Los mercados digitales presentan importantes riesgos para la competencia, debido al uso de la inteligencia artificial para determinar los precios de las mercancías. Dos de cada tres empresas utilizan ese tipo de herramientas, a través de un software, para establecerlos, aunque a largo plazo pueden provocar una cartelización, dijo Sonia Agnese, analista para América Latina de la firma Ovum, durante el foro Retos de la competencia en el entorno digital.

La especialista se refirió a los llamados algoritmos, es decir, una base de reglas matemáticas que define operaciones para obtener un fin determinado, según Wikipedia.

Los motores de búsqueda en Internet utilizan los algoritmos, por ejemplo, para detectar supuestas necesidades de usuarios. Según lo planteado en dicho foro, los algoritmos pueden derivar en prácticas anticompetencia y deben ser analizados por los organismos reguladores en la materia.

Es algo que ha dicho la Comisión Europea a las empresas: tienen que reconocer cuándo utilizan un sistema automatizado para que se responsabilicen de actos matemáticos en los algoritmos, expresó Agnese en su exposición durante el foro, realizado la semana pasada.

Mejor que (las autoridades de competencia) sepan cómo se utiliza el algoritmo y si es la inteligencia artificial la que determina precios de mercado en línea; la responsabilidad es de quien utiliza la inteligencia artificial, dijo la especialista.

Agregó que la conducta anticompetitiva en los mercados puede ser digital o humana, y las dos son sancionadas. El punto clave que debe ser considerado por las autoridades de competencia es cuándo se decide usar una herramienta de comparación de precios o de definición de mercados.

En julio del año pasado, la Comisión Europea impuso multas por 111 millones de euros a las fabricantes de computadoras Asus, Philips, Pioneer y Denon por un acuerdo ilegal para mantener precios altos de productos en comercio electrónico. Argumentó que los fabricantes pactaron precios mínimos de venta y recurrieron a sofisticadas herramientas para vigilar que los minoristas acataran los precios de reventa en la red de distribución para así responder rápidamente a los descensos de precios.