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Ecuador y la satanización del correísmo
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527 años del inicio de la Conquista, está claro que sus espejitos eran más interesantes y menos borrosos que los del Fondo Monetario Internacional (FMI). Porque el saqueo colonial en 318 años de explotación feudal, equivale a centavos en comparación con 209 de explotación capitalista.

En cambio, parecería que no hay igual claridad frente a la tropa de historiadores reciclados, que ahora nos dicen (objetivamente, ¡ejem!), que la Conquista nos habría salvado de… ¿de qué? ¿del populismo y el militarismo prehispánico? Ave María.

Como fuere, octubre del corriente empieza a proyectarse como un mes de renovadas esperanzas, en medio de caudalosos ríos en los que pueblos enteros de América Latina y el Caribe, se abren paso cuestionando la racionalidad del capitalismo salvaje. Veamos:

Días 3-13: heroica resistencia indígena y popular en Ecuador, contra el paquete de medidas impuestas por el FMI. Día 7: Jair Bolsonaro ataca al Sínodo para la Amazonia, y acusa al papa Francisco de conspirar contra la seguridad nacional de Brasil. Día 13: millares de manifestantes exigen la renuncia del presidente de Haití, Jovenel Moise. Días 20 y 27: comicios presidenciales en Bolivia, Argentina y Uruguay.

¿Resulta pertinente imaginar alguna mano satánica en esos acontecimientos? Lenín Moreno, presidente de Ecuador, está convencido de que la hay. Después de todo, no cualquier gobernante presume de ser un arquetipo de la traición, o de haber ganado el premio anual al Humor de Resistencia de la Casa de la Risa y el Humor de Francia (sic, 2014).

Este artículo, por ende, también podría titularse México y la satanización de AMLO, o Brasil, Bolivia, Argentina, y la satanización de Lula, Evo, Cristina. Porque, mire usted, qué buen chiste contó al mundo el Lenin de mentiritas: que su antecesor en el cargo, Rafael Correa (exiliado en Bélgica), conspira contra su gobierno junto con el narcotráfico, las FARC y el hipersatánico Nicolás Maduro, presidente de la satanizada República Bolivariana de Venezuela.

Dediquemos, entonces, un breve comentario al combativo alzamiento de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie). Así como al desenlace del diálogo con el chistoso presidente, y algunos ministros de su gabinete. Entre los que figuran (¿quieres creer?), tecnócratas monetaristas, correístas conversos, oligarcas de hueso colorado, y veteranos de la izquierda radical.

Disciplinadamente, los dirigentes de la Conaie respaldaron a su presidente, el anticorreista Jaime Vargas (líder amazónico del pueblo achuar). No obstante, otros dirigentes sugirieron al Lenin de mentiritas que le baje a eso de que vándalos de Maduro y Correa habrían pescado en el alzamiento, a río revuelto. Tales fueron los casos de Leónidas Iza (presidente del Movimiento Indígena y Campesino del Cotopaxi), y Mirian Cisneros, líder amazónica del pueblo sarayaku.

Con optimismo panglosiano, algunos observadores sintieron que la Conaie se impuso en el diálogo. Puede ser. En principio, el presidente consintió en revisar el paquetazo. Repitamos: consintió. Porque en momento alguno aceptó el término derogar para referirse al decreto del FMI, o que sus medidas lesionaban al conjunto del pueblo ecuatoriano.

Lejos de ello, el fantástico presidente propuso que se organicen comisiones de trabajo. Una fórmula que Winston Churchill, recomendaba a sus acólitos: si no quieres resolver algo, nombra una comisión.

En todo caso, quienes siguieron con atención los argumentos de ambas partes, quedaron con la sensación de que el diálogo tuvo lugar en cancha inclinada con árbitro en contra: el comedido francés Arnaud Peral, representante de la ONU en Ecuador.

Ahora bien: los que sí pescaron en río revuelto fueron los grandes medios, que por orden del gobierno, durante pocas horas, hicieron a un lado el discurso xenófobo y racista. Habiendo bloqueado y silenciado, durante 11 días, una represión feroz, indiscriminada y sin precedente en la memoria de los quiteños: ocho muertos, mil 100 detenidos, millares de heridos.

Last but not least, lo último y no menos importante: ¿en qué momento el gobierno del traidor y chistoso Moreno aceptó dialogar con la Conaie? No hay cómo perderse: en el momento exacto en que las bases indígenas y populares desbordaron a la dirección de la Conaie.

Entonces, el presidente decretó el toque de queda, y los ciudadanos de todo el país, temerariamente, salieron a las calles exclamando: ¡Fuera Lenín fuera! Una consigna que el gobierno de Lenín Moreno (con apenas 15 por ciento de imagen favorable) atribuye al correísmo, identidad política que en las encuestas y sondeos de opinión cuenta con la mayor intención de voto, en casi todas las provincias de Ecuador.