando en que las leyes demográficas los sustituyan permanentemente.

Los productos de la tierra que contienen trabajo humano son mercancías si entran al mercado donde adquieren un equivalente en dinero. La agroindustria los adquiere y transforma, mediante técnicas y química que les eliminan la mayor parte de los nutrientes y propiedades organolépticas pero los visten y saborizan de manera atractiva para el consumidor. Lo mismo hacen las embotelladoras con el agua de manantiales. Y lo mismo con el saber acumulado de milenios al reducirlo a fórmulas, en sus contenidos y escritura. Sin embargo, el círculo capital-trabajo-mercancía-dinero-capital se estrecha, le brincan algunos eslabones y entra el pánico en el sector financiero mundial. Se crean religiones y ciencias para justificar y proteger las leyes del sistema económico, se borran las fronteras de lo legal, la ética, la ciencia, las del conocimiento al servicio del hombre, porque ya nadie sabe qué es lo humano.

Concepto cuyo contenido se perdió con el capitalismo (hay algunos que son más humanos que otros), ¿o no mentiríamos si dijéramos que no sabíamos, ya hace tiempo, que mujeres, niños y jóvenes de ambos sexos tienen un precio de mercado por el que se les desaparece y no para abusar de ellos y matarlos (sería tanto como comprar un auto para incendiarlo tras una carrera) sino para cambiarlos por la cantidad de dinero que fija el mercado internacional según distintos criterios. Tal como se hizo durante el proceso de acumulación originaria con la trata de esclavos.

Aquí, hoy, muchos esperamos contar con un Presidente que haga efectiva la delimitación del neoliberalismo, con políticas que nos permitan producir alimentos según nuestras tradiciones ancestrales de producción en policultivos, beber nuestra agua limpia, controlar el turismo invasivo y depredador, participar (aunque crea que puede sin nosotros) en el combate a la violencia y las drogas y en la construcción de una sociedad solidaria.