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Con tristeza digo que la buena música se acabó, expresa Chamín Correa

Habla en entrevista de su trío y de artistas que produjo y encumbró

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▲ Los Tres Caballeros era estupendo; cantábamos de todo y bien, afirma El requinto de oro.Foto Medios y Media
 
Periódico La Jornada
Miércoles 6 de noviembre de 2019, p. 6

Los ojos claros de Chamín Correa se iluminan cuando habla con orgullo sobre Los Tres Caballeros, así como de la guitarra que lo ha acompañado desde que tenía cinco años de edad y de los innumerables artistas que produjo y encumbró con grandes éxitos.

Ahora, señaló a La Jornada, con tristeza comento que la buena música se acabó, no existe. Escucho ritmos, como el reguetón, que no nos dicen nada; no me llaman la atención el ritmo ni la letra; no entiendo por qué se hizo famoso a escala mundial, incluso acabó con el rock.

Todavía más desalentador es que no existen figuras; los últimos que vi fueron Luis Miguel y Cristian. No hay más.

Benjamín Correa, considerado El requinto de oro o el Mejor requinto de América, no olvida a sus grandes amigos, como fueron Juan Gabriel y José José, además de su fraterna relación con Roberto Cantoral y del cálido agradecimiento que ha recibido de cantantes como Julio Iglesias o Lucía Méndez. Entre la infinidad de estrellas que pasaron por la vida del arreglista y productor figuran Víctor Iturbe El Pirulí; Óscar Chávez, Flor Silvestre, Lucho Gatica, Vicente Fernández y Rocío Dúrcal.

Chamín Correa, nacido el 4 de diciembre de 1931, contó: “me dieron los 80, tuve neumonía, me vi mal. Es cierto que fumé toda la vida, hasta que el doctor me dijo: ‘ya no puede trabajar ni viajar’. Desde hace seis años estoy retirado, no he hecho nada y debo usar oxígeno las 24 horas”.

Tras señalar que trabajó sin parar y vivió de gira en gira, porque un artista se debe a su público, sostuvo: me tocó la época en que la buena música existía; los compositores, los músicos... todos eran excelentes, no había uno malo. Nuestra consigna era estudiar en todo momento, a veces hasta 15 horas diarias, con la meta de llegar a la estatura de los grandes músicos, como Los Panchos, primer trío que tuvo un éxito arrollador. Todos quisimos seguir sus pasos.

En esa época, relató, se fue a vivir a Nueva York, Estados Unidos, con Roberto Cantoral, país donde este último escribió El reloj y La barca, temas que formaron parte del repertorio de Los Tres Caballeros, que fundó junto a Leonel Gálvez. Tuvimos un trío estupendo, cantábamos de todo y bien, no había errores o de que me equivoqué. Llegamos a América Latina, parte de Europa y Estados Unidos.

Los egos se diluían

La clave del éxito fue que los egos se diluían. Cada quien tenía su misión. Como yo, nadie tocaba la guitarra, pero yo no cantaba tan bonito como la primera voz y, no hacía canciones como Cantoral. En mi caso era el arreglista y Roberto, el autor.

Es cierto, agregó, el éxito se disfruta mucho, pero la soledad también, porque adonde viajábamos siempre estábamos solos. Tiempo después, Los Tres Caballeros quedó conformado por Chamín y sus hermanos, juntos 37 años. Siempre tuvimos mucha fuerza y éxito.

La motivación por destacar en su carrera fue casi una orden. Su padre, antes, lo había reprendido porque descartó ser arquitecto, pero después, al aceptar su decisión, lo ubicó en lo que sería su futuro y su estandarte: “dijo ‘si vas a ser artista quiero al mejor, no un mediocre’. Y se lo cumplí”.

Competidor irredento en las bohemias, porque todos los músicos eran buenos y creativos, ahora tampoco veo que nadie llore al escuchar una canción.

En ese sentido, recordó a Juan Gabriel, a quien le hizo infinidad de discos y arreglos. “Con Amor eterno la gente lloraba, porque sentía el dolor en una canción, lo cual no pasa ahora. Lo cierto es que esa letra se la compuso a un lanchero de Acapulco, quien luego de tomar cerveza se ahogó; pero ese mensaje, en realidad, no era para su mamá como muchos piensan”.

Sobre El príncipe de la canción, con quien mantuvo estrecha amistad –aún ambos enfermos– hasta que se lo llevaron a Miami. Sentí mucho su partida. Los recuerdos de Chamín viajaron hasta la época de El triste y la participación de José José en el Festival OTI.

Compartió una anécdota de esa época: “entonces trabajaba para una compañía de discos; Cantoral llegó con El triste, era como una especie de balada italiana, con ritmo feo y se la grabé así. Pero por esos días, José nos pidió un tema porque lo habían invitado al OTI, y Roberto solicitó que su disco saliera después del festival”.

Así sucedió. quedó muy bonita la interpretación de José José, tal como le dijo Chucho Ferrer. En esa competencia fue el rey sin corona. Un día después, Chamín lanzó el disco de Cantoral, incluida la emblemática canción.

Ahora, sentado en el sillón de su casa, en tranquilidad, en contraste al trajín de vida, en la que además de músico, fue director artístico, compositor y profesor, el legendario requintista puntualizó: “creo que me he ganado el afecto de mis compañeros, nadie se queja de mí y agradezco al público que siempre estuvo y se enamoró con nosotros. Mi gratitud por seguir aquí con el tiempo que me han dado, hasta que el Señor diga: ‘aquí se rompió la cuerda y ni modo’”.