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Despertar en la IV República

¿Por qué revivir a Felipe Ángeles?

L

a presencia de Felipe Ángeles emerge de la oscuridad y del olvido a 100 años de su sacrificio. Delgado, de buena estatura, moreno pálido, con nobles ojos que expresaban compasión y voluntad de entender (R. King). Fue educado en el Colegio Militar, intelectual, culto, el único alto oficial del Ejército federal que se mantuvo leal a Francisco I. Madero y el único que se unió a la Revolución, tenía fama de incorruptible, no toleraba la crueldad ni la injusticia de sus soldados, y, no ejecutaba a los oficiales y soldados de las fuerzas contarías como era común entre las demás fuerzas revolucionarias.

El interés en este personaje singular está creciendo de nuevo entre historiadores y políticos. El aeródromo de la Ciudad de México llevará su nombre. Es un personaje romántico, un gran militar y un místico. Con una mezcla de ideas liberales, humanistas y socialistas.

Representa, junto con Madero, lo contrario de los demás jefes militares que fueron sus aliados y rivales. Estos fueron ciudadanos que aprendieron el arte militar sobre la marcha. Muchos de ellos muy brillantes y valientes. Pero capaces de latrocinios, asesinatos y venganzas sangrientas. Sobre todo, los más importantes, enloquecieron de ambición. Se ha exaltado mucho a Pancho Villa, de quien Ángeles fue un leal colaborador. Es cierto que su origen popular y su arrastre como líder le dan un gran relieve, pero se olvidan las matanzas, los asesinatos inútiles que perpetró, las venganzas contra todo aquel que consideraba traidor. Se decía que Ángeles era su alma buena, pero no pudo impedir el ejercicio de su maldad feroz.

Carranza, Obregón y Calles, quisieron perpetuarse en el poder y persiguieron y mataron a sus rivales. Es evidente que preferían satisfacer sus ambiciones políticas a luchar por los principios de la Revolución. Obregón rompió con la no relección y llegó como candidato único después de asesinar a sus competidores. Él mismo, ya como presidente electo, fue asesinado producto de una conspiración. Al revisar el gran mural de la Revolución tenemos que aceptar la barbarie generalizada que acabó por quebrarla internamente y como un contraste excepcional la personalidad sólida, limpia y luminosa del general Felipe Ángeles.

Colaboró Meredith González A.