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Despertar en la IV República

Celebrar el avance de la mujer

E

ntre las causas de nuestra época en ninguna hay un avance mayor que en la lucha de la mujer por ampliar su participación en la vida profesional y en la vida pública. Para ­medirla hay que recordar lo logrado en los 66 años desde que se otorgó en México el voto femenino.

Tomemos como referencia la educación en 1953: el porcentaje de mujeres inscritas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) era de 16.65 por ciento y de egresadas 18.66, mientras en el ciclo escolar 2017-18 la población total de mujeres fue de 51.1 por ciento y lograron titularse 56.6 por ciento (Numeralia UNAM). En la política: de la participación nula en 1953, subió un poco en 1955 en que se eligieron cuatro diputadas propietarias de un total de 160. Hoy se ha logrado la paridad en la legislatura federal actual. Las cámaras están integradas por: 241 diputadas (48.3 por ciento) y 458 diputados (51.7 por ciento) y 63 senadoras (49.2 por ciento) y 65 senadores (50.7 por ciento). En las elecciones federales de 2018 las mujeres votaron ocho puntos porcentuales más que los hombres. En cuando a la iniciativa privada el número de mujeres situadas en puestos directivos de las empresas subió de menos de 1 por ciento en 1950 a 26 por ciento en 2019.

A escalas mundial y a nacional la mujer ha acrecentado su participación en todas las actividades, incluyendo el mando de los portaaviones, los cuerpos de choque, el futbol, la lucha libre, hay más mujeres toreras que nunca. Aun en la muy conservadora Iglesia católica empiezan a aumentar las demandas de que las mujeres sean ordenadas sacerdotisas, lo que ya sucede en otras iglesias cristianas. Infortunadamente son muy pocas las que han desarrollado el sentido del humor.

¿Qué podemos esperar en el futuro cercano? Me inclinaría por el feminismo de Rosario Castellanos, quien pensaba que no podemos exigir la igualdad porque somos distintos y que el feminismo debería partir de las cualidades femeninas y no de la imitación absurda del varón. Hay que recordar cuando dice: La exigencia de igualdad es imposible de satisfacer y que si se parte de ella para medir el progreso de la mujer estaríamos reconociendo que el modelo de vida y de acción masculinos son los únicos factibles. Colaboró Meredith González.