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Nosotros ya no somos los mismos

Pronósticos fallidos para la rectoría // Balance positivo de Graue // Datos duros de José Blanco

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▲ Casi 400 mil personas que integran la comunidad de la máxima casa de estudios están al pendiente de la sucesión en la rectoría.Foto Luis Castillo
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n la semana anterior intenté hacer una crónica de algunos acontecimientos que se dieron durante los “Diez días que conmovieron a… la Universidad” (con emocionado recuerdo, don John Reed).

Febrero de 1961 y noviembre de 2007 son fechas en las que, en distantes épocas (46 años, nada menos) los 15 notables, integrantes de el Gran Sanedrín, decidieron quién era el mexicano indicado para seguir impulsando el rumbo histórico de la nave universitaria durante los siguientes cuatro años. Por encima de afinidades o diferencias que evidentemente existían entre los cofrades del sinedrio universitario, existía –lo doy por hecho– un común denominador, un criterio compartido: el candidato idóneo para regir a la UNAM era quien mayor garantía representara para la preservación y acrecentamiento del potencial creativo de nuestra alma mater. Los objetivos fundacionales de nuestra institución: la trasmisión de múltiples saberes, cada día en aumento, la investigación (racional, liberadora de fanatismos y superchería) y la difusión de la cultura de manera incluyente, universal, a la que todo hombre tiene derecho.

En 1961 y 2007, respectivamente, los candidatos elegidos fueron el doctor Ignacio Chávez y el doctor José Narro Robles y, los perdidosos… los que yo, en cada caso, apoyaba. Y apenas en 2015, cuando el seleccionado fue el actual rector don Enrique Graue, volví a repetir la historia: ¡Va mi resto!, exclamé. Y sacando juventud de mi pasado abrí el baúl de mis cachivaches, saqué mi uniforme de catequista y di inicio a mi cruzada en favor de la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez, a la sazón directora de la Facultad de Ciencias. Asistí a reuniones que ya había abandonado, organicé comidas y desayunos para promover su candidatura, me apersoné ante una comisión de la Junta de Gobierno, presidida por don Javier García Diego, para exponer mis alegatos de por qué consideraba que tenía méritos suficientes para ser la primera rectora. Planteé el asunto de otra manera: la UNAM requiere los conocimientos, inteligencia, sensibilidad, carácter de esa mitad de nuestro universo al que torpemente solemos perder. La universidad se enriquecería si aplican este concepto que permea en todas las actividades del mundo actual: visión de género.

El balance total de mis intervenciones en los procesos para la nominación de rector de la UNAM presentan, a todas luces, números rojos: elecciones 3. Aciertos, 0. ¿Les queda claro ya, cuál es la pésima noticia para el doctor Graue? Acertaron todos los que, alborozados o profundamente consternados, según sus personales intereses, exclamaron: ¡Mucho, Ortiz: Sufragio efectivo no relección! Y los que justamente aterrados clamaron: ¡Santo Niño de Atocha Se amoló don Enrique! Pues sí, esta es la noticia que quise dar a conocer públicamente para darle la oportunidad al posible perjudicado de formular un fuerte deslinde, de este apoyo que él no pidió, pero que como verán está bien sustentado. Puede también recurrir a un conjuro, una limpia o simplemente exclamar con regularidad: ¡ vade retro Satana!

Estaba en la tarea de recabar información sobre la administración Graue cuando el mes pasado se publicó la colaboración del maestro José Blanco, a quien siempre leo y de quien siempre aprendo y, (en el mejor de los sentidos), continuamente ficho. Me ahorró todo el trabajo. No puedo citarlo completo porque los derechos autorales pueden fatigar mi exigua faltriquera, pero les dejo los datos precisos para obtener la información que me movió a la definición de mi voto virtual: La UNAM, un nuevo trecho. José Blanco. La Jornada, 29 de octubre de 2019, página 15.

Entresaco con el mayor cuidado algunos datos duros que el maestro Blanco nos proporciona sobre el engrandecimiento de la institución durante el rectorado de Enrique Graue: se crearon 14 nuevos programas de licenciatura. Además, se establecieron otros 16 de especialidad y, en el campo de la investigación e innovación, se incorporaron nueve laboratorios nacionales de importancia prioritaria, y preferí copiar textual esta opinión: Es de subrayarse su vasta producción en el campo de la investigación económica de cara al adverso dominio de la ortodoxia neoliberal. No me quedan ya renglones, pero señalo que la confesión abierta del rector sobre la gran frustración que representa no haber recuperado el territorio que hace años se expropió a nuestra casa, fue también un punto importante que me movió a otorgarle mi plácet personal a su reintento por continuar en su honroso encargo: resolver, sin violencia, el conflicto del auditorio Justo Sierra/Che Guevara.

Twitter: @ortiztejeda