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Preservar el arte del ballet requiere de la dedicación humana completa: Alicia Alonso

En varias conversaciones con La Jornada, la coreógrafa cubana compartió: ‘‘México es el país con el que mejor estamos ligados’’ // ‘‘Mi motor está en la cabeza, en la vida misma; la vida se construye de ser útil’’ // ‘‘¡Voy a vivir 200 años!’’, decía entre risas

Foto
▲ Alicia Alonso, en la Ciudad de México, en 1955, cuando se firmó un convenio para que la artista cubana colaborara con las escuelas de danza del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.Foto Cecil Beaton
 
Periódico La Jornada
Viernes 18 de octubre de 2019, p. 4

Alicia Alonso, prima ballerina assoluta de América y el mundo, conversó varias veces con La Jornada, en su casa, la sede del Ballet Nacional de Cuba, en La Habana.

En una de esas charlas, en 2009, celebraba los 60 años de esa compañía que fue su vida, la cual, destacaba Alonso, visitó por primera vez México en 1948, el país adonde más habían viajado ‘‘y al que mejor estamos ligados”.

La coreógrafa compartió con este diario su secreto para convertir a los bailarines cubanos en unos de los mejores del mundo: ‘‘muy fácil: les he quitado el complejo. Nos habían dicho siempre que nosotros los cubanos no podíamos bailar ballet, sino namás nuestro folclor. Se quita ese complejo y ya se puede bailar.

‘‘Porque el ballet es mucho trabajo, en cualquier parte del mundo, si se quiere hacer bien. Trabajo físico grande para dominar el cuerpo, porque usted sabe que el cuerpo coge la forma que uno le da a fuerza de ejercicio y estudios artísticos y, sobre todo, amor a esta carrera, mucho amor, porque hoy día hay mucha tentación, sobre todo para la gente joven, formas más fáciles de bailar y hacer mucho dinero, hacer otros tipos de danza que resulta muy fácil, otras formas de vida, otras diversiones. Pero el ballet es un arte que demanda sacrificio, concentración, dedicación humana completa.”

Icono del arte universal contemporáneo

–Pasa el tiempo, maestra Alicia, y el arte del ballet, que usted ha construido, se eleva con los días, con el acento hacia el aire, muy en el aire: ¿qué preservará este arte?

–El hombre, el ser humano –responde.

En 2012, Alonso, en un nuevo encuentro con La Jornada, reafirmó su idea de que ‘‘la cultura es lo más precioso de la vida y las personas no sólo poseen el derecho de tenerla, sino que es un deber de los gobiernos dársela al pueblo”.

Icono del arte universal contemporáneo, la bailarina consideraba que en muchos países se piensa que el ballet es una disciplina elitista, ‘‘y lo era porque empezó en las cortes europeas y porque en la actualidad una producción cuesta muchísimo dinero, exceptuando cuando los gobiernos se dan cuenta de la importancia de la cultura para el pueblo.

‘‘En Cuba es mínimo el precio para asistir a una función de ballet, y cursar la carrera de bailarín no cuesta nada. La cultura es costosa en casi todos los países, es cierto, por eso necesita de la voluntad política, porque todo el mundo tiene el derecho de tenerla. Es un deber de los gobiernos que la tengan todos. La cultura, una de las partes más preciosas de la vida, la tenemos aquí, y por lo menos tratamos de que no se pierda ni un solo muchacho que tenga talento para bailar; lo tomamos enseguida y lo preparamos.”

Esa vocación de servicio que debe tener el arte, Alicia Alonso la materializó en uno de sus proyectos más entrañables, el sicoballet, método que ella impulsó hace casi 40 años, en colaboración con la sicóloga Georgina Fariñas, para la atención de niños y jóvenes, principalmente con problemas siconeurológicos.

La artista comentó a este diario al respecto: ‘‘Creo mucho en la danza, no sólo por lo que he hecho y aprendido a través de ella; todas las personas, cuando bailan, tienen cara de felicidad, y cuando terminan de hacerlo están satisfechas con la vida.

‘‘El baile reúne el arte de la música y el movimiento, eso es maravilloso y fundamenta una teoría que tengo: a través de la danza uno puede conquistar muchas cosas en la vida porque se ejercita el físico y la mente del ser humano.’’

Sicoballet para tratar a niños con problemas

‘‘Por eso –añadió Alonso– comencé a trabajar con niños con diversos problemas y le llamé sicoballet; me busqué un equipo pequeño y era muy sencillo enseñarles el movimiento, sin que fuera una clase difícil. Según la edad, les contaba una historia a los pequeños, por ejemplo, los invitaba a imaginar que eran unos aviones o unas flores, y les preguntaba: ¿cómo se mueve una flor?

‘‘A los muchachitos les decía: ahora ustedes, los aviones, den un salto desde las nubes alrededor de la flor, pero no la lastimen. Ellos comprendían de inmediato y no sabes lo lindo que lo hacían. Era tan humanamente lindo, que esas clases han sido lo mejor de mi carrera. Entonces yo era directora del Ballet Nacional, además de bailarina, tenía que ensayar; la doctora Fariñas me ayudó muchísimo, luego se hizo cargo de todo.

‘‘Hicimos mucho trabajo no sólo con los muchachos, sino con los padres. Había una niñita que tenía una piernas delgaditas y le ponían unas medias coloradas tan escandalosas y tan llamativas que una vez hizo un dibujo de una muñequita sin piernas.

‘‘Llamé a la mamá y le pedí que cuidara a su hija, que le pusiera unas medias más sencillas, y esa niña cambió, su carita fue otra con algo tan simple. Pero eso siempre pasa: los padres y las madres, queriendo tanto a sus hijos, a veces los sofocan y no se dan cuenta que necesitan sólo lo más sencillo.”

Incansable, Alicia Alonso fue un roble hasta el último segundo de su vida. Decía: ‘‘Mi motor está en la cabeza, en la vida misma. Si tuviera temor a la vida yo sería una inútil. La vida se construye de ser útil. Si me siento a descansar, me equivoco. ¿Para qué descansar ahora si en un futuro voy a tener mucho tiempo para hacerlo? Ahora no se descansa. Ahora se vive. Aquí se está para ser útil y dejar algo bueno en la tierra.

‘‘Mientras viva, estoy tratando de hacer cosas buenas; quizá me equivoque algunas veces, pero por lo menos estoy tratando de hacerlas. Esa es la vida, ese es el valor de mi vida, lo que mantiene mirando hacia el futuro.

‘‘Dentro de muchos años, Cuba seguirá viviendo, de una forma o de otra, positiva siempre, eso sí, porque todo lo negativo nunca sobrevive, se pierde. Por eso, a la vida, lo único que le pido es tiempo, más tiempo. ¡Voy a vivir 200 años!”, y aplaudía durante su charla con La Jornada, al tiempo que soltaba una carcajada que ahora resuena, luminosa, en su eternidad.